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Fahim fue la película que cerró la reciente XXV edición del FCFM. Tuvimos ocasión de entrevistar a su director, Pierre- François Martin-Laval y a Isabelle Nanty, una de las actrices principales.

Existe cierto prejuicio hacia los cineastas y los actores en general. La imagen que a menudo se tiene de ellos es la de que son seres engreídos o superficiales cuyo trabajo no podemos más que admirar desde la distancia. Precisamente todo lo contrario que encontramos cuando fuimos a entrevistar a Pierre-François Martin-Laval e Isabelle Nanty, director y actriz principal de la película Fahim; personas cercanas, accesibles y educadas con las que se podría hablar durante horas.

Fahim es la conmovedora historia real de un chico obligado a abandonar su Bangladesh natal junto a su padre. Ambos dejan atrás al resto de su familia, su hogar y sus raíces con la esperanza remota de encontrar asilo político. Gracias a su don para el ajedrez, Fahim conoce a Sylvain, uno de los mejores entrenadores de Francia. Entre la desconfianza y el afecto, ambos tejerán una entrañable amistad con los problemas sociales y políticos de los refugiados como nota de fondo.

Isabelle Nanty y Martin-Laval durante la presentación de Fahim durante la clausura del Festival de Cine Francés de Málaga.

Cuando Martin-Laval conoció a Fahim

«Cualquier refugiado tiene detrás una historia digna de ser contada», afirma Pierre-François cuando le preguntamos por el origen de la película. El director se topó con la historia de Fahim por primera vez en televisión y, tan emocionado como intrigado por la epopeya de Fahim, se hizo con el libro que la relataba: Un roi clandestin (2014), que llegó a España bajo el título El rey de Bengala. Vio claro desde el principio que quería contar esta asombrosa historia y denunciar a través del cine las difíciles circunstancias por las que pasan los exiliados que llegan a países europeos.

Precisamente por las connotaciones sociales y políticas de la cinta, y por todas las emociones volcadas en ella, el proyecto ha supuesto un antes y un después a nivel personal tanto para Martin-Laval como para Isabelle Nanty.

La actriz nos contaba que «cuando interpretaba a Mathilde era como si me olvidara de mí misma y lo que quedaba era la vibración humana». En el reparto se encontraban muchas personas que eran refugiados en la vida real, como el propio Assad Ahmed, el niño que da vida a Fahim, no había actuado antes y, como él, muchos de los actores no hablaban francés. Para Nanty «era una responsabilidad adicional representar esta historia de manera verdadera. Ser humilde, no sobreactuar; no actuar de manera falsa ni hacer de esto (refiriéndose a la película) un número ni un espectáculo».

El actor que interpreta al padre de Fahim, Mizanur Rahaman, acababa de llegar a Francia hacía solo dos años y había pasado por muchos obstáculos desagradables. Tanto él como el resto de actores refugiados habían pasado en la vida real por situaciones parecidas a las que interpretaban, por eso sus actuaciones eran tan auténticas. Interpretar junto a ellos supuso para la actriz «un crecimiento real».

Sin embargo, la incorporación de personajes reales no es lo único que aporta verosimilitud a la película de Martin-Laval. Una documentación minuciosa y alargada en el tiempo le llevó a encontrar localizaciones verdaderas que han sido el escenario de numerosas escenas, como por ejemplo la comisaría o los campeonatos de ajedrez, donde también jugadores auténticos se incorporaron a la película. «¡Hasta el intérprete terminó teniendo un papel!» exclamaba con sentido del humor el director.

El ajedrez, protagonista indiscutible

Fahim resulta ser un jugador de ajedrez excepcional. Le preguntamos a Martin-Laval hasta qué punto, desde la parte puramente técnica, le supuso un reto reflejarlo en su película. «Desde el principio tuve que claro que quería que la película tuviera un matiz deportivo, de competición». Los planos estáticos de las miradas, las manos y el tablero consiguen traspasar la pantalla y generar tensión en la butaca del espectador; «la emoción tenía que ser verosímil de un plano a otro, buscaba secuencias creíbles emocionalmente».

«El ajedrez, intuyo, se basa en la anticipación», añade Isabelle Nanty, «y esto entra en contraste con la situación totalmente descontrolada que vive Fahim, que no puede anticipar lo que le va a pasar.» Esta diferencia se aprecia también técnicamente. En las escenas de ajedrez todo es más pausado y se basan en lo mental, mientras que todo lo que sucede en el exterior, fuera de los torneos, es mucho más dinámico, rápido e impredecible.

Sobre Assad Ahmed

Encontrar al actor que diese vida a Fahim en la ficción no fue tarea fácil. Después de siete meses de casting no daban con el perfil que estaban buscando hasta que vieron por casualidad al pequeño Assad. El chico ni siquiera estaba allí para pasar la prueba; tan solo iba acompañando a su primo que resultó ser demasiado mayor para interpretar a Fahim. Aquel muchacho tímido de grandes ojos castaños poco podía imaginar que él terminaría protagonizando la película.

Encontrar a Assad Ahmed después de siete meses de casting tuvo algo de milagroso. Vi cierto brillo en su mirada. Pierre-François Martin-Laval

Ahmed acababa de llegar a Francia con su padre, a quien justo le habían dado asilo político hacía pocas semanas. No hablaba el idioma y ni siquiera sabía lo que era el cine francés. Lo poco que le sonaba de la industria cinematográfica eran escenas aisladas de películas de Bollywood. Pero el director tuvo claro desde el principio que era perfecto para interpretar a Fahim. «Vi algo en su mirada que me hizo saber que tenía que ser él», nos aseguraba Martin-Laval.

Al pequeño Assad le costó bastante en un principio, pero tan pronto como consiguió meterse en el papel reveló un talento innato para la interpretación que dejó a todo el equipo gratamente sorprendido. Disfrutaba siendo actor y su personalidad, un poco orgullosa y hasta desafiante en ocasiones, fue el plus perfecto para darle carisma al personaje durante las competiciones de ajedrez.

Química en el set de rodaje

La amistad entre Nanty y Martin-Laval tiene ya más de 30 años. Ambos comparten un bagaje profesional en común que se remonta a los años 80, cuando crearon el proyecto teatral Les Robin des Bois. La complicidad que existe entre ellos es tangible y se intuye desde el primer momento. Conocerse a fondo siempre facilita las cosas durante el rodaje, a pesar de estar inmersos en un equipo de personas muy amplio y variado.

Una de ellas era el mítico actor francés Gérard Depardieu, que da vida a Sylvain Charpentier, uno de los mejores entrenadores de ajedrez de Francia. «A Depardieu le entusiasmó el proyecto desde el principio y se involucró totalmente en él. Le interesaba la historia real de Fahim», nos aseguraba el director. «Supe que tenía que ser él quien interpretase este papel cuando conocí al verdadero Sylvain en persona. Ambos tienen características parecidas y una complexión física igual de imponente; y ambos son de esas personas que en apariencia son duras y distantes, pero basta con rascar un poco en la superficie para encontrar un corazón enorme. Fue un lujo contar con él para la película».

Pierre-François es una persona muy sensible que se indigna con facilidad. No me sorprendió que se interesara por hacer cine social porque siempre le ha interesado. Isabelle Nanty

Cine para remover conciencias

Fahim en absoluto es una película panfletaria o que pretenda adoctrinar al espectador, de hecho está más cerca de una historia de superación tierna y conmovedora. No obstante, sí que retrata de manera natural y veraz un problema social y político que se vive diariamente en Europa: el drama de los refugiados.

Tanto para Martin-Laval como para Nanty, rodar esta película ha significado una experiencia enriquecedora no solo a nivel profesional, sino también a un nivel más íntimo y humano. Los ha puesto en contacto con una realidad a la que eran ajenos antes de sumergirse en este proyecto y ambos agradecen haberlo hecho. Los dos tienen claro que quieren seguir explorando la línea del cine social. «Ahora me siento más capaz para continuar por este camino», asegura Martin-Laval, aunque, tanto en su caso como en el de Nanty, será difícil que se alejen totalmente de la comedia que ha caracterizado la carrera de ambos desde sus inicios y que, por supuesto, también está presente en Fahim.