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A las puertas de Cannes: las actrices francesas del siglo XXI

La 74 edición del Festival de Cannes trae consigo todo lo que nos perdimos el año pasado. El certamen de cine comercial más prestigioso del mundo ha citado a los artistas a sus puertas para el próximo 6 de julio. Tal y como avanzan las vacunaciones (especialmente entre colectivos privilegiados), no creemos que nadie se salte la invitación. Sabéis que, si algo nos gusta en la Alianza Francesa, es el cine. Por eso queremos amenizar la espera de tan anticipado evento repasando la lista de actrices francesas que se han ido a casa con un premio a la Mejor Actriz en lo que llevamos de siglo.

Las actrices francesas de Cannes: de Huppert a Bercot

El siglo XXI inauguraba el Olimpo de actrices coronadas en Cannes con dos papeles escritos por los dos directores europeos más inquietantes. En el año 2000, Lars von Trier estremecía a medio mundo con Bailando en la oscuridadpelícula que presentó a Björk como actriz revelación.

La artista islandesa se hizo con la Palma de Oro a la Mejor Actriz por su interpretación en el oscurísimo musical.

Al año siguiente, (fruto de una relación artística bastante más amable), Isabelle Huppert encarnaba a la profesora de piano más memorable del cine europeo, en la laureada cinta de Michael Haneke. Se inauguró así la serie de actrices francesas premiadas en el Festival de Cannes con el Premio a la Mejor Actriz.

Isabelle Huppert, el único doblete galo

La pianista, considerada una de las obras cumbres del austríaco Haneke, cuenta la retorcida relación entre Erika Kohut, una profesora de piano del conservatorio de Viena que vive una doble vida de inestabilidad emocional y depravaciones sexuales, y su alumno Walter, un aspirante a músico que siente tanta admiración y deseo como repulsión por ella.

Isabelle Huppert es la única actriz francesa en haber conseguido dos premios de interpretación en el Festival de Cannes

Cuando recibió su reconocimiento por La pianista, Isabelle Huppert se convirtió en la única actriz francesa en la historia de los premios del Festival de Cannes en hacerse con la Palma de Oro a la Mejor Actriz en dos ocasiones. Ya había sido premiada anteriormente por la cinta Violette Nozière, en 1978.

Isabelle Huppert es una de las artistas más queridas de su generación. Además de su inmenso talento, su trato cordial con la prensa y el perfil bajo que ha mantenido en su vida privada le han congraciado el favor del público. Su carrera como actriz es una de las más internacionales de su generación, y la diversidad de los roles que ha interpretado ha suscitado la comparación honrosa de la Meryl Streep europea.

Charlotte Gainsbourg

Ocho años más tarde, en el 2009, Charlotte Gainsbourg se llevaba la Palma a casa por la película Anticristo, otra vez, de Lars von Trier. En esta película, Charlotte Gainsbourg y Willem Dafoe interpretan a una pareja que intenta sobrevivir a la muerte de su hijo pequeño mientras su realidad se vuelve cada vez más estremecedora e inquietante.

Charlotte Gainsbourg es hija del compositor Serge Gainsbourg y la actriz Jane Birkin, aunque se ha ganado su sitio en el palmarés de Cannes por méritos propios. Ha aparecido en varias decenas de películas, y ha publicado cinco discos como cantante solista.

Juliette Binoche

Uno de los rostros más queridos del cine francés, dentro y fuera de las fronteras de la República. Juliette Binoche es, junto a Isabelle Huppert y Marion Cotillard, uno de los rostros más internacionales del séptimo arte galo. Un año después de la victoria de Charlotte Gainsbourg, Juliette Binoche recibía su primera Palma de Oro por su interpretación sin nombre en Copia certificada. 

Esta producción franco-italo-iraní fue dirigida por el autor iraní Abbas Kiarostami. En ella, Binoche interpreta a una coleccionista de arte que pasa un día con un escritor, interpretado por William Shimell, en el que se reflexiona sobre el arte y la vida mientras la línea entre ficción y realidad se difumina paulatinamente.

Juliette Binoche es uno de los rostros más queridos del cine francés, dentro y fuera de las fronteras de la República

Desde que comenzara su carrera, Juliette Binoche ha recibido premios y nominaciones de todos los certámenes y festivales importantes de Europa y Latinoamérica, incluyendo los Premios Oscar (dos nominaciones), Premios Goya, César, British Independent Film Awards, Premios del Sindicato de Actores…

Bérénice Bejo

Conocida internacionalmente por su papel de Peppy Miller en el exitazo The artist, de Michel Hazanavicius, esta actriz franco-argentina se convirtió en sucesora de Juliette Binoche en el palmarés de Cannes. En 2013, Bérénice Bejo protagonizó El pasado, una película francesa dirigida por el iraní Asghar Farhadi.  Bejo interpreta a Marie, una mujer conflictuada por sus relaciones a punto de casarse por cuarta vez.

La película recibió críticas muy positivas por parte de la prensa, y cosechó premios y reconocimientos en toda la temporada de festivales. Desde entonces, Bérénice Bejo ha participado en catorce películas. Así suma más de sesenta proyectos en su currículum.

Actualmente, tiene cuatro proyectos en posproducción.

Emmanuelle Bercot

La actriz Emmanuelle Bercot se hizo con el premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cannes e el año 2015. Consiguió la Palma de Oro gracias a la película Mi amor, firmada por la artista Maïwenn.

Emmanuelle Bercot es un nombre muy conocido dentro de las fronteras francesas. La actriz ha estado nominada en cinco ocasiones a los premios César, tanto en calidad de actriz como en calidad de directora.

En la película Mi amor, Bercot interpreta a Tony, una paciente que se recupera de una lesión en una clínica junto al mar. Desde allí rememora su matrimonio con Giorgio, interpretado por Vicent Cassel, intentando encontrar el momento en el que todo se estropeó.

Con el reconocimiento que la intérprete recibió en el festival, se convirtió en la última intérprete francesa en llevarse la Palma de Oro a casa.

2021, ¿por fin el año de Marion Cotillard?

Si hay un nombre que resulta familiar en casi todas partes es el de Marion Cotillard. La actriz más internacional de Francia, de lejos. Ganadora de un premio Oscar a la Mejor Actriz por la película La Môme, Marion Cotillard es una de las grandes ausencias en el Olimpo de las actrices francesas ganadoras de una Palma de Oro.

Fuera de las fronteras francesas, conocimos a Cotillard por primera vez en la pantalla internacional interpretando a Geneviève, la dulce mujer de Billy Crudup en la fábula Burtoniana Big fish. Desde entonces, Cotillard ha trabajado con -casi- todos los directores y directoras más influyentes de nuestro tiempo.

¿Seguirá Marion Cotillard (por fin) la línea de actrices francesas premiadas en Cannes?

Este año, sin embargo, el Festival se inaugura con Anette, una película de Leos Carax protagonizada por Cotillard y Adam Driver. Según adelanta la prensa, la trama de Anette versa sobre la relación entre Herny (Adam Driver) y Ann (Marion Cotillard), una exitosa pareja de reconocidos artistas que ve su existencia dada vuelta con el nacimiento de su primogénita, Anette.

¿Será este el año en el que los ojos más famosos de Francia se lleven la Palma de Oro a casa? Tendremos que esperar hasta el 17 de julio para saberlo.

¿Dónde puedo ver estas pelis online?

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Vincent Cassel: lo mejor del emperador

La semana pasada se estrenó en España ‘El emperador de París’, la cinta dirigida por Jean-François Richet y protagonizada por Vincent Cassel. Aprovechamos la ocasión para revisitar los títulos más importantes de la carrera del actor.

No es la primera vez que el director de películas tan taquilleras como el thriller Blood Father (2016) o la doble entrega de Mesrine (2008) hace tándem con el explosivo Vincent Cassel. En El emperador de París (2019), Jean-François Richet cuenta de nuevo con el actor francés para dar vida a Eugène-François Vidocq (1775-1857), un personaje legendario conocido por sus trapicheos y su actitud pendenciera que terminó siendo el jefe de la seguridad nacional en el París del siglo XIX.

Interpretar al típico príncipe azul de comedia romántica no es un trabajo para Vicent Cassel. Estamos acostumbrados –y él también lo está– a verle en la pantalla haciendo de tipo duro con serios problemas o dando vida a personajes histriónicos que habitan en los márgenes. Por eso, esta versión violenta de Vidocq le viene como anillo al dedo. Hoy por hoy sigue siendo uno de los actores más interesantes del panorama cinematográfico internacional y queremos repasar algunos de los títulos de factura francesa más remarcables de su carrera.

El odio (La haine, 1995)

Mathieu Kassovitz dirigió esta película de culto de los años 90 en un llamativo blanco y negro. Con ella, el jovencísimo Vincent Cassel se da a conocer al mundo interpretando a Vinz, un adolescente judío quien, junto a sus amigos, presencia un hecho en el que uno de ellos resulta herido por la policía. Sediento de venganza y con una pistola encontrada, Vinz deambula por las calles de París a ritmo de hip hop, entre bandas callejeras, violencia y conflictos.

Con esta cinta Kassovitz hizo hervir la corrección política y denunció el abuso policial, el racismo y la violencia que se vivían en aquella época en los suburbios de la ciudad. Un año después resultó ser la Mejor Película en Cannes y obtuvo 10 nominaciones a los Premios Cesar, para alzarse ganadora con con el de Mejor Película y Mejor Montaje.

Lee mis labios (Sur mes lèvres, 2001)

Jacques Audiard, director francés que firma películas tan imprescindibles como Un profeta o la reciente The sisters brothers, contó con Vincent Cassel para desarrollar la multipremiada Lee mis labios. En esta ocasión, el actor da vida a Paul, un ex convicto que conoce a la solitaria Carla (Emmanuelle Devos) en un nuevo trabajo.  La chica es sorda  y por ello se convierte en el objeto de las burlas de sus compañeros.

Ambos marginados buscan refugio en el otro y comienzan una relación que deviene de forma natural entre ellos. Jacques Audiard combina la discapacidad, la inseguridad, el amor y la venganza para formar este moderno e intenso film. Lee mis labios arrasó en la edición de los Premios Cesar del año siguiente ganando el de Mejor Guión Original, Mejor Sonido y Mejor actriz para Devos.

Irreversible (Irréversible, 2002)

Si alguien sabe cómo hacer que los espectadores se revuelvan en sus butacas ese es, sin duda, Gaspar Noé. El director de la inquietante Clímax (2018) llevó a cabo en Irreversible una de las escenas más salvajes e incómodas de la historia del cine.

En este filme, el director cuenta la historia de Marcus (Vincent Cassel) y Pierre (Albert Dupontel), que se mueven por el lado más sórdido y delirante de la noche parisina. Rabiosos y ávidos de venganza, quieren encontrar al responsable de la violación y atroz muerte de la compañera de Marcus, Alex (Monica Belucci). La cinta, no exenta de polémica como es habitual en el cine de Noé, recibió críticas divididas por su carga sexual y violenta así como su capacidad para herir sensibilidades.

Mesrine. Parte 1: instinto de muerte; parte 2: enemigo público (Mesrine: L’instinct de mort; L’Ennemi public n°1, 2008)

Uno de los mayores éxitos de la carrera profesional de Cassel fue interpretar al enemigo público número uno en Francia y Canadá en la década de los 70: el delincuente Jacques Mesrine. Esta historia de acción narrada en dos volúmenes dirigidos por Jean-François Richet, cuenta el surgimiento y evolución de este gánster conocido como “el hombre de las mil caras”.

Atracos, asesinatos y trabajos muy alejados de la legalidad, forjaron una leyenda de la criminología a la que Vincent Cassel da vida haciendo gala de un talento inigualable. La cinta recibió tres premios César incluyendo al de Mejor Actor para Cassel, Mejor Director y Mejor Sonido.

Mi amor (Mon roi, 2015)

La directora francesa Maïwenn Le Besco deslumbró al jurado de Cannes con esta película, cuyo premio principal recayó en la actriz protagonista Emmanuelle Bercot gracias al papel de Tony, una joven convaleciente que repasa la historia de amor -¿o era otra cosa?- que vivió con Georgio, interpretado por Cassel.

A través de esta historia la directora entra en el pantanoso terreno de las relaciones tóxicas y del maltrato psicológico, la obsesión y el habitar continuo en los límites. Una montaña rusa emocional contada a través de flashbacks que obtuvo hasta ocho nominaciones en los César.

Vincent Cassel, infinito

La mirada casi felina del actor resulta totalmente hipnótica e inconfundible en la pantalla. Después de participar en el reparto de 74 películas y trabajar con grandes directores, tanto del circuito comercial como del independiente, a nadie con inquietudes cinéfilas le quedan ya dudas de quién es Vincent Cassel o de cuánto puede llegar a ofrecer con su talento interpretativo. No es sólo un actor más, Cassel se ha convertido en un astro que, afortunadamente, seguiremos viendo en órbita durante mucho tiempo.

Autor de la foto de cabecera: Francois Berthier

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La película que se bebió a Vincent Cassel

El director francés Erick Zonca vuelve para dirigir a los actores Vincent Cassel y Romain Duris en su última película ‘Sin dejar huellas’.

Dentro de la programación de My French Film Festival nos topamos en la sección oficial con el esperado regreso al cine del director de La vida soñada de los ángeles (Vie rêvée des Anges, 1998). Después de 20 años de ausencia Erick Zonca vuelve con la cinta Fleuve noir (2018), presentada en español bajo el título menos críptico Sin dejar huellas, un retorcido polar de corte clásico basado en la novela policíaca Expediente de desaparición del escritor israelí Dror Mishani. En él,  Zonca ha dirigido a un elenco de actores ya consagrado compuesto por Vincent Cassel, Romain Duris y Sandrine Kiberlain.

El argumento

El hijo adolescente de la familia Arnault, Dany, desaparece sin dejar rastro de la noche a la mañana. Su madre, Solange acude desesperada a la policía. El encargado de investigar el caso es François Visconti, un policía desengañado, con problemas graves de alcoholismo y un hijo adolescente que tontea con el narcotráfico. Durante el proceso de recabar información, Visconti conoce a Yan Bellaille, el vecino de la familia Arnault que fue profesor del joven Dany y que está interesado por la investigación. Quizá demasiado interesado.

La atmósfera y el guión

Cuando se trata de un thriller, ¿es más importante la atmósfera o la intriga de la trama? ¿Las situaciones que plantea o cómo están interpretadas? Probablemente haya tantas opiniones al respecto como espectadores. En el caso de Sin dejar huellas Erick Zonca ha estado más acertado con la ambientación de la película que con el propio guión.

Por una parte, el ambiente. La fotografía en la película está cargada de la oscuridad propia del género y es llevada a través de una cámara en continuo movimiento que enfoca y desenfoca, que abre y cierra planos; con una banda sonora lúgubre que destaca por su sutileza: acompaña pero no sobresalta. El director consigue así que entremos de lleno en la atmósfera fría, casi hostil, que nos ofrece.

Para cuando llega el giro final ya nos hemos olvidado de lo que nos había chirriado por el camino y nos quedamos con ese sabor de boca tan amargo que pretendía el director desde el principio.

Por otra parte, el guión. La trama se desarrolla a fuego lento hasta que nos vemos atrapados en una telaraña donde todos son sospechosos en la que las pistas no llevan a ninguna parte. Zonca consigue crear incertidumbre, pero por desgracia deja algunos cabos sueltos y tramas secundarias sin resolver de las que se podría prescindir. Sin embargo, tanto este obstáculo como el ritmo lento de los acontecimientos no impiden que la tensión se apodere de una en la butaca, sobre todo cuando se acerca el sorprendente giro final que cae como un jarro de agua fría. Para entonces ya nos hemos olvidado de lo que nos había chirriado por el camino y nos quedamos con ese sabor de boca tan amargo que pretendía el director desde el principio. Porque a estas alturas nadie puede ser tan ingenuo como para esperar un final feliz de un buen noir francés, ¿verdad?.

Los personajes y la interpretación

Ya sea en la literatura o en el cine, una historia de intriga policíaca bien construida necesita clichés que la sitúen dentro del género. Y no hay mayor cliché que el del inspector solitario, demacrado y alcohólico; con traumas sin resolver y mal carácter. El personaje del inspector François Visconti –que estaba pensado en un principio para el mismísimo Gerard Depardieu– eleva el estereotipo a la enésima potencia.

No es fácil desarrollar un personaje así y que resulte natural. Si esta fuese una película española el papel hubiese sido seguramente para José Coronado y quizá no hubiese resultado tan creíble. Afortunadamente es un deslumbrante Vincent Cassel quien da vida al torturado detective –gracias, Erick Zonca-.

Lo encontramos continuamente ebrio; porque Visconti se bebe todo el whisky de Francia en esta película.

Lo encontramos envejecido, desaliñado, con pinta de necesitar una ducha y unas cuantas horas de sueño. Nos repele por su actitud xenófoba y misógina (hasta llegar a unos límites que hieren sensibilidades). Lo encontramos continuamente ebrio; porque Visconti se bebe todo el whisky de Francia en esta película. Y lo encontramos abandonado, tocado y hundido; pero sobre todo nos resulta hipnótico. Ya sea volcando la botella sin disimulo en un vasito de papel para café en la oficina, interrogando a su propio hijo a base de insultos o bailando en su cocina al ritmo de la Cumbia sobre el río de Celso Piña, Vincent Cassel carga con el peso de la película y hace que merezca la pena verla.

Romain Duris está totalmente acertado cuando interpreta al personaje del típico vecino que siempre saludaba.

Pero él no es el único que brilla en pantalla. La némesis del detective está encarnada en un preciso e irreconocible Romain Duris. El actor pone cara a Yan Bellaille, el profesor particular del chico desaparecido, que insiste –demasiado– en que la situación familiar de los Arnault ha propiciado la huída del joven.Se trata de un intelectual con pretensiones. Un escritor del tipo quiero y no puedo –con un retrato de Franz Kafka enmarcado en su improvisado despacho– que rápidamente se revela como el principal sospechoso con el que se obsesiona el inspector. Y es que, por supuesto, algo hace para que sospeche de él.

Duris está totalmente acertado cuando interpreta al personaje del típico vecino que siempre saludaba. Educado, correcto; pero maniático. Optimista, entusiasta, excesivo incluso; pero contenido de cara a su mujer o al policía, intrigante. Un personaje que, como buen titiritero, oculta demasiadas cosas.

El tercer vértice del triángulo se trata de Solange Arnault, la madre de la víctima, que se muestra sumergida en una especie de trance doloroso desde la desaparición de su hijo. Está interpretada por una maravillosa y lacónica Sandrine Kiberlain cuya mirada expresa todo lo que tiene que callar su personaje y muestra a una mujer sobrepasada por las circunstancias, a punto de explotar.

En definitiva, el trabajo de los actores (incluyendo los secundarios) rescatan el filme, que no destaca por tener un guión brillante pero que, sin embargo, atrapa desde la primera escena.

¿Por qué ver una película más de detectives y asesinatos?

Como cinéfilos seguro que hemos visto muchas -muchísimas-, películas policíacas. Thrillers con un asesino astuto, un detective sin afeitar, alguna persecución… y sí, a menudo tenemos la sensación de haber visto el mismo filme una y otra vez. Entonces, ¿por qué seguimos enganchados al suspense, al misterio, si casi siempre sabemos cómo termina? Precisamente en esta pregunta está la clave.

Sabemos lo que pasa, pero no cómo pasa. Cada cineasta ejecuta su historia de una manera diferente. Casi todas empiezan igual pero la duda es cómo van a terminar. Por eso tiene mucho mérito hacer cine de género: nos hemos convertido en consumidores exigentes y ya no nos vale cualquier resolución. Queremos originalidad, sorpresa y emoción. Por eso seguimos viendo cine policíaco. Porque esperamos que cada película nos sorprenda casi tanto como lo hizo la primera.

¿Será el caso de la película de Erick Zonca? Sólo hay una manera de averiguarlo.

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