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Os proponemos una visita a los bajos fondos a través de una selección de películas perfectas para entrar en el apasionante mundo del cine polar clásico.

Tipos en gabardina, matones, policías corruptos y muchos disparos. El cine polar francés de los 60 desarrolló la figura del anti-héroe como ningún otro género. Nos puso del lado del tipo malo y nos demostró lo fascinante que puede llegar a resultar el lado oscuro de la vida. Una repleta de personajes carismáticos, lacónicos y atractivos pasándolo realmente mal bajo sus borsalinos.

Perder el interés en una película polar una vez que hemos pulsado el play es casi imposible. Las tramas resultan trepidantes y quedamos atrapados irremediablemente por el protagonista. Y es que, aunque intuimos que lo va a pasar muy mal –o precisamente por eso–, queremos acompañarle hasta el fatídico final que le espera y, con el corazón en un puño, albergamos la secreta esperanza de que se salve.

Nadie mostró el peligroso mundo del hampa en la pantalla como lo hizo el gran Jean-Pierre Melville. Películas inolvidables como El silencio de un hombre (Le samuraï, 1967) o Círculo rojo (Le cercle rouge, 1970) –cintas que todo cinéfilo que se jacte de serlo debe haber visto alguna vez– elevaron al director a máximo representante del cine polar. Sin duda fue el mejor, pero, por supuesto, no fue el único.

Gran jugada en la costa azul (Mélodie en sous-sol, 1963)

Henri Verneuil se basó en la novela del autor americano Zekial Marko para desarrollar esta cinta; auténtica semilla de las grandes películas de atracos que hemos visto en los últimos años. Está protagonizada por Jean Gabin y un maravilloso Alain Delon –actor de mirada gélida nacido para interpretar al gánster perfecto–. Ambos dan vida a dos ex-convictos que no han aprendido la lección y quieren dar un último gran golpe.

Charles (Gabin) desoye a su esposa, quien le propone emplear sus ahorros en montar un chiringuito en la Costa azul y empezar de cero ahora que ha salido de prisión. Pero Charles tiene en mente un futuro algo más brillante: pretende asaltar la cámara acorazada de uno de los casinos más importantes de Cannes y hacerse con los millones de francos alojados en ella. No es plan para un solo hombre, así que contará con la ayuda de Francis (Delon).

La película le valió a su director el Globo de Oro a la Mejor Película de habla no inglesa en el 63 y ocupó lugar en el top de las mejores películas extranjeras del National Board of Review.

Fotograma de la película del éxito del cine polar en el 81 El profesional. Vemos a Belmondo sentado en la parte trasera de un coche apuntando con un arma al conductor.

El profesional (Le professionnel, 1981)

Georges Lautner dirige a un maduro Jean-Paul Belmondo en uno de los mayores éxitos del cine francés del 81. De nuevo se trata de una adaptación de  novela, en este caso de la del autor Patrick Alexander, Además, la cinta contó con una música original espectacular brindada por el genial Ennio Morricone por la que obtuvo una nominación a Mejor Banda Sonora en los Premios César de ese año.

Belmondo pone cara a Joss Beaumont, un agente secreto del servicio francés que es enviado a Malagawi, un pequeño país africano. Tiene órdenes de acabar con el presidente N’Jala, dictador y enemigo de Francia. Sin embargo, Joss es detenido y torturado durante dos años. Cuando consigue escapar decide vengarse de todos y cada uno de los superiores que le enviaron a aquella misión suicida.

París, bajos fondos (Casque d’or, 1952)

Tildada por la crítica como obra maestra absoluta y reivindicada por los chicos de la Nouvelle Vague, esta película del cineasta francés Jacques Becker supuso su mejor trabajo y él mismo hablaba de ella como su cénit profesional.

Ambientada en el París de 1898, la formidable Simone Signoret interpreta a Marie, una prostituta bellísima con una melena rubia recogida en un característico moño con el que se gana el apodo de Casco de oro. Signoret ganó el reconocimiento a Mejor Actriz Extranjera en los premios BAFTA del 52 gracias al formidable trabajo que realizó durante el rodaje de la película.

En ella vemos como Marie trae de cabeza a los hombres del viejo barrio Montmartre, incluyendo a su novio Roland. Sin embargo, encuentra el amor verdadero al conocer a un humilde carpintero que, además, la corresponde. En ese momento empieza una terrible pelea, con bandas criminales implicadas, por hacerse con el favor de la legendaria Casco de oro.

Rififi (Du rififi chez les hommes, 1955)

El norteamericano Jules Dassin firma esta magnífica cinta. Una de las obras cumbres del cine polar europeo que el mismo Francois Truffaut calificó como “el mejor cine noir que jamás había visto”. No es de extrañar, entonces, que se alzase con el premio a la Mejor Dirección en Cannes en el 55 y que cuente con una de las mejores secuencias sobre robos rodada en la historia del cine.

Rififi en francés es un término que significa trifulca, pelea entre maleantes, lo que ya nos da una pista sobre lo que vamos a encontrar. Después de cumplir cinco años de condena, Tony Le Stephanois (Jean Servais) se vuelve a encontrar con sus compinches, quienes le proponen dar el golpe definitivo a una importante joyería parisina. Esto es más que suficiente para que el protagonista abandone el honrado propósito de cambiar de vida que se había propuesto a sí mismo. Ahora su objetivo es recuperar su posición como líder del hampa y recuperar a su chica, que se ha cobijado bajo la protección de un gánster rival

Vivamente el domingo (Vivement dimanche!, 1983)

Esta fue la última película de François Truffaut. Está basada en la novela “The long Saturday night” (1962) de Charles Williams. Un verdadero homenaje al cine negro de Alfred Hitchcock donde no faltan notas de comedia y del romanticismo que caracterizó al mítico director francés durante toda su carrera.

En este filme nos cuenta la historia de Julien Vergel, en la piel de Jean-Louis Trintignant, propiertario de una agencia inmobiliaria que ha sido acusado del asesinato de su mujer. Su secretaria, Barbara, una espléndida Fanny Ardant, secretamente enamorada de su jefe, confía ciegamente en su inocencia y decide investigar el crimen por su cuenta para encontrar al verdadero asesino, lo que la llevará a vivir situaciones peligrosas y totalmente nuevas para ella.

La nostalgia de la vida nocturna y del asfalto mojado

El cine polar clásico cuenta con un alto componente nostálgico en todas esas aceras mojadas por la lluvia, en ese vestuario y estilismo de una época analógica que se intuye más romántica que la nuestra y, por supuesto, en el encanto que irradia el rostro de las celebridades del momento. Elementos que, a menudo, actúan como repelente entre las generaciones más jóvenes.

Sin embargo, la diversión que promete el polar clásico puede sorprender a los neófitos que, quizá, tengan algún prejuicio hacia el cine clásico y echen de menos el color digital o algunos efectos especiales. Pero los magistrales claroscuros que empleaban en la fotografía de estas películas suplen con creces la falta de pirotecnia más moderna. Nosotros estamos convencidos de que se puede comprender el presente desde el pasado y recomendamos ver estas películas como ejercicio para profundizar en las raíces del cine noir de los últimos 20 años, algo que, sin duda, Scorsese o Tarantino pusieron en práctica hace mucho, mucho tiempo.