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Ensor, Delvaux o Magritte: arte belga en Málaga

Más de setenta obras de arte belga llegan a Málaga procedentes del Musée d’Ixelles de Bruselas, con esta exposición que incluye piezas icónicas de Ensor, Delvaux o Magritte. La muestra ofrece un completo y singular panorama de las principales tendencias plásticas desarrolladas en Bélgica desde el fin-de-siècle hasta los años cuarenta del siglo XX.

En este período de intensa búsqueda de modernidad, el arte belga presenta influencias internacionales y características específicamente locales, y se significa sobre todo por sus propuestas avanzadas, el atrevimiento creativo y la tensión entre el profundo apego a la realidad y la propensión a la imaginación desbordante. Un arte que destacó por su libertad creativa, el color deslumbrante y sus atmósferas enigmáticas.

Bajo esta premisa se presenta la exposición ‘Arte belga. Del impresionismo a Magritte. Musée d’Ixelles’ del Museo Carmen Thyssen Málaga, que se puede visitar hasta el próximo 5 de marzo de 2023. Desde la Alianza Francesa nos acercamos a esta muestra que recoge una importante colección artística del Musée d’Ixelles de Bruselas de inmenso valor cultural francófono.

La pinacoteca ofrece un completo y singular panorama de las principales tendencias pictóricas desarrolladas en Bélgica desde finales de siglo XIX hasta mediados del XX, a través de 77 obras de 53 artistas entre los que destacan nombres tan conocidos para el gran público como James Ensor, René Magritte o Paul Delvaux. Se trata de un ambicioso recorrido por la evolución artística en Bélgica que va del realismo al surrealismo, pasando por las vanguardias propias desarrolladas en este período de búsqueda de modernidad, en el que el arte belga destacó por su libertad creativa, color deslumbrante y sus atmósferas enigmáticas.

En esta exposición, la primera íntegramente internacional para el Museo Carmen Thyssen Málaga y la más completa realizada hasta la fecha en nuestro país sobre el arte belga de finales del XIX y principios del XX, encontramos un arte que bebe de influencias internacionales pero también presenta características específicamente locales, dando lugar a propuestas muy avanzadas donde conviven el atrevimiento creativo y la tensión entre el apego a la realidad y una propensión a la imaginación desbordante.

 

Un recorrido por el arte belga: del realismo al surrealismo pasando por las vanguardias

Así, el Museo Carmen Thyssen Málaga invita al espectador a adentrarse en el cautivador panorama del arte belga mediante un discurso cronológico que se recorre a través de las cuatro secciones en que se ha dividido el relato: el realismo y los orígenes del paisaje naturalista; el impresionismo y sus derivaciones; el simbolismo y las vanguardias fauvista y expresionista y, finalmente, el surrealismo. Nombres muy conocidos por el gran público como James Ensor, con un estilo colorista a medio camino entre el impresionismo y el expresionismo, o los máximos exponentes del surrealismo belga e internacional, René Magritte y Paul Delvaux, conviven con artistas que muchos espectadores tendrán ocasión de descubrir, como Jan Toorop, Émile Claus, Anna Boch, Fernand Khnopff, Léon Spilliaert o Jos Albert, entre otros muchos.

 

Entre las obras más destacadas del recorrido se encuentran Dunas, de Louis Artan, expuesta en la primera sección, que ocupa la Sala Noble (planta primera), y es un ejemplo del nacimiento de la modernidad en el paisaje belga; El gran interior de Jos Albert (1914), que recibe al visitante en la planta tercera, con su explosión de colores que enlazan al autor con el fauvismo francés; La mujer de la sombrilla, de Jan Toorop y Dunas al sol, de Anna Boch, que son ejemplos del mejor impresionismo producido en la Bélgica del fin-de-siècle; El donante feliz, de Magritte, con su inconfundible silueta de un hombre con bombín, o el sueño de inspiración clásica de Las cortesanas de Delvaux.

 

Un diálogo con la colección permanente y los viajeros españoles

‘Del impresionismo a Magritte’ plantea, además, un itinerario cronológicamente paralelo al de la colección permanente de la pinacoteca malagueña, lo que permitirá a los visitantes del museo establecer un interesante diálogo entre el arte español y el belga en el período mostrado. Desde el realismo y el naturalismo hasta comienzos del siglo XX, en el caso del museo, y siguiendo hasta las vanguardias en el de Ixelles.

No es la única conexión singular con nuestro país que el visitante encontrará en las salas, ya que algunos de los artistas presentes en la muestra fueron viajeros por España. Es el caso de Théo Van Rysselberghe, de quien se muestra una vista del Patio de los Leones de la Alhambra y que fue amigo íntimo de Darío de Regoyos, también presente en la exposición y en la colección malagueña, y que estuvo muy vinculado a la escena artística belga.

“Esta exposición es una oportunidad excepcional para conocer de primera mano y con notables ejemplos la esencia del arte belga, a través de la colección del Musée d’Ixelles, una institución fundada en 1892 que atesora en Bruselas una importante colección de  15.000 obras desde el siglo XIX hasta el arte contemporáneo”, destaca Lourdes Moreno, directora artística del Museo Carmen Thyssen Málaga, que pone en valor que, gracias a esta alianza internacional, Málaga se convierta en un escaparate temporal en nuestro país de estas obras maestras durante los próximos meses.

Théo Van Rysselberghe, Té en el jardín, 1901. Óleo sobre lienzo, 98 x 130 cm. Donación Madeleine Maus, 1922. Musée d’Ixelles (Bruselas)

 

El conjunto de obras mostrado es tan extenso que, junto a la sala de exposiciones de la tercera planta, se ha incorporado al recorrido la Sala Noble, en la primera. Además, como complemento a la propuesta, habrá un ciclo de conferencias con expertos internacionales en arte belga y un programa de actividades ligado a este proyecto, con acciones para los más pequeños y propuestas escénicas de pequeño formato. Por su parte, el catálogo que desgrana las claves de la exposición se ha editado en formato trilingüe, con textos en español, francés e inglés.

Toda la información de la muestra, que puede ser visitada del 11 de octubre de 2022 al 5 de marzo de 2023, está disponible en la página web www.exposicionartebelga.es.

René Magritte, El donante feliz, 1966. Óleo sobre lienzo, 55,5 x 45,5 cm. Adquirido en 1966. Musée d’Ixelles (Bruselas) © René Magritte, VEGAP, Málaga, 2022.

 

Bibliografía:

Nota de prensa: «El Museo Carmen Thyssen Málaga acoge el mejor arte belga moderno del impresionismo a Magritte». Arte belga. Del impresionismo a Magritte. Musée d’Ixelles. (Museo Thyssen Málaga).

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Diccionario Arte

Los rebeldes del impresionismo francés

La segunda mitad del siglo XIX estuvo marcada por una generación de artistas que mandaron a paseo el establishment de la época para dar paso al impresionismo francés y descubrir una nueva manera de plasmar la realidad en el lienzo.

Al observar los motivos románticos -y algo cursis- elegidos por los artistas del impresionismo francés para sus obras, cuesta pensar que todos esos paisajes floridos, esas imágenes parisinas de elegantes picnics en el bosque o esas escenas de burgueses disfrutando de la absenta en los bares, fueran símbolo de rebelión y subversión ante el paradigma artístico imperante de la época en Francia.

Los impresionistas fueron el grupo más radical, combativo y rompedor de la historia del arte y con su lucha marcaron el inicio del arte moderno. Manet, Degas, Renoir, Braquemond, Pisarro, Cézanne, Monet… Todos los hombres y mujeres que antes o después se adscribieron al movimiento rompieron las reglas del juego y desarrollaron un complejo modo de pintar nunca antes visto que reflejaba la vida moderna de un París efervescente en pleno crecimiento económico y cultural.

Las bailarinas de Edgar Degas

Cazadores de luz

Ahora a nadie le sorprendería ver a una persona pintando en plein air en un mirador, un paseo marítimo o en el campo. Pero a mediados del siglo XIX que alguien sacara su paleta y sus pinceles a la calle y montara un caballete en cualquier parte no era en absoluto habitual ni estaba bien visto. Pero a los impresionistas franceses las convenciones sociales no les decían nada.

Rompieron la pared que separaba sus estudios del mundo real y pasaron más tiempo creando fuera de ellos que dentro. Esto significaba que pintaban bajo constantes cambios de luz y con condiciones ambientales que se escapaban de su control. Querían captar un instante fugaz en el que el color brillaba de una manera determinada o las sombras se encontraban en el lugar preciso. El trazo no tenía más remedio que ser rápido, la velocidad pasaba a ser parte del proceso. Las pinceladas eran intencionadamente evidentes y llenaban el lienzo de vibración: aparecieron gamas más amplias de color, más matices. Realmente se trataba de algo rompedor en aquel momento.

«Almuerzo sobre la hierba» de Manet

Academia versus impresionismo francés

Para los impresionistas no fue fácil ingresar en el mundo del arte. Sus problemas empezaron cuando se toparon con la poderosa y conservadora Académie des Beaux Arts. Para los académicos todo lo que no fuesen representaciones mitológicas, iconografía religiosa o Antigüedad Clásica, no tenía cabida en su prestigiosa institución. Pero estos jóvenes artistas del impresionismo francés no tenían interés en estos temas: ellos querían documentar el mundo tangible y real que los rodeaba.

No obstante, los críticos y la prensa se les echaban encima continuamente. Recibieron burlas y fueron acusados de no generar arte comme il faut. Las reglas eran estrictas y esta nueva técnica amenazaba con cambiarlas para siempre, algo que la Academia no podía permitir. En consecuencia, la mayoría de los impresionistas no podían vender su obra y estaban condenados a una vida de pobreza. Su reacción fue de la indignación al enfado pero, aun así, siguieron adelante y no se rindieron. Al fin y al cabo, se encontraban en el mejor momento histórico posible para rebelarse: cambios políticos violentos, avances tecnológicos, el nacimiento de la fotografía, nuevas ideas filosóficas… París se estaba convirtiendo en una capital urbana y artística sin precedentes.

Rue de Batignolles, 11

Un grupo de unos 30 artistas pertenecientes al impresionismo francés se reunían en su café favorito en el número 11 de la calle Batignolles –hoy el número 9 de la avenida Clichy– para discutir sobre el arte y sus técnicas, la vida y -muy especialmente- la animadversión general que sentían hacia la Académie que casi era palpable en el ambiente.

Claude Manet, que tenía un estudio cerca y pasaba mucho tiempo animando a los jóvenes y nuevos talentos, terminó llamando a esta generación de artistas rebeldes a la que pertenecía y para la que fue una especie de gurú  El grupo de Batignolles.

Las grandes bañistas de Paul Cézanne

El salón de los rechazados

Uno de los acontecimientos artísticos más importantes del momento era el Salón de París, una exposición anual organizada por la Academia a donde los impresionistas, por supuesto, jamás llegarían. El jurado negaba obra tras obra hasta que en 1863 los artistas protestaron cuando más de 3000 lienzos fueron rechazados. Napoleón III, el último monarca de Francia, cuyo régimen no gozaba de popularidad precisamente, trató de tender puentes creando el Salon des Refusés (Salón de los Rechazados). Allí fueron a parar todas las pinturas que no tenían cabida en el Salón de París y gracias a ello fue el público quien juzgó la legitimidad de las obras “malditas”.

A partir del 74, los impresionistas, animados por Manet, siempre motor del movimiento, expusieron en ese salón y comenzaron a recibir la atención que merecían. El impresionismo francés se había hecho un nombre por fin en la historia del arte y con sus artistas, había llegado el mundo moderno.

Bibliografía

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