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Curiosidades y anécdotas del festival de Cannes

Quedan pocos días para que dé comienzo uno de los festivales cinematográficos con mayor repercusión internacional. Pero no todo es glamour, aprovechamos la ocasión para repasar algunas de las anécdotas y curiosidades que han acontecido en la historia del Festival de Cannes.

La cuenta atrás está en marcha y la alfombra roja –que se cambia tres veces al día, por cierto– ya está lista para recibir a la crème de la crème del mundo del celuloide. Del 14 al 29 de mayo tendrá lugar la 72ª edición de Cannes y ya estamos impacientes por conocer los detalles. Setenta y dos años dan para muchas anécdotas y curiosidades de todo tipo. En Lien queremos homenajear a este emblemático festival compartiendo algunas de ellas con todos vosotros.

La primera edición

Fue en 1946 y, a pesar de las numerosas complicaciones con las que se toparon (incidentes técnicos, cortes de corriente, bovinas extraviadas o invertidas durante las proyecciones…), fue todo un éxito. Se creó con el fin de competir con la Mostra de Venecia que, por aquel entonces, hacía de aparato propagandístico de los regímenes fascistas italiano y alemán.

¡Cancelado hasta 4 veces!

El festival ha sido cancelado hasta en cuatro ocasiones: en 1939, por la guerra y en 1948 y 1950 por falta de presupuesto de la organización. Pero la vez más sonada ocurrió en 1968 y fue a causa de las célebres protestas estudiantiles.

Directores como Jean Luc-Godard o Francois Truffaut, entre otros, no entendían la frivolidad de celebrar el festival mientras cientos de jóvenes luchaban en las calles. Rechazaron participar en el evento tres días después de su comienzo hasta que consiguieron cancelarlo a base de colgarse de las pantallas e impedir así el visionado de las cintas.

Españoles laureados en Cannes

Luis Buñuel fue el primer cineasta español que consiguió la Palma de Oro en la historia del festival. Ocurrió en 1961 gracias Viridiana, una polémica cinta que contenía escenas que mostraban el despertar sexual de una monja y que Franco intentó retirar del festival. Se tuvo que contentar con prohibir su estreno en España, porque el director obtuvo todo el reconocimiento y respaldo internacional de la organización, prensa y crítica. El segundo realizador español en obtener el codiciado premio fue el cineasta catalán Juanjo Giménez con su cortometraje Timecode en 2016.

Hablando de españoles…

Nuestro director manchego favorito fue el primer cineasta patrio en presidir el jurado del festival en la edición de 2017. Almodóvar, que es un incondicional de La Croisette, ha competido cinco veces por la Palma de Oro sin que suene la flauta. ¿Será este su año con Dolor y gloria?

Aunque el director español que más veces ha optado al gran premio es Carlos Saura. Ha presentado hasta ocho cintas a competición sin éxito, en 1976 ganó el Gran Premio del Jurado, el segundo reconocimiento más importante del festival, con Cría cuervos.

Las cineastas ganadoras en Cannes

La primera mujer en obtener el preciado galardón fue la soviética Yuliya Solntseva en 1961, por el drama bélico The Story of the Flaming Years. Sólo hicieron falta tres décadas para que otra realizadora se alzara con la Palma de Oro: la directora neozelandesa Jane Campion con la magnífica película El piano. La tercera directora en conseguirlo, también años después, fue Sofia Coppola, que llegó a Cannes en 2017 con su drama histórico The Beguiled y triunfó.

¿Tacones? No gracias

En la edición de 2015 tuvo lugar una de las anécdotas más relevantes de la historia de Cannes. Un grupo de mujeres fueron expulsadas de la proyección de Carol, la cinta de Todd Haynes protagonizada por Cate Blanchett y Rooney Mara, por no llevar zapatos de tacón y romper con el código de indumentaria del festival. La polémica se hizo presente y numerosos medios y celebridades se hicieron eco de ella. Un año más tarde, Julia Roberts se presentó por primera vez en la alfombra roja francesa. Lo hizo descalza.

Aunque no es la única polémica en la historia del festival relacionada con la vestimenta de los asistentes. En 1960 el escritor norteamericano Henry Miller rehusó rotundamente llevar esmoquin, por lo que se le vetó durante el acto de inauguración.

Animaladas

El reino animal también ha tenido sus momentos épicos entre las anécdotas de Cannes. En 1963 se presentaba a competición la película El Gatopardo del italiano Luchino Visconti. La actriz Claudia Cardinale, protagonista de la cinta, se tomó muy en serio la promoción de la película y se paseó por la Croisette con un bellísimo guepardo de carne y hueso.

Ya en la década de los 2000 tuvo lugar otro episodio relacionado con animales, aunque en esta ocasión mucho más desagradable. Los actores de la cinta británica 24 hours party people de Michael Winterbottom, protagonizaron un episodio realmente controvertido al utilizar palomas muertas como “armas” en una pelea. El grotesco desencuentro tuvo lugar en una playa privada del festival de la que, por supuesto, fueron expulsados.

Precisamente en ese mismo año, 2001, se creó el premio independiente Palm Dog (Palma del Perro) que reconoce -atentos- la mejor interpretación canina en una de las películas exhibidas dentro o fuera de la Sección Oficial a competición. Uggie, el perro que acompañaba al protagonista de The Artist, la cinta muda del oscarizado Michel Hazanavicius, fue el cánido laureado más famoso de todos.

¿Qué me pasa, doctor?

Si algo está claro en cuanto al estilo del realizador galo Gaspar Noé es que no destaca precisamente por hacer películas descafeinadas… En 2002 el director presentó Irreverisble en Cannes, una cinta protagonizada por la genial Monica Bellucci y Vincent Cassel que contiene secuencias con violencia sexual explícita capaces de herir la sensibilidad de los espectadores más curtidos. La proyección causó estragos y unas 250 personas abandonaron la sala. Algunas incluso tuvieron que ser atendidas por personal sanitario tras sufrir desmayos, vómitos y mareos.

Más recientemente, en 2016, la directora Julia Ducornau también le cortó el cuerpo al público al presentar su opera prima Crudo en la Semana de la Crítica de la 69ª edición del festival. Aunque, eso sí, los espectadores en Cannes resistieron mejor que los del Festival de Cine de Toronto, donde también se proyectó la cinta y un número considerable de personas perdieron el conocimiento ante tal carnicería.

La edición de 2019

Como decíamos al principio de este artículo, no queda mucho para poder disfrutar de una nueva edición del festival. Cannes 2019 está a la vuelta de la esquina y queremos saber qué cintas se presentan, cuáles resultarán premiadas y, sobre todo, cuando toque, queremos que las estrenen en nuestros cines habituales. Y es que, un festival de cine siempre es una buena noticia para la comunidad cinéfila.

¿Qué nuevas anécdotas están por llegar a Cannes? Estaremos muy atentos porque el cine nos encanta ¡pero el salseo también!

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Cómo ser Jean-Luc Godard

Godard, el mítico director franco-suizo cabeza de la Nueva Ola en los 60, estrena su última película Le livre d’image, ganadora de la Palma de Oro Especial en el Festival de Cannes de 2018.

Que uno pueda regalar lo que no posee, dulce milagro de nuestras manos vacías Jean-Luc Godard

Jean-Luc Godard tiene 88 años y se ha pasado el cine. Dos veces. La primera vez durante la década de los 60 con la Nouvelle Vague, de la que fue máximo representante junto con Truffaut, Rohmer y Chabrol; la segunda, ahora. En pleno siglo XXI, posicionando sus últimos trabajos a la vanguardia de la vanguardia.

Una película que no es exactamente eso

El libro de las imágenes (Le libre d’image, 2018) llega a España el próximo 22 de febrero de la mano de Avalon y Filmin. Ha formado parte de la programación del Festival de Rotterdam, famoso por albergar contenido de corte experimental. Alejada de salas de cine convencionales, la cinta se ha proyectado en una habitación del Hotel Atlanta -uno de los pocos edificios de la ciudad que no fue arrasado en el bombardeo alemán del 40- cubierta de alfombras persas y con sillones, tal y como está decorado el propio estudio de Godard en Suiza.

Con capacidad para sólo 30 personas, durante tres pases al día y en una pantalla pequeña, El libro de las imágenes dejó boquiabiertos a sus espectadores. Lo que el director ofrece en este filme es una especie de collage de secuencias que se suceden una detrás de otra, una ensayo fílmico que continúa la línea marcada anteriormente con Historia(s) del cine (Histoire(s) du Cinéma, 1988).

Virales de Internet, comunicados del ISIS, Kim Novak cayendo al agua en la Bahía de San Francisco, una joven Joan Crawford mirando a cámara, fragmentos del noticiario e imágenes televisivas, el ojo cortado por una cuchilla de Buñuel en su Perro Andaluz… Secuencias sacadas de su contexto que cobran un nuevo significado en la coctelera de luz de Godard en la que el único hilo conductor es la inconfundible voz en off del propio director recitando aforismos, dándole profundidad a unas imágenes alteradas previamente por su mano en su estudio. Pura experimentación, pura avant-garde.

¿Una Nueva-Nueva Ola?

El director de cine francés Michel Hazanavicius dijo de Godard -a quién dedicó un prescindible biopic- que él mismo era la Nouvelle Vague. Supo anticipar el futuro del cine y desarrollar un estilo personal que no ha tenido comparación. Una genialidad así no se frena ni con la edad.

Pasa el tiempo y el nuevo Jean-Luc Godard se recrea en la innovación. Se empeña en salirse de la tradición cinematográfica, en seguir cambiando su concepto. Sigue sin identificarse con los parámetros habituales: los aborrece como ya lo hiciera en los sesenta. El realizador franco-suizo se interesa ahora por un tipo de cine a medio camino entre el documental, el ensayo y la ficción. A sus 88 años, Jean-Luc Godard resulta incombustible y casi se le intuye eterno.

Facetime desde La Croissete

En el 68 , cuando el director estaba en la cumbre, se plantó en la Croissete, donde se celebra desde siempre el Festival de Cannes, acompañado de sus colegas de Cahier du Cinéma. Tenían intención de suspender el certamen como gesto de apoyo y rebeldía en solidaridad con las protestas estudiantiles y obreras que se estaban viviendo en el París efervescente de la época.

Nosotros hablamos de solidaridad con estudiantes y trabajadores, y vosotros de primeros planos o tiros de cámara. Sois unos gilipollas Jean-Luc Godard

Con Francia absolutamente parada, que el festival siguiera su curso les parecía una ofensa a estos cineastas rebeldes. Consiguieron suspender la programación cuando aún quedaban cinco días de proyecciones y no hubo palmarés.

Medio siglo después sí lo ha habido y el mismo Godard que se colgó de las cortinas del cine Lumiére para protestar, ganó el año pasado la Palma de Oro Especial por El libro de las imágenes. Con su inseparable puro en la boca, dio una rueda de presa vía Facetime mientras él seguía en su “exilio” suizo y contestaba de esta forma una pregunta tras otra sin tan siquiera ver el rostro de los periodistas que lo entrevistaban.

Un genio irritante, sí, pero irrepetible

No, no se puede ser como Jean-Luc Godard. Conociendo la filmografía y la trayectoria vital del director de Banda a parte se deduce que es del tipo de creadores que surgen una vez cada cien años. Uno que lleva el cine –su idea tan singular del cine– bajo la piel y que no sólo busca emocionar con su obra. Quiere que reflexionemos aunque nos haga sentir incómodos para ello. Nos quiere enfadados. Quiere que no nos relajemos delante de la pantalla y que nos rebelemos en las butacas aunque sea hacia lo que estamos viendo.

Acostumbrados a consumir series y películas que se nos ofrecen ya masticadas, lo que Godard nos lleva dando todo este tiempo con su filmografía es un regalo de valor incalculable.

Por favor, Godard, no te acabes nunca.

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Kechiche, my love: la polémica y el destino

Abdellatif Kechiche (Cuscús, La vida de Adele) rinde un homenaje cargado de nostalgia y erotismo a los amores de verano y al hedonismo post-adolescente en su nueva película.

Se puede decir que el director franco-tunecino ha hecho doblete este otoño con su último trabajo Mektoub, My Love: canto uno (2017), la primera parte de lo que promete ser un díptico o trilogía separada en cantos del nuevo universo juvenil de Kechiche. Tras recibir un homenaje a su trayectoria y hacerse con la Palmera de Honor en la pasada Mostra de Valencia, el director estrenó el filme -por primera vez en España- en la última edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla, donde también recibió el Giraldillo de Honor.

Luces y sombras.

Kechiche pasó un tiempo en una especie de exilio mediático voluntario después de la controversia que suscitó en 2013 con el largometraje La vie d’Adèle. Las explícitas y prolongadas escenas de sexo entre las protagonistas, interpretadas por Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux, y el trato despótico que -según declararon las actrices más tarde- recibieron por parte del director durante el rodaje, hicieron que su reputación como cineasta se viera cuestionada en diversos medios del mundo y entre el público. No obstante, Kechiche se hizo con la Palma de Oro ese año en Cannes con esta historia de amor, de despertar sexual y de búsqueda de identidad que es en realidad La vida de Adèle. La cinta, por cierto, está basada en la novela gráfica El azul es un color cálido (Le bleu est une couleur chaude, 2010) de la francesa Julie Maroh.

Sin embargo, Mektoub, My Love ha llegado también acompañada de polémica. La cinta fue acogida entre abucheos y ovaciones en Venecia el año pasado. Una vez más acusaban a Kechiche de tener una male gaze demasiado pronunciada y mostrar una lasciva representación del cuerpo femenino más allá de lo que la propia narrativa de la película sugería. Sin embargo, estas opiniones o formas de entender el filme no eclipsaron a una película vitalista que hace gala de una elaborada puesta en escena.

El hedonismo solar de Kechiche

Inspirado muy ligeramente en una novela de François Bégaudeau y en sus propios recuerdos de juventud, el realizador nos traslada con Mektoub, My Love a las playas de arena de Sète, en la Costa Azul, en un verano de 1994 que pareciera ser eterno. La única ambición de la película se reduce a seguir de cerca la vida de un grupo de personajes durante algunos días. Kechiche nos muestra cómo juegan a seducirse entre ellos; cómo cotillean, se divierten a ritmo de pop noventero y se broncean lánguidamente bajo el sol. Y es que el director sabe cómo contar la cotidianidad de sus personajes. Nos hace perdernos en una narrativa de tomas largas y cuidadas en las que la luz es sutilmente protagonista y el foco está puesto –en exceso, para gusto de algunos- en la belleza de los cuerpos que filma.

Conoceremos entonces a Amin (Shaïn Boumedine), el héroe veinteañero aspirante a fotógrafo que vuelve al hogar familiar, el de una familia de restauradores tunecinos, después de vivir un año en París. Dispuesto a observar de cerca el entorno idílico que lo rodea y a experimentar todo lo que la estación estival puede ofrecerle, se reencontrará con viejos amigos y conocerá a muchas chicas, entre ellas, a Ophélie (Ophélie Bau), con quien parece compartir un destino en común y es la única por quien muestra un verdadero interés.

En Mektoub, My Love: canto uno seguimos de cerca a un grupo de jóvenes que se deja llevar por continuos juegos de seducción.

En esta nueva epopeya de casi tres horas de duración en la que la sensualidad es palpable, el cineasta se queda al margen de cualquier temática social que sí hayamos podido ver en trabajos anteriores; a pesar de la diversidad cultural que existe entre los personajes y que se obvia.

Los azares del destino

Mektoub es una palabra árabe llena de connotaciones místicas. Se traduce como destino, lo que está escrito. Aquello contra lo que no podemos luchar ni cambiar se refleja en la cinta en forma de reiterados encuentros casuales que los personajes protagonistas no pueden -ni quieren- ignorar. Este concepto de azar y de situaciones fortuitas las ha explorado antes Kechiche en cintas como La faute à Voltaire (2000), La escurridiza, o cómo esquivar el amor (L’esquive, 2003) y en La vida de Adèle (2013).

Mektoub, el destino. Un elemento recurrente en el imaginario fílmico del director franco-tunecino.

Sea por una cuestión del destino o sea buscado, lo cierto es que el revuelo y la diversidad de críticas que levantan los últimos trabajos del director suponen siempre un aliciente más entre los espectadores para plantarse delante de la pantalla. No hay duda de que esta es la única manera de formarse una opinión propia al respecto y ampliar las miras. ¿No es esto acaso lo que esperamos del cine; de la cultura y del arte en general? Que nos sacuda y que nos rete. Hay que experimentar para opinar y, al fin y al cabo, es eso lo que Kechiche nos ofrece: una nueva experiencia. No hay que dejarla pasar.

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