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A nadie le queda el sombrero tan bien como a ellos. Han sabido llenar la pantalla con cada uno de los papeles que han interpretado a lo largo de sus carreras como actores, pero fue en las películas del cine polar francés en las brillaron como nunca.

Gabin, Delon, Belmondo. Los tres dieron vida en algún momento al arquetipo que define el noir francés: el antihéroe que se siente como pez en el agua llevando un revólver en el bolsillo de su gabardina; que se mueve en ambientes sórdidos codeándose con mafiosos, delincuentes y ladrones de poca monta. Que sueñan con quedarse con la pasta y con la chica pero que… rara vez lo consiguen. Estos actores interpretaron en algún momento de sus carreras al clásico tipo duro cuyo destino siempre se intuye fatídico y, con sus miradas misteriosas y mucha sangre fría a la hora de apretar el gatillo, consiguieron que nos enamoráramos del malo para siempre.

Jean Gabin (París, 1904 – 1976)

Cuando su nombre aún era Jean-Alexis Moncorgé y contaba sólo con 15 años de edad, Gabin se subió a un escenario por primera vez. En ese momento supo que jamás abandonaría el espectáculo ni la actuación y, de hecho, estuvo trabajando en ello sin descanso hasta sus últimos días.

Su época dorada empezó a mediados de los años 30 y duró hasta la década de los 60 y durante todo ese tiempo se convirtió en el corazón y el alma del cine francés. Vivió la transición del cine mudo al sonoro y, mientras que muchos otros intérpretes se quedaron por el camino, él siguió defendiendo su sitio y protagonizando películas de éxito.

Gabin fue un actor del realismo poético, una corriente cinematográfica marcada por películas oscuras y melodramáticas que se extendió por toda Europa, pero también fue de los primeros actores que daban forma al cine polar francés convirtiéndose con su estilo lacónico y sombrío en un referente para los que vinieron después de él.

Trabajó en más de 90 películas; muchas de ellas hoy son imprescindibles en la cinematografía francesa, especialmente las que dirigió el gran Jean Renoir. Gabin protagonizó Los bajos fondos (Les Bas-fonds, 1936) y La gran ilusión (La Grande Illusion, 1937), película con la que se dio conocer al resto del mundo. Pero, sin duda, el mayor de sus logros como actor fue interpretar al comisario Maigret en 1985 en Maigret tend un piège de Jean Deloney, personaje creado por el escritor belga Georges Simenon, que fue llevado al cine en forma de saga por ambos, director y actor, en repetidas ocasiones.

Alain Delon sentado en un sillón con traje y sombrero, icono del cine polar francés

Alain Delon (Altos del Sena, 1935)

Un joven y anónimo Alain que en 1957 acompañaba a su amigo Jean-Claude Brially al Festival de Cannes, estaba lejos de imaginar que acudir a tal evento cambiaría su vida para siempre. Su atractivo físico no pasaba desapercibido y no tardó en recibir las primeras propuestas cinematográficas allí mismo, entre la prensa y las celebridades del momento. Afortunadamente, detrás de su imagen también había un talento natural para la actuación y ese mismo año protagonizó sus dos primeras películas.

La carrera de Delon es extensa y ha estado marcada por numerosos éxitos, tanto en el panorama comercial como en el de autor. Resumir toda una vida dedicada a la interpretación mencionando solamente su aportación al cine polar francés sería injusto. Sin embargo, es innegable que este es precisamente el género cinematográfico en el que más tiempo ha pasado inmerso y el que mejor le ha sentado. Su fría mirada azul, siempre alerta, es ya un icono junto con las gabardinas y los borsalinos.

Su primer contacto con el cine negro fue de la mano del director Henri Verneuil, quien contó con él para títulos tan emblemáticos como Gran jugada en la costa azul (Mélodie en sous-sol, 1963) o El clan de los sicilianos (Le clan des siciliens, 1969), películas que co-protagonizó con Jean Gabin.

Sin embargo, cruzarse con el genial director y maestro del polar Jean-Pierre Melville supuso un punto de inflexión en su carrera. Gracias a él tuvo la oportunidad de dar vida al siniestro Jeff Costello, el personaje protagonista de una de las mejores películas del género que ha dado la cinematografía francesa: Le Samouraï (El silencio de un hombre (El samurái), 1967). Este largometraje supuso la cima tanto para Melville como para Delon, por lo que no dudaron en repetir experiencia pocos años después en Círculo Rojo (Le cercle rouge, 1970), gran obra maestra del polar, y en Crónica negra (Un Flic, 1972).

Jean-Paul Belmondo (Neuilly-sur-Seine, 1933)

El joven Belmondo siempre prefirió el boxeo y el deporte a las clases en el Liceo, aunque lo que verdaderamente terminó haciendo bien fue actuar. Empezó en el teatro a los 16 años y no debutó en el cine hasta mediados de la década de los 50 cuando la Nueva Ola lo sumergió de lleno en el éxito. Jean-Luc Godard le ofreció protagonizar Al final de la escapada (À bout de soufflé, 1960), una película que marcó un antes y un después en la historia del cine y que Jean-Paul Belmondo supo aprovechar derrochando un magnetismo genuino en cada plano.

Llegó al cine polar francés en la década de los 60 conducido por el mayor representante del género. Así, interpretó el papel principal en El guardaespaldas (L’ Aîné des Ferchaux, 1963), una de las películas menos conocidas de Jean-Pierre Melville, y, solo dos años después, hizo lo mismo con una de las más sonadas del realizador francés; en El confidente (Le Doulos, 1965).

En 1970 formó parte del elenco de Borsalino, película que retrataba a una panda de mafiosos dirigida por Jacques Deray y que protagonizó junto a Alain Delon, dando lugar a una explosiva combinación que ocasionó más de una trifulca entre los actores durante el rodaje. Repitió con el director francés años después en El solitario (Le solitaire, 1987). Se movió entre las sombras del polar en cintas como Rufianes y Tramposos (Les morfalous, 1984) de Henri Verneuil y en otros títulos en los que el género se difuminaba y se mezclaba con las películas de acción que tanto disfrutaba el actor -o su ego-, a las que también dedicó gran parte de su esfuerzo profesional.

Un género que no se agota

Film noir, neo-noir… Lejos de encontrarse extinto, el cine policiaco francés ha sabido reinventarse con el paso de los años; aunque conservar el halo de las películas clásicas y de estos actores pioneros, es un asunto más complicado. Qué alivio saber que revisitar estas cintas y volver a ver a los grandes del cine polar francés empapados bajo la lluvia tramando algo por las calles de París, es más fácil que nunca.