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Dobles vidas, la comedia dirigida por Olivier Assayas que inauguró el Festival de Cine Europeo de Sevilla, se estrena el próximo 12 de abril.

Olivier Assayas estrena este mes Dobles vidas (Doubles vies, 2018), una comedia donde el avance tecnológico es protagonista. Al cineasta le preocupa el devenir del mundo en esta tercera revolución industrial que estamos viviendo. Le interesa averiguar cómo la tecnología, la hiperconectividad y la inmediatez de la comunicación virtual han transformado no sólo la manera de relacionarnos con el mundo; sino también la manera que hemos desarrollado de estar en él, convirtiendo Internet en una extensión de nuestra mente.

Ya dejó ver algún atisbo de esta inquietud en una escena en su anterior película, Personal Shopper (2016), en la que fuimos testigos de un inquietante intercambio de mensajes desde un Smartphone. En Dobles Vidas aborda esta cuestión en el contexto del mundo editorial en el que el ebook y el audiolibro han irrumpido como titanes imparables dispuestos a eliminar el romanticismo del papel.

Un vodevil intelectual y chic

Dobles vidas sigue a Alain (Guillaume Canet), director de una famosa editorial dispuesto a modernizar su empresa y adaptarse al mundo tecnológico, y a su mujer Selena (Juliette Binoche), actriz encasillada que vive con frustración su trabajo en una serie de televisión. También está Léonard (Vincent Macaigne), escritor bohemio amigo de ambos cuyos libros publica Alain bajo su sello, y Valerie (Nora Hamzawi), su compañera y sufridora asistente de un político.

A pesar de una larga amistad y de una carrera editorial compartida, Alain rechaza el último manuscrito de Léonard mientras este se encuentra inmerso en una polémica twittera a causa de sus novelas autobiográficas. Ambos amigos hacen frente a una crisis de madurez y las relaciones entre ellos y sus parejas se cruzan y se enredan de manera complicada.

Hablar por los codos

Después de la primera escritura del guión de Dobles vidas y pasado un tiempo considerable, Assayas aborreció su relectura. No estaba en absoluto conforme con lo que había escrito en su momento y decidió cambiarlo radicalmente. Se deshizo de toda acción y de todo acontecimiento dramático y puso todo el foco en el diálogo.

Dos personajes de la película Dobles vidas dialogan de pie, enfrentados, en una cocina,

El resultado fueron unos personajes verborreicos que recuerdan a los de Woody Allen –aunque con más vino de por medio– que el elenco de actores defiende dignamente durante toda la cinta. En este filme, quizá el más divertido del director, los protagonistas hablan de Internet, de la aparición de los ebooks y la desaparición del papel, de la tendencia de los lectores y del mundo editorial. Pero también hablan de cuestiones puramente humanistas como el paso del tiempo, las relaciones sentimentales, de la infidelidad, de los celos… Conversan todo el tiempo; conversan sobre cualquier tema y el espectador queda atrapado en esa vorágine de frases ingeniosas y lapidarias.

Una carrera de fondo

La relación de Olivier Assayas con el cine se remonta a su más tierna juventud. Hijo del prestigioso guionista Jacques Rémy, empezó escribiendo con él para terminar redactando algunos episodios para series de televisión. Más tarde se convirtió en una figura importante como crítico en la revista Cahiers du Cinéma en una época en la que redescubrió a toda Francia el cine asiático.

Olivier Assayas junto a Juliette Binoche

Olivier Assayas junto a Juliette Binoche

Su carrera como director de cine ha sido constante y muy sólida desde mediados de los 80 y ha logrado destacar con varias películas importantes como París se despierta (1991), Irme Velp (1997), Finales de agosto, principios de septiembre (1998) o Después de mayo (2012). Sin embargo, destacó sobre todo por la mini serie Carlos (2010) –aunque para él no deja de ser una película de más de cinco horas de duración que debió fragmentar–, un biopic del terrorista venezolano Ilich Ramírez.

En una carrera cinematográfica en la que el uso de la fotografía es un recurso narrativo casi tangible, Assayas nunca se ha casado con un único género. Ha trabajado el drama, la comedia, el cine de acción e incluso el thriller. En sus películas se advierte un ligero aire de improvisación, un toque poético que parece casual pero que en absoluto lo es, sino que surge de una cuidada y muy pensada puesta en escena de la que, seguro, seguiremos disfrutando en nuevas entregas durante mucho tiempo.