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Entrevista a Émilien Buffard: «Mi trabajo busca visibilizar la fuerza del activismo local»

Hace un mes que se inauguró en la Alianza Francesa de Málaga la exposición ‘Sport Friendly: ¡La cancha de la diversidad!’, que celebra el deporte de forma inclusiva y diversa. Está realizada por el artista francés Émilien Buffard, y recoge distintas manifestaciones de la diversidad con retratos de 16 países distintos.

Esta producción fotográfica colaborativa se inició en 2022 en Argentina y continúa hoy en el panorama internacional para promover el deporte inclusivo, poniendo luz sobre agrupaciones deportivas inclusivas que buscan redefinir los valores clásicos del deporte, reivindicando que independientemente de su orientación o identidad sexual, género, condición física o social, cada persona tiene un lugar.

Hoy, en nuestro blog, hablamos con Émilien, cuya obra se ha centrado siempre en desafiar los estereotipos y promover la inclusión, mostrando específicamente con esta muestra que el deporte puede ser un medio de expresión y empoderamiento para todas las identidades. Su obra ha sido vista por más de 1 millón de espectadores en grandes eventos como los III Juegos Suramericanos de la Juventud (2022) y los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París (2024), así como en instituciones culturales de todo el mundo. Su obra también ha recibido una amplia cobertura mediática internacional y ha sido galardonada con el prestigioso sello «Olimpiada Cultural» por el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París 2024, lo que subraya su importancia en el panorama cultural y deportivo mundial.

En primer lugar, ¿podrías contarnos un poco de tu trayectoria?

Nací en una familia de agricultores en un pequeño pueblo de Deux-Sèvres (Francia). En aquella época, me quería dedicar a la protección de los ríos, por lo que decidí estudiar un grado en gestión y control del agua, seguido de un máster en coordinación de proyectos de solidaridad internacional y local. Actualmente, vivo en Argentina con mi pareja, originaria de la región. Al llegar a Rosario, trabajé en el programa de agricultura urbana de la ciudad.

Inicialmente, mi camino no estaba orientado hacia la fotografía. Todo comenzó en un viaje a Bolivia, donde descubrí el lago Poopó, el segundo lago más grande de Bolivia en extinguirse. Allí conocí a un pescador y al presidente de la Federación de Cooperativas Pesqueras del lago. Juntos recorrimos la zona, lo que me permitió capturar una serie de fotografías. Siempre me ha fascinado el tema del agua, así que, a mi regreso a Argentina, organizamos una serie de exposiciones y publicamos un libro sobre el tema con la editorial argentina Listocalisto, “Los huérfanos del Poopó: cuentos de un lago desaparecido”.

A través de la fotografía, quiero abordar temas que me apasionan y que pueden abrir un diálogo. Descubrir el equipo inclusivo de Yaguaretés despertó en mí el deseo de trabajar con equipos deportivos inclusivos, tanto en mi ciudad como en todo el país.

 

¿Cómo comenzó tu relación con la fotografía?

Cuando tenía 18 años, me compré una cámara para un viaje a Ucrania. Hice algunas fotos que gustaron mucho a mis amigos, pero seguía siendo un trabajo de aficionado. No fue hasta mi viaje a Bolivia, cuando fui por mi cuenta, que empecé a tomarme la fotografía en serio

 

Para «Sport Friendly», que se expone actualmente en la Alianza Francesa de Málaga, ¿cómo elegiste a los modelos?

Primero, hice algunas pruebas fotográficas con mis amigos del equipo Yaguaretés. Luego, mientras participaba en un torneo deportivo inclusivo en el que había equipos de todo el país, capturé la icónica imagen de dos jugadores de rugby besándose, del equipo Ruda Macho. Posteriormente, asistí a otro torneo en el norte de Argentina, en Salta.

Durante estos dos torneos, conocí a numerosos equipos. El material con el que trabajo es bastante sencillo, lo que me permite desplazarme con facilidad. Me acerqué a los jugadores, les pregunté si podía fotografiarlos y les expliqué el proyecto. Otros atletas y coordinadores también se acercaron a mí. Gracias a ellos, pude recorrer Argentina y fotografiar a más de 500 jugadores de 12 disciplinas diferentes.

Antes de cada sesión, les pedí que llevaran algo que los representara: una bandera, una prenda, un cartel, maquillaje o cualquier otro símbolo de identidad. Fotografié a todos los jugadores en la misma pose. La mayoría de las imágenes aparecen en el primer álbum de cromos (figuritas en Argentina), donde se pueden ver todas las fotos. Luego seleccioné una imagen por equipo, buscando aquellas que destacaron las reivindicaciones sociales de los modelos.

 

A través de la fotografía, quiero abordar temas que me apasionan y que pueden abrir un diálogo

¿Cómo definirías el deporte inclusivo?

Me enfoco principalmente en equipos liderados por miembros de la comunidad LGBTIQ+. Trabajar con ellos nos permite abordar diversas cuestiones, como la orientación sexual, la identidad de género en el deporte, la identidad trans y la no binariedad. La inclusión también abarca la diversidad física. Además de los miembros de la comunidad LGBT, estos equipos están abiertos a cualquier persona, sin importar su edad, condición física, económica o social.

 

¿Cómo te involucraste en la red de Alianzas e Institutos Franceses? ¿Qué significa para ti?

A veces resulta difícil para las instituciones comprometerse, especialmente cuando están inmersas en un contexto social, local o político complejo. El respaldo de una institución, como la red de Alianzas e Institutos Franceses, a una exposición basada en valores inclusivos genera un sentimiento de acogida, escucha y apoyo. Se vuelve refugio en caso de que, fuera de estos espacios, el contexto político sea caótico y vaya en contra de los derechos humanos.

Los Juegos Olímpicos de Francia me brindaron una gran oportunidad para internacionalizar mi proyecto. Conté con el apoyo del Instituto Francés y el Comité Olímpico y Paralímpico de París reconoció el proyecto con el sello “Olimpiada Cultural”. A partir de ahí, pudimos movilizar a toda la red cultural francesa en el extranjero.

En total, 22 Alianzas Francesa, Institutos Franceses y Embajadas han respaldado el proyecto en sus respectivas ciudades y paises, con la idea de retratar a un equipo inclusivo con la mirada de un fotógrafo local. Algunos países, como Sri Lanka, han mostrado interés en participar pese a no contar con un equipo LGBTIQ+. Sin embargo, en Colombo, un grupo de mujeres llamadas «Sea Sisters» (Hermanas del Mar) trabaja por el acceso de las mujeres al surf en un país donde este deporte ha estado tradicionalmente reservado a los hombres. Otro ejemplo es Santa Lucía, donde la homosexualidad masculina se castiga con hasta 10 años de prisión. En Jersey, debido a su tamaño, no hay equipos inclusivos.

Resulta muy interesante generar un diálogo sobre la inclusión y reflexionar sobre quiénes podrían ser representados, considerando las realidades de cada territorio. Al destacar otros equipos que trabajan en distintas formas de inclusión a nivel local, demostramos que la inclusión es un valor universal. Con esta exposición, abordamos todas las formas de diversidad.

 

Los Juegos Olímpicos de Francia me brindaron una gran oportunidad para internacionalizar mi proyecto

¿Crees que el deporte es la mejor manera de transmitir los valores de la inclusión?

El deporte enseña valores como la cooperación y la solidaridad. Sin embargo, hay avances y retrocesos. Por ejemplo, Donald Trump firmó una orden ejecutiva que prohibía la participación de atletas trans en competiciones escolares, amenazando con retirar fondos federales a las escuelas que los incluyeran en sus equipos deportivos.

Los equipos inclusivos están dando tres pasos adelante, mientras que las federaciones internacionales están retrocediendo dos. La Federación Francesa de Rugby permite la participación de atletas trans en sus competiciones, mientras que la federación internacional lo prohíbe.

Hoy en día, hay una batalla que librar en el ámbito deportivo. El deporte es un reflejo de la sociedad: lo que ocurre en la cancha, como los cánticos LGBTfóbicos, también se manifiesta fuera de él. Los avances en el deporte se reflejarán en la sociedad en el futuro.

Tailandia se convirtió recientemente en el primer país de Asia en legalizar el matrimonio igualitario. Al mismo tiempo, usted vive en Argentina, un país con un contexto político y social complicado. ¿Qué le dirías a quienes van en contra del progreso social?

Estamos enfrentando una ofensiva global contra los derechos humanos. Suele comenzar con ataques a los derechos de las minorías sexuales y luego se extiende a los derechos de los inmigrantes, las mujeres y otros sectores vulnerables.

Por eso insisto en la diversidad como un valor universal. La diversidad es parte de la humanidad, pero la inclusión es una decisión. Cuando las políticas van en contra de esa decisión, es fundamental seguir luchando. No podemos dar nuestros derechos por sentados.

Hoy más que nunca, es crucial recordar las luchas del pasado, que a menudo olvidamos, para comprender los derechos que tenemos en la actualidad: el derecho a expresarnos, a casarnos, a acceder al deporte y a otros ámbitos.

Mi trabajo busca visibilizar las demandas actuales en diferentes países, lo que aún falta y lo que se puede mejorar. Pero también tiene una dimensión positiva: mostrar la fuerza del activismo local.

 

Hoy más que nunca, es crucial recordar las luchas del pasado, que a menudo olvidamos, para comprender los derechos que tenemos en la actualidad: el derecho a expresarnos, a casarnos, a acceder al deporte y a otros ámbitos.

¿Practicas algún deporte?

Aunque ahora promuevo el deporte, lo odié en toda mi infancia. Pero cuando llegué a Argentina, practiqué voleibol y luego natación. Actualmente, me dedico principalmente a la musculación, lo que me ayuda a despejar la mente.

 

¿Conoces Málaga o Andalucía?

Lamentablemente, no conozco el centro de Málaga. Sin embargo, he estado en Torremolinos, Granada y Sevilla. Me encantó la región. Siempre he pensado que, si viviera en España, elegiría Granada… o Valencia.

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Cultura francófona Actualidad Literatura

Édouard Louis o Eddy Bellegueule. Un autor francés, una obra de teatro y una iniciativa para recuperar la adolescencia

Esta semana nos acercamos al universo literario del escritor Édouard Louis, una de las revelaciones de las letras francófonas de los últimos años. Su debut ‘Para acabar con Eddy Bellegueule’ se convirtió en un fenómeno editorial en 2014, un duro y polémico testimonio sobre su adolescencia. En octubre de 2021, LaJoven estrenó su adaptación teatral: ‘Para acabar con Eddy’, en el Teatro de la Abadía, con una propuesta en la que intervienen Francia, Reino Unido y España. La pieza, dirigida por José Luis Arellano García, cuenta con la traducción de José Luis Collado, y se ha trabajado sobre la adaptación original, de Pamela Carter.

Un proyecto del fallecido director Gerardo Vera, una de las figuras más destacadas del cine y el teatro español de las últimas décadas. La Térmica acoge el estreno en Málaga de la obra este próximo 11 de febrero a las 19.30 horas en el Auditorio Edgar Neville, y de forma previa, el miércoles 9 de febrero, un homenaje a Gerardo Vera.

El debut literario de Édouard Louis es una novela autobiográfica, con ecos de Jean Genet y Bernard-Marie Koltès, narrada de manera rabiosa y febril en la que, a sus 22 años, denunciaba el clima de homofobia, machismo, pobreza y maltrato en el que creció en su pueblo del norte de Francia. Un infierno familiar del que consiguió escapar refugiándose en París gracias a una beca y que enterró el día en el que cambió su apellido por el de Louis. “La literatura elimina la frontera entre lo personal y lo político. Y este es un texto político para mi generación”, cuenta su autor, convertido en una voz de referencia del colectivo LGTBIQ. “Para luchar contra la violencia, primero tienes que aprender a identificarla”.

Entornos hostiles: una obra sobre los años más importantes de la vida de ‘Eddy’

La sinopsis de la pieza de LaJoven explica que Édouard Louis y Eddy Bellegueule son la misma persona y no lo son. ‘Para acabar con Eddy’ es la historia de una transformación, la del niño peculiar que tiene que sobrevivir en el entorno hostil en el que tiene la mala suerte de nacer. El niño sensible e inquieto que debe ocultar su verdadero yo para intentar ser aceptado. El adolescente que se desvive por parecer un hombre de verdad para esquivar así el destino de abusos y humillaciones al que parece condenado. Pero es Édouard quien, con una honestidad descarnada y luminosa, nos cuenta la historia de Eddy, de su sufrimiento y de su liberación cuando por fin consigue huir de ese entorno opresor. Porque el final de Eddy Bellegueule es el principio de Édouard Louis, uno de los escritores más brillantes de su generación.

«Me hice escritor porque estoy enfadado. La cólera me ha hecho escribir. Crecí en un ambiente social en el que, como he dicho, la gente sufría violencia, exclusión, pobreza. Cuando me mudé a París y comencé a estudiar, y fui el primero de mi familia en hacerlo, me di cuenta de que sobre esas personas había muy poco discurso en la literatura, en el periodismo, en el arte. Así que escribí por un doble enfado. Me di cuenta de que lo que había vivido como niño no era normal, y también había un enfado contra la literatura. Quería casi agredir a la literatura por no haber hablado de mi padre, de mi madre, de las clases más pobres y excluidas» explicaba Louis en una entrevista a La Vanguardia en 2019.

“Este texto luminoso de Édouard Louis está impregnado de verdad, atravesado por los cuatro costados por una violencia verbal y física que no te da respiro. Es un grito desesperado de un adolescente consciente de que para su familia no es más que un ser degradado, una fuente de vergüenza, de repulsión, de ignominia; una maldición. Ecos de Genet y Koltès, la misma violencia, la misma fragilidad y la misma compasión hacia los personajes”, explicaba Gerardo Vera al trabajar en la adaptación teatral de la obra del escritor francés.

Inspiración: teatro y activismo

LaJoven es un proyecto teatral de profesionales de las artes escénicas y de la comunidad docente de Secundaria y Bachillerato que sirve como espacio laboral para jóvenes artistas, gestores y técnicos de hasta 30 años. Su misión es extender el amor por la cultura e incorporar a los públicos jóvenes al teatro a través de la dramaturgia contemporánea. Más de 50.000 espectadores de más de 60 ciudades de toda España asisten a los espectáculos de LaJoven.

Además, esta obra no es la única consecuencia artístico-social del primer libro de Louis. En 2016 nació la Fundación Eddy-G, una entidad sin ánimo de lucroque se caracteriza por ser el primer hogar de acogida en España para jóvenes del colectivo LGTBIQ víctimas de violencia familiar, bullying o cualquier otra forma de LGTBIQfobia.

Durante un año máximo, ofrecen alojamiento a los jóvenes, asesoramiento laboral y educación para ofrecer una oportunidad diferente de encaminar sus vidas. De esta manera, pueden enseñar a una parte muy joven del colectivo LGBTIQ marcada por un pasado especialmente duro, a aprender a valerse por sí mismos ayudándoles a ser adultos libres, autosuficientes y responsables de sus vidas.

Ese mismo año la Fundación abrió un piso de acogida en Madrid; un espacio en el que dar la posibilidad de construir un nuevo proyecto de vida. Durante el año de estancia en el piso ponen a su a disposición un proyecto psicosocial, con terapia psicológica, acompañamiento personal y actividades grupales, además de un equipo dedicado a orientación sobre sus estudios, y orientación laboral.

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Cine belga Actualidad

Girl, la determinación y fragilidad de una adolescente transexual

La determinación y la vulnerabilidad conviven en la joven protagonista de «Girl», la ópera prima del director belga Lukas Dhont que se estrena este viernes, un filme sobre una adolescente que nació niño y cuyo empeño es convertirse en bailarina y transformar un cuerpo en el que se siente atrapada.

Dhont indaga en la relación de su heroína, Lara, con su entorno y a la vez consigo misma, en «un diálogo masculinidad-feminidad» que ha tenido «siempre presente» en sus otros trabajos, cortometrajes en los que ha tocado temas como «la danza, la transformación y la identidad», explica.

«Esta película es una colección de todo los que me ha ido interesando hasta ahora», señala el realizador, nacido en 1991, que ganó la Cámara de Oro a la mejor ópera prima en el último Festival de Cannes, donde el filme se alzó también con el premio Fipresci de la crítica internacional y donde Víctor Polster se hizo con el premio a la mejor interpretación en la sección Un Certain Regard por su papel de Lara.

Dhont pensó por primera vez en esta historia cuando en 2009 leyó en un periódico que una chica de 15 años que había nacido chico, recién graduada en un instituto católico, quería ser bailarina por encima de todo, «de las consideraciones y apreciaciones de los demás». «Me llamó la atención su audacia, ver a esa chica tan valiente que tenía tan claro lo que quería hacer», afirma el director belga, que se reunió luego con la protagonista de la noticia, aunque en el guion se aleja de la vida real de esa joven para entrar de lleno en la ficción.

«Ella no quería tener ningún tipo de relación íntima, quería esperar a la operación de cambio de sexo, me dijo. A mí me interesaba la relación del personaje con su propio cuerpo y ese fue el germen de la película», precisa. Cuando tenía ya 30 páginas escritas contactó con Angelo Tijssens, autor teatral y director de la compañía Ontroerend Goed, que ha viajado con él a San Sebastián, con quien finalmente dio forma al guion de «Girl» y con el que trabaja ahora en el texto de su próximo largometraje, que va a coger «otro rumbo».

Quien no tiene deseos de ponerse de nuevo tras la cámara es Victor Polster, elegido en un casting al que acudieron medio millar de candidatos tras «un flechazo instantáneo». «Él solo se presentaba como bailarín, pero sobresalió desde el primer momento. Ahora tiene 16 años y lo que quiere es seguir bailando», dice Dhont del protagonista de su película, excelente en una interpretación que se apoya también en la magnífica del actor Arieh Worthalter, el padre de una familia donde no existe la figura materna.

Aceptada por la crítica
Los premios de Cannes y el buen recibimiento de la crítica les abre ahora puertas que antes estaban cerradas. Para Dhont y Tijssens, el «mayor lujo» es contar con tiempo para poder escribir su próximo guion «sin precipitaciones». Asegura que «aún es muy pronto» para sentirse «asustado» por su nuevo largometraje cuando aún no se ha puesto «manos a la obra» y cuando además aún no se ha estrenado «Girl».

En España llegará a las salas comerciales el próximo 28 de septiembre, antes que en su país, donde se estrenará el 9 de octubre. Hoy, tras la presentación en el teatro Victoria Eugenia de San Sebastián, donde se proyectan los títulos de la sección Perlas, el público ha dedicado un largo aplauso a esta «Girl» decidida, que tras una tozuda capacidad de sacrificio, esconde también una lógica fragilidad.

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Cine canadiense Monográficos

Edipo inspirado: la obra de Xavier Dolan

Arrogante, superficial, genial, excesivo, pretencioso… son sólo algunos de los adjetivos que se han utilizado para definir al cineasta franco-canadiense Xavier Dolan (Quebec, 1989). Su obra no se presta a la unanimidad de opiniones: amas su cine o lo odias. Abanderado LGTBI y amante de la cultura pop de los 90, este joven talento creció delante de una cámara y nunca más se separó de ella. Escribe, produce, dirige y, en ocasiones, protagoniza sus películas. Con sólo 29 años acaba de dar el salto a Hollywood con el estreno de su séptimo trabajo, La vida y muerte de John F. Donovan (2018), para lo que se ha rodeado de la élite del star system americano.

Su obra gira en torno al amor en todas sus vertientes: maternofilial, fraternal o romántica. Y siendo este el gran leitmotiv de sus películas, los personajes que nos ofrece no se salvan a través de él, sino que los condena, los maltrata y los destruye. El director se siente cómodo explorando las relaciones familiares y apela a los espectadores a través ellas porque casi todo el mundo conoce y sufre en su propia piel a la familia. Lo que Dolan nos muestra en la pantalla nos concierne irremediablemente y él nos lo ofrece sin mesura.

“Prefiero ser referido como un joven talento precoz de Quebec a no ser referido en absoluto”

— Xavier Dolan

Los apegos feroces.
De cómo ajustar cuentas con la madre.

La figura de la madre es un elemento omnipresente en la obra del quebequés. Con ella inicia su carrera presentando en Cannes su ópera prima Yo maté a mi madre (2009), película con un alto contenido autobiográfico, que narra la convulsa relación entre Chantal (Anne Dorval) y su hijo Hubert (Dolan) de 16 años. La madre no entiende al hijo, tan pasivo y hermético; el hijo odia a la madre, tan exasperante y simplona. Aunque la película parte de una premisa sencilla, los personajes, a pesar de los gritos, desarrollan diálogos mordaces y los ubica en el centro de una atmósfera cargada de magnetismo y profundidad psicológica.

El cineasta deja claras cuáles van a ser sus intenciones como director en este debut. Personajes intensos, una estética vintage rayana en lo kitsch, momentos musicales casi épicos, primeros planos dramáticos en blanco y negro, continuos guiños a la literatura y a las artes plásticas; sólo hay que ver el homenaje que Hubert y su chico dedican a Pollock mientras pintan una pared y se besan apasionadamente en stopmotion.

En su cuarta película, Mommy (Premio del Jurado en Cannes, 2014), vuelve a sumergirnos en una relación madre-hijo aunque desde una perspectiva más madura y más benevolente. La magnífica Anne Dorval vuelve a ser protagonista representando a Diane, madre de Steve (Antoine-Oliver Pilon) en un Canadá ficticio donde los padres pueden ceder la custodia de los hijos problemáticos al Estado. Aunque Steve sufre TDAH y su comportamiento es impulsivo y violento, Diane decide que su amor por él será suficiente para salvarlo, aunque finalmente no lo sea. Ambos encuentran apoyo en Kyla (Suzanne Clément), una vecina que resulta ser el contrapunto perfecto en este triángulo tan lleno de traumas y dolor.

La mayor peculiaridad de Mommy es el formato en el que está rodada (1:1). La pantalla se convierte en un elemento narrativo más que se sincroniza con los personajes expandiendo y cerrando el campo de visión en función de sus emociones. Gracias a este recurso Dolan consigue erizarnos la piel a ritmo del Wonderwall de Oasis en una de las escenas más deslumbrantes de su obra.

El amor nos hará libres (o no).
De cómo lidiar con la frustración del amor romántico.

En Los amores imaginarios (2010) nos sumergimos hasta el fondo de un excéntrico triángulo amoroso compuesto por Marie (Monia Chokri) y Francis (Dolan), amigos del alma, que se enamoran perdidamente del escurridizo y ambiguo Nicolas (Niels Schneider). La competición entre Marie y Francis por conseguir su atención roza lo ridículo a través de peleas en pleno bosque, miradas afiladas o rituales de belleza previos a la cita a cámara lenta con el Bang bang de la italiana Dalida de fondo. Pero Dolan es un esteta nato y hace de lo cotidiano extravagancia y la comicidad, entonces, se convierte en puro lirismo. Voilà.

Si en la anterior el amor era imaginario, en Laurence Anyways (2012) es demasiado tangible. Dolan continúa explorando las relaciones amorosas y la sexualidad a través de la historia de Laurence (Melvil Papaul), mujer transgénero en busca de su identidad, y su novia Fred (Clément). En casi tres horas de duración, el director condensa toda una década vivida por sus protagonistas. Una epopeya narrada a través de encuadres preciosistas, color explosivo y momentos musicales cercanos al videoclip. Al mismo tiempo, consigue exprimir al máximo la energía de los dos actores principales y el resultado es un drama romántico tan bello como triste pero, por encima de todo, singular.

Los demonios internos.
De cómo luchar contra la culpa.

El  largometraje de su filmografía está basado en la pieza teatral de Michel M. Bouchard Tom en la granja (2013) y es, sin duda, el que más difiere del resto de su obra. Sin renunciar a su estilo ni a su sensibilidad estética, el director nos sumerge en una  atmósfera oscura y húmeda cercana al thriller psicológico y con elementos del noir. Tom (Dolan) llega al pueblo de su difunto novio para asistir a su funeral. Allí descubre que la madre (Lise Roy) y el autoritario hermano (Pierre-Yves Cardinal) de su pareja ignoraban su homosexualidad y nunca habían oído hablar de él. Atrapado por la presión de la familia y su propio dolor, como en una especie de Ángel exterminador rural, Tom no puede abandonar la granja. En este contexto la construcción de los personajes, que luchan continuamente contra sí mismos y su sentimiento de culpa, adquiere una mayor profundidad. A partir de esta película empieza a advertirse una evolución narrativa en el trabajo del director, que cambia de registro y se aleja de los melodramas anteriores.

En su cuarto filme, Tom en la granja, se advierte una evolución narrativa en el trabajo del director, que cambia de registro y se aleja de los melodramas anteriores.

Ya nos advirtió Tolstoi aquello de la singularidad de las familias desgraciadas. Que todos arrastramos el dolor de la nuestra lo vuelve a dejar patente Xavier Dolan en su sexta película Sólo el fin del mundo (2016), adaptación de la obra de teatro homónima de Jean-Luc Lagarce. En ella, un escritor (Gaspard Ulliel) vuelve a la casa familiar después de 12 años de ausencia y breves postales esporádicas para anunciar su muerte. Sin embargo, el peso de la culpa, de lo que no se dice y de lo que se dice a gritos, desborda la situación en un clima asfixiante propiciado por los continuos primeros planos en los que encierra a los protagonistas y que desnaturalizan la interacción entre ellos. En este film, gran premio del Jurado en Cannes, el joven director se rodea de grandes nombres para dar vida a sus personajes (Lèa Seydox, Marion Cotillard, Vincent Cassel) y los conduce hacia situaciones de histeria desmesurada mezcladas con grandes momentos musicales, tal y como nos tiene acostumbrados. Esta película quizás sea la película más Dolan de todas.

Con todos los altibajos propios de una carrera precoz, casi apresurada, la realidad es que Xavier Dolan tiene una mirada tan provocadora desde sus inicios que sólo cabe esperar sus próximas entregas con la ilusión de ver cómo tratará de superarse a sí mismo una y otra vez. Cómo seguirá abordando el drama, la familia o el amor. Y con qué música va a tranquilizarnos y decirnos que, pase lo que pase, para cada momento siempre existirá la canción perfecta.

Todos los films de Xavier Dolan están disponibles en Filmin, y han sido editados en España por Cameo.

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