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François Ozon: basado en hechos reales

François Ozon sacude al jurado del Festival de Cine de Berlín con ‘Grâce à Dieu’, la película basada en hechos reales que denuncia el abuso sexual a menores en la Iglesia.

François Ozon ha ocupado un lugar importante en el palmarés de la última edición de la Berlinale. El jurado internacional del Festival de Cine de Berlín otorgó el Oso de Plata al realizador francés por su última obra ‘Gracias a Dios  (Grâce à Dieu, 2018), una cinta que se aleja de la ficción para contar una estremecedora historia de denuncia basada en hechos reales.

LA HISTORIA REAL

Ozon se ha metido en un terreno pantanoso y complicado al basar su nueva película en un caso real de pederastia. Los hechos tuvieron lugar entre la década de los 70 y los 90 y conforman uno de los casos más flagrantes de abusos sexuales a menores perpetrados por miembros de la Iglesia Católica en Francia. Concretamente por parte del clérigo Bernard Preynard, cuyas víctimas, ya adultas, denunciaron por abuso antes de 1991.

No se trata precisamente de un caso archivado u olvidado por la sociedad francesa. El pasado enero se llevó a cabo el juicio en el que se acusa a seis responsables de la diócesis de Lyon por haber encubierto los lamentables actos de Preynard. La sentencia se espera para el próximo marzo, por lo que el estreno de la cinta en Francia se ha visto comprometido y probablemente tenga que ser aplazado.

François Ozon en su discurso tras recibir el Oso de Plata en la Berlinale

LA PELÍCULA

Conocemos a Alexandre, interpretado por Melvil Papaud, un católico practicante y padre de cinco hijos con una vida dentro de los márgenes de la normalidad. Para su estupor, un día descubre que el cura que abusó de él cuando era adolescente durante su estancia en unos campamentos de verano sigue en activo y, lo que es aun peor, sigue rodeado de niños. Alexandre se arma de valor y decide alertar a Monseñor Barbarin, encarnado por el actor François Marthouret.

Sin embargo, desde el Arzobispado de Lyon no hacen nada al respecto. Frente a la pasividad de la Iglesia, Alexandre sigue tirando del hilo hasta dar con testimonios de otras víctimas. Desde ese momento comienza la lucha en pos de la verdad y la justicia contra una institución poderosa e inamovible.

Mi película no se coloca en un aspecto legal, se coloca en el aspecto humano y el sufrimiento de las víctimas – François Ozon

Del drama familiar al thriller; del documental al drama social. Contando con la participación de actores importantes del cine francés como Denis Ménochet, Swann Arlaud o Éric Caravaca, un François Ozon totalmente renovado y alejado de su personal estilo cinematográfico, se sirve de diferentes géneros para dar forma a los 135 minutos de la cinta tratando desde diferentes ángulos el dolor, el trauma, la vergüenza o la culpa.

EL RETO DE OZON

Parece inevitable asociar ‘Gracias a Dios’ a la estadounidense Spotlight de Thomas McCarthy, pues ambas películas tratan temas muy parecidos. No obstante, mientras que la segunda se centra en la investigación periodística del caso y el silencio cómplice de una comunidad entera, el filme de François Ozon se desarrolla desde el punto de vista de las propias víctimas que, a su vez, son verdaderos creyentes que forman parte activa de la Iglesia.

Este matiz es importante porque lleva implícito el respeto por la Institución y, en mayor medida, el respeto por las creencias religiosas de las personas a partir de las cuales se creó el guión. Aún así, el director de Frantz llegó a Berlín con una bomba de relojería bajo el brazo que ha sacudido a la opinión pública y a la propia Iglesia, que vuelve a ver cómo su autoridad moral se tambalea una vez más.

LO QUE NO SE NOMBRA NO EXISTE

Grâce à Dieu intenta romper el silencio de las instituciones poderosas y parece que toca hueso. El realizador ha sufrido distintas ‘presiones’ e incluso retiradas de fondos para que su película no vea la luz. Afortunadamente no han sido fructíferas y el filme ha salido adelante. Por otra parte nada ha impedido que los medios europeos se hagan eco de la cinta y del escándalo que supone el caso en la Iglesia.

Que no sea fácil hablar de tabúes no quiere decir que no sea necesario hacerlo. El abuso sexual a menores es algo que lamentablemente ocurre y negarlo hace un flaco favor a las víctimas. Por eso es tan importante que desde el Cine, el Arte o la Literatura se nombre también lo que no nos gusta, lo que nos duele; porque aceptar que todavía tenemos defectos tan graves como este nos convierte en una sociedad más madura que será capaz de generar un cambio.

Gracias, François Ozon, por ser en esta ocasión un altavoz.

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Festival Cine francés Te recomendamos

La película que se bebió a Vincent Cassel

El director francés Erick Zonca vuelve para dirigir a los actores Vincent Cassel y Romain Duris en su última película ‘Sin dejar huellas’.

Dentro de la programación de My French Film Festival nos topamos en la sección oficial con el esperado regreso al cine del director de La vida soñada de los ángeles (Vie rêvée des Anges, 1998). Después de 20 años de ausencia Erick Zonca vuelve con la cinta Fleuve noir (2018), presentada en español bajo el título menos críptico Sin dejar huellas, un retorcido polar de corte clásico basado en la novela policíaca Expediente de desaparición del escritor israelí Dror Mishani. En él,  Zonca ha dirigido a un elenco de actores ya consagrado compuesto por Vincent Cassel, Romain Duris y Sandrine Kiberlain.

El argumento

El hijo adolescente de la familia Arnault, Dany, desaparece sin dejar rastro de la noche a la mañana. Su madre, Solange acude desesperada a la policía. El encargado de investigar el caso es François Visconti, un policía desengañado, con problemas graves de alcoholismo y un hijo adolescente que tontea con el narcotráfico. Durante el proceso de recabar información, Visconti conoce a Yan Bellaille, el vecino de la familia Arnault que fue profesor del joven Dany y que está interesado por la investigación. Quizá demasiado interesado.

La atmósfera y el guión

Cuando se trata de un thriller, ¿es más importante la atmósfera o la intriga de la trama? ¿Las situaciones que plantea o cómo están interpretadas? Probablemente haya tantas opiniones al respecto como espectadores. En el caso de Sin dejar huellas Erick Zonca ha estado más acertado con la ambientación de la película que con el propio guión.

Por una parte, el ambiente. La fotografía en la película está cargada de la oscuridad propia del género y es llevada a través de una cámara en continuo movimiento que enfoca y desenfoca, que abre y cierra planos; con una banda sonora lúgubre que destaca por su sutileza: acompaña pero no sobresalta. El director consigue así que entremos de lleno en la atmósfera fría, casi hostil, que nos ofrece.

Para cuando llega el giro final ya nos hemos olvidado de lo que nos había chirriado por el camino y nos quedamos con ese sabor de boca tan amargo que pretendía el director desde el principio.

Por otra parte, el guión. La trama se desarrolla a fuego lento hasta que nos vemos atrapados en una telaraña donde todos son sospechosos en la que las pistas no llevan a ninguna parte. Zonca consigue crear incertidumbre, pero por desgracia deja algunos cabos sueltos y tramas secundarias sin resolver de las que se podría prescindir. Sin embargo, tanto este obstáculo como el ritmo lento de los acontecimientos no impiden que la tensión se apodere de una en la butaca, sobre todo cuando se acerca el sorprendente giro final que cae como un jarro de agua fría. Para entonces ya nos hemos olvidado de lo que nos había chirriado por el camino y nos quedamos con ese sabor de boca tan amargo que pretendía el director desde el principio. Porque a estas alturas nadie puede ser tan ingenuo como para esperar un final feliz de un buen noir francés, ¿verdad?.

Los personajes y la interpretación

Ya sea en la literatura o en el cine, una historia de intriga policíaca bien construida necesita clichés que la sitúen dentro del género. Y no hay mayor cliché que el del inspector solitario, demacrado y alcohólico; con traumas sin resolver y mal carácter. El personaje del inspector François Visconti –que estaba pensado en un principio para el mismísimo Gerard Depardieu– eleva el estereotipo a la enésima potencia.

No es fácil desarrollar un personaje así y que resulte natural. Si esta fuese una película española el papel hubiese sido seguramente para José Coronado y quizá no hubiese resultado tan creíble. Afortunadamente es un deslumbrante Vincent Cassel quien da vida al torturado detective –gracias, Erick Zonca-.

Lo encontramos continuamente ebrio; porque Visconti se bebe todo el whisky de Francia en esta película.

Lo encontramos envejecido, desaliñado, con pinta de necesitar una ducha y unas cuantas horas de sueño. Nos repele por su actitud xenófoba y misógina (hasta llegar a unos límites que hieren sensibilidades). Lo encontramos continuamente ebrio; porque Visconti se bebe todo el whisky de Francia en esta película. Y lo encontramos abandonado, tocado y hundido; pero sobre todo nos resulta hipnótico. Ya sea volcando la botella sin disimulo en un vasito de papel para café en la oficina, interrogando a su propio hijo a base de insultos o bailando en su cocina al ritmo de la Cumbia sobre el río de Celso Piña, Vincent Cassel carga con el peso de la película y hace que merezca la pena verla.

Romain Duris está totalmente acertado cuando interpreta al personaje del típico vecino que siempre saludaba.

Pero él no es el único que brilla en pantalla. La némesis del detective está encarnada en un preciso e irreconocible Romain Duris. El actor pone cara a Yan Bellaille, el profesor particular del chico desaparecido, que insiste –demasiado– en que la situación familiar de los Arnault ha propiciado la huída del joven.Se trata de un intelectual con pretensiones. Un escritor del tipo quiero y no puedo –con un retrato de Franz Kafka enmarcado en su improvisado despacho– que rápidamente se revela como el principal sospechoso con el que se obsesiona el inspector. Y es que, por supuesto, algo hace para que sospeche de él.

Duris está totalmente acertado cuando interpreta al personaje del típico vecino que siempre saludaba. Educado, correcto; pero maniático. Optimista, entusiasta, excesivo incluso; pero contenido de cara a su mujer o al policía, intrigante. Un personaje que, como buen titiritero, oculta demasiadas cosas.

El tercer vértice del triángulo se trata de Solange Arnault, la madre de la víctima, que se muestra sumergida en una especie de trance doloroso desde la desaparición de su hijo. Está interpretada por una maravillosa y lacónica Sandrine Kiberlain cuya mirada expresa todo lo que tiene que callar su personaje y muestra a una mujer sobrepasada por las circunstancias, a punto de explotar.

En definitiva, el trabajo de los actores (incluyendo los secundarios) rescatan el filme, que no destaca por tener un guión brillante pero que, sin embargo, atrapa desde la primera escena.

¿Por qué ver una película más de detectives y asesinatos?

Como cinéfilos seguro que hemos visto muchas -muchísimas-, películas policíacas. Thrillers con un asesino astuto, un detective sin afeitar, alguna persecución… y sí, a menudo tenemos la sensación de haber visto el mismo filme una y otra vez. Entonces, ¿por qué seguimos enganchados al suspense, al misterio, si casi siempre sabemos cómo termina? Precisamente en esta pregunta está la clave.

Sabemos lo que pasa, pero no cómo pasa. Cada cineasta ejecuta su historia de una manera diferente. Casi todas empiezan igual pero la duda es cómo van a terminar. Por eso tiene mucho mérito hacer cine de género: nos hemos convertido en consumidores exigentes y ya no nos vale cualquier resolución. Queremos originalidad, sorpresa y emoción. Por eso seguimos viendo cine policíaco. Porque esperamos que cada película nos sorprenda casi tanto como lo hizo la primera.

¿Será el caso de la película de Erick Zonca? Sólo hay una manera de averiguarlo.

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My French Film Festival: cuando Internet hace su magia

Cinéfilos, cinéfilas: estamos de enhorabuena. En menos de diez días dará comienzo la novena edición de My French Film Festival. Te contamos todo lo que necesitas saber sobre el primer festival de cine online de alcance global.

Venecia, Cannes, Sundance, Tribeca, Berlín, Toronto… Todos estos destinos por los que a muchos nos gustaría dejarnos caer a la primera oportunidad tienen en común que son cuna de prestigiosos festivales de cine. Cada vez que se aproxima la fecha de alguno de ellos los amantes del cine nos empapamos de la programación aunque no podamos asistir; leemos con avidez las noticias relacionadas con el evento y las críticas firmadas por las plumas más importantes del mundillo. Sin embargo las propias películas, que es lo que nos importa de verdad y lo que nos hace mordernos las uñas de impaciencia, no las podemos ver.

En estos casos sólo nos queda conformamos con ver el tráiler de las cintas proyectadas y esperar durante meses –muchos meses– a que, con un poco de suerte, estrenen las que nos interesan en los cines de nuestra ciudad. Por eso la iniciativa que desde 2012 impulsa Unifrance con My French Film Festival es tan interesante.

Un festival de cine a un click

Imagina poder ver toda la selección de un festival de cine desde la comodidad de tu sofá desde cualquier parte del mundo. Imagina disfrutar de las películas en primicia a la hora que mejor te venga y participar en él votándolas después. En esto consiste My French Film Festival, el primer festival de cine online de alcance global que, para nuestro gozo, está dedicado al cine francés y francófono. Un concepto inédito, totalmente revolucionario, que tiene como objetivo promocionar a las nuevas promesas del cine francés

Cartel de la novena edición de My French Film Festival

¿Dónde y cómo se pueden disfrutar las películas?

Es España la plataforma a través de la que podremos ver la selección del festival es Filmin. Desde el 18 de enero al 18 de febrero estarán disponibles los diez largometrajes y los diez cortometrajes franceses que entran a concurso. Los internautas/espectadores están invitados a puntuar todas las películas e incluso a comentarlas o reseñarlas en el sitio oficial de My French Film Festival. La selección consta también de dos cintas belgas a concurso, y, fuera de él, un filme clásico y dos películas canadienses. Una oportunidad estupenda para ponerle acento a cada nacionalidad.

La buena noticia es que, además, las películas se proyectan en numerosas salas de cine en todo el mundo. Aunque todavía no hay información sobre las ciudades afortunadas donde poder verlas, confiamos en tener alguna cerca para poder disfrutar de la experiencia en su totalidad. Por otra parte, si tienes previsto algún vuelo quizá tengas la suerte de poder ver cine francés en las nubes. Las películas del Festival se proyectan en los vuelos de numerosas compañías aéreas como es el caso, por supuesto, de Air France. Toda esta información se ampliará en los próximos días en el sitio oficial de My French Film Festival.

El Palmarés

Como en todos los festivales de cine, My French Film Festival cuenta con su propio palmarés. Son tres los premios a los que optan las películas participantes. El Premio Chopard de los Cineastas, cuyo jurado está compuesto por directores de cine internacionales; el Premio de la Prensa Internacional, que otorgan periodistas de grandes diarios; y he aquí lo más emocionante: el Premio Lacoste del Público que decidirán internautas del mundo entero a través de sus votos.

En la octava edición del festival, la de 2018 -con más de 12 millones de visionados-, el jurado del Chopard estuvo presidido por el magnífico director italiano Paolo Sorrentino (Il Divo, La Grande Bellezza). Pero no estuvo solo. Le acompañaron el director franco-marroquí Nabil Ayouch (Chevaux de dieu, Much Loved), el francés Kim Chapiron (Sheitan, Dog Pound), la directora francesa Julia Ducornau, que con su ópera prima Crudo llamó la atención del público y la crítica de todo el globo, y el prolífico director filipino Brillante Mendoza (Kinatay, Masahista).

En  ediciones anteriores siempre ha habido un director de renombre presidiendo el jurado: Jean-Pierre Jeunet, Pablo Trapero, Nicolas Winding Refn, Michel Gondry… No son precisamente cineastas inexpertos, lo que confiere cierto prestigio al Festival. Confesamos que en Lien estamos impacientes por saber qué realizadores compondrán el jurado de este año.

https://www.youtube.com/watch?v=A7mSmtyYB4U

Para todo hay un precio

Pero el de este Festival es realmente asequible. De hecho, cada año My French Film Festival es gratuito en algunas regiones que van cambiando con cada nueva edición. En 2019 se benefician de ello América Latina, Rusia, Polonia, Rumanía, Africa y la India. En el resto de regiones el coste por película es de 1’99 euros mientras que el paquete para poder acceder a todas las películas del festival tiene un coste de 7’99 euros. Además, todos los cortometrajes son completamente gratuitos en cualquier parte del mundo.

Visibilizar el trabajo de jóvenes cineastas

El principal objetivo que tiene Unifrance con este Festival es promocionar y valorar el trabajo de los nuevos talentos cinematográficos que emergen en Francia. Es de vital importancia incentivar la creación de cultura de un país y son iniciativas como esta las que lo consiguen. Vivir en un mundo globalizado, continuamente online envuelto en un exceso de información tiene sus claros y sus oscuros. Sin embargo, que cualquier persona desde cualquier rincón del mundo pueda disfrutar del CINE (si se me permiten las mayúsculas) y sentirse parte de un proyecto cultural de envergadura mundial arroja, sin duda, mucha -pero mucha- luz sobre tanta sombra.

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Québec: capital de cine

La provincia canadiense ha visto nacer y crecer a grandes personalidades del mundo del celuloide que gozan de éxito internacional como Jason Reitman (Juno), Jean-Marc Vallée (Dallas buyers club) o Denis Villeneuve (Blade runner 2049). El cine quebequés está en su mejor momento y sus autores, que no son pocos, arrasan en el circuito independiente de los festivales de cine.

Siendo Xavier Dolan uno de los exponentes principales del cine de autor de Québec no es, en absoluto, el único. Sin ir más lejos, la directora Sophie Dupuis representará a Canadá en la categoría de mejor película en idioma extranjero en los Oscars de 2019 con la cinta Chien de garde. El filme relata la vida de JP, que se encuentra desesperado por culpa de sus complicadas relaciones familiares y de su trabajo en el cártel de droga de su tío. El drama forma parte, además, de la Sección Oficial Francófona de la nueva edición del Festival de Cine Francés y Francófono de Málaga que organiza la Alianza Francesa.

Chien de garde, que representa a Canadá en los Oscars, está presente en la programación del Festival de Cine Francés y Francófono de Málaga.

Pero Chien de Garde no es el único preestreno canadiense del Festival. Charlotte a du fun, de la directora Sophie Lorain estará también en la Sección Oficial. La cinta, que obtuvo cuatro nominaciones en la pasada edición del Festival de Angulema, cuenta, en un elegante blanco y negro, cómo la adolescente Charlotte, con el corazón roto, explora su identidad a través de su sexualidad y sus nuevas amistades.

Los realizadores quebequenses, imparables, continúan acaparando las pantallas españolas. La Sección oficial de la Seminci de Valladolid cuenta también con dos preestrenos. Por un lado, el del veterano Denys Arcand, que se hizo con un Oscar en 2004 por Les invasions barbares (donde actuó, precisamente, Sophie Lorain), presenta el largometraje La Chute de l’empire américain en el que un repartidor con vocación de filósofo se ve envuelto en un atraco que acaba bastante mal. Por otra parte, el director Philippe Lesage presenta Gènese, un filme donde tres adolescentes son sacudidos por el primer amor.

No hay duda de que una nueva generación de realizadores está renovando el lenguaje cinematográfico a través de películas cargadas de identidad y cierto aire intelectual en las que, a menudo, la denuncia social está presente. Se trata, además, de un proceso casi simbiótico: estos jóvenes talentos dirigen a Québec hacia lo cosmopolita; se nutren de la cultura de la ciudad y, al mismo tiempo, la transforman. Algo grande está pasando al otro lado del Atlántico y nosotros como espectadores, una vez más, tenemos la oportunidad de ser testigos de ello a través del Cine.

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Tres directoras francesas

El 15 de Octubre se celebra el Día Internacional de las Escritoras con la intención de dar visibilidad al trabajo y la creación de las mujeres en la literatura. En Lien extendemos la iniciativa hasta el cine y os presentamos a tres directoras a las que no hay que perder de vista.

 

La imprescindible Claire Denis cuenta con 13 largometrajes a sus espaldas que la han consagrado como una de las principales directoras de la escena francesa actual. Antes de debutar con Chocolat en 1988 trabajó como asistente de dirección para iconos del cine como Wim Wenders o Jim Jarmusch. Pasó su adolescencia en África, hecho que se ve reflejado en sus películas, llenas de choques culturales y raciales. Entre ellas destacan títulos como Beau Travail (1999), L’intrus (2004) o Les salauds (2013). Denis estudia al ser humano en sus películas. Lo hace físicamente, a través de los cuerpos a los cuales se refiere a menudo con primeros planos; y psicológicamente, escrutando el comportamiento de sus personajes y dejando poco lugar al diálogo. Su última película, High life, enmarcada dentro de la ciencia ficción low cost, es la primera de su carrera rodada en inglés y formó parte de la Sección Oficial en la reciente edición del Festival de Cine de San Sebastián.

 

Tenía ganas de hablar de la infancia, de hacer una película luminosa y dinámica, con una puesta en escena arriesgada. – Céline Sciamma

Céline Sciamma irrumpió por todo lo alto en Cannes de 2007 con su ópera prima Naissance des pieuvres. Más tarde estrenó la laureada Tomboy (2011) y Girlhood (2014). Las tres películas cuentan con una serie de elementos que permiten entenderlas como una trilogía. En todas ellas los personajes son chicas, que luchan por definirse y alcanzar su identidad. Son casi viajes iniciáticos que se desarrollan durante la época estival, con todo lo que aporta de nostálgico el verano. Lo que caracteriza la obra de Sciamma no son los grandes giros argumentales o la acción en la trama, sino un estilo minimalista perfilado en sus películas a través de planos cercanos, atmósferas íntimas y ritmo pausado. La cineasta ya ha iniciado el rodaje de su siguiente trabajo, el filme de época Portrait de la jeune fille en feu, que empezará a rodarse este otoño en Bretaña.

 

Nunca sabré contar historias sobre gente feliz. – Mia Hansen-Love

Como ya hicieron algunos de los grandes del cine francés, Mia Hansen-Love empezó colaborando en la mítica revista Cahiers du Cinéma para dar el salto a la dirección en 2007 con el filme Tout est pardonné. Cinco películas después, entre las que destaca la gloriosa odisea tecno Eden (2014), se puede afirmar que la mirada de Hansen-Love, compuesta por tomas largas y cámara fluida, es única. En su obra se intuye un alto contenido autobiográfico y el gran leitmotiv es, sin duda, la familia. Concretamente, su propia familia, cuyas diferentes figuras se ven reflejadas en cada filme de la realizadora. Otro aspecto clave en su narrativa es el paso del tiempo. La directora explora las relaciones afectivas y el propio crecimiento personal a través de él, lo que dota de mayor profundidad a sus personajes. El pasado mes de septiembre se estrenó en Toronto su última película, Maya, ambientada en la India, y ya tiene en fase de pre-producción su siguiente trabajo.

 

Este año la programación de la Sección Oficial Francófona del Festival de Cine Francés de Málaga ofrece cuatro películas dirigidas por mujeres. Las cintas canadienses Charlotte a du fun de Sophie Lorain y Chien de Garde de Sophie Dupuis; y las francesas Luna de Elsa Diringer y Joueurs de Marie Monge. Ya que octubre es el mes dedicado a las autoras y a las creadoras, ir a ver estas películas resultará una oportunidad perfecta para disfrutar y conocer el universo de estas cuatro cineastas. ¡No te quedes sin entradas!

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