Ya se puede ver en Filmin uno de los documentales más esperados del año, ‘Jane por Charlotte’. Se trata del debut como directora de Charlotte Gainsbourg, actriz y cantante, que filma a su madre, Jane Birkin, abriendo una ventana a su relación, sus viajes y sus quehaceres. Con motivo del film, se tocan temas y conversaciones sobre Serge Gainsbourg, pánico escénico, adicciones, relaciones humanas y la vejez para un icono de belleza.
A través de la cámara, se exponen mutuamente en un diálogo inédito, íntimo y universal, dejando paso a una relación maternofilial que ahora empieza a alzar el vuelo. Después de un largo tiempo y el paso de los años, Charlotte Gainsbourg ha comenzado a ver por primera vez en su vida a su madre Jane Birkin con otros ojos. Desde hace años venían arrastrando un conflicto común que no las había permitido desarrollar una relación sana entre madre e hija, y que ambas abordan en ‘Jane por Charlotte’
Charlotte Gainsbourg observa a su madre, Jane Birkin, como nunca lo ha hecho, sin reservas. Usando una cámara, se exponen mutuamente y dan pasos en falso, dejando espacio para que se desarrolle una relación maternofilial.
Charlotte ha explicado, en distintas presentaciones del documental, que el hecho de haber vivido todos estos años en Nueva York, y la consecuente distancia física con su madre, fue el motivo que le llevo a acercarse a ella, a través de la cámara de una forma en la que no lo había hecho antes. “Decidimos empezar en Nueva York, donde compartimos una canción en el escenario. Todo eso era un terreno desconocido para nosotras. Después la película tomó cuerpo en Bretaña y París, y con todo lo relacionado con la casa de mi padre. Fue ahí precisamente cuando entendí la película que estaba haciendo. Creo que llegué a ese punto muy tarde”, explica la actriz, y directora de ‘Jane por Charlotte’.
En el documental también tienen presencia otras figuras femeninas de esta familia de estrellas de francesas, la hija de Charlotte, Alice, y, según confiesa la actriz, con mucha dificultad, la de su hermana Kate Berry, fotógrafa, que falleció en 2013. El film formó parte del Festival de Cannes en 2021, en la sección Perlak del Festival de San Sebastián. El título del documental, que dura 88 minutos, es un homenaje a Agnes Varda y a su película «Jane B. por Agnes V.», de 1988.
Jane Birkin
Jane Birkin nació en Londres el 14 de diciembre de 1946. Comenzó su carrera de interpretación a los 17 años y pronto conoció a John Barry, quien le dio su primer papel en el musical Passion Flower Hotel, en 1965. Se casaron poco después y Jane tuvo a su primer hija, Kate, en 1967. Cuando tenía 20 años, emergió en plena escena del SwinginG London gracias a una breve aparición en la película Blow Up, de Antonioni, que fue galardonada en el Festival de Cine de Cannes. Más tarde hizo otra prueba en Francia, para la película Slogan del director Pierre Grimblat. Allí se encontraba el actor francés –y enfant terrible- Serge Gainsbourg quien hizo llorar a Jane en la prueba ante la cámara. Ella consiguió el papel, y de paso comenzó una apasionada historia de amor con el francés.
Je t’aime… moi non plus
Una de sus primeras colaboraciones fue la canción Je t’aime… moi non plus, que se convirtió en un éxito a nivel internacional. En la década de 1970 intervino con notable éxito en comedias de Claude Zidi y Michel Audiard. Tras aparecer en diversos anuncios publicitarios, a finales de la década de 1980 actuó en una serie de conciertos en París interpretando el repertorio que Gainsbourg había escrito para ella. En 2016 protagonizó La femme et le TGV, candidata al Óscar al mejor cortometraje de ese año.
Charlotte Gainsbourg
(Londres, 1971) ha desarrollado una prolífica carrera como actriz a lo largo de más de cuatro décadas. Ha trabajado a las órdenes de directores como Claude Miller, en La petite voleuse (La pequeña ladrona, 1988); Franco Zefirelli, en Jane Eyre (1996), Alejandro González Iñarritu, en 21 grams (21 gramos, 2003); Michel Gondry, en La science des rêves (La ciencia del sueño, 2006); Todd Haynes, en I’m Not There (2007); Lars von Trier, en Antichrist (Anticristo, 2009), por la que ganó el premio a la mejor actriz en Cannes, Melancholia (Melancolía, 2011) y las dos entregas de Nymphomaniac (2013), o Gaspar Noé en Lux Aeterna (2019). Jane par Charlotte, su debut como directora, se presentó en Cannes Premières.
Charlotte, de estrella del cine independiente a rockstar
La actriz traslada a su música la valentía artística y la apertura emocional de sus papeles cinematográficos. Grabado con su padre, Serge, cuando aún era una adolescente, Charlotte for Ever, de 1986, dejaba entrever la combinación de voces delicadas y la voluntad de desafiar las normas que exploró en sus álbumes posteriores. En 5:55, de 2006, su elegante fusión de música electrónica, orquestal y rock con letras dramáticas rindió homenaje a su herencia musical y la definió como artista e intérprete por derecho propio, mientras que IRM, de 2009, amplió su abanico con el psico-rock y el dance-pop, así como con un punto de vista más personal.
Esta perspectiva confesional alcanzó su punto álgido en Rest, de 2017, donde expresaba cómo vivir con la pérdida en canciones lúgubres y alegres a partes iguales. Por el camino, Gainsbourg ha trabajado con algunos de los artistas más respetados del mundo, como los miembros de Air y Daft Punk, Beck y Paul McCartney, y su colaboración con Soundwalk Collective en el futurista y sensual Lovotic de 2022 continuó con la expresión de vanguardia en todos sus proyectos.
Volvemos con el segundo episodio de nuestro podcast ‘Dans les airs!’
Los presentadores del podcast reciben sus primeras críticas por su pronunciación en francés, proponen un ejercicio para que los oyentes adivinen un personaje, y hablan con el director de la Alianza Francesa Málaga, Hédi Saïm, sobre la exposición ‘AVENIR2050’, la muestra colectiva de la Alianza que trata sobre el cambio climático. Finalmente, acabamos con otras dos interesantes recomendaciones culturales en el segundo episodio del podcast.
La semana pasada, la directora Céline Sciamma estrenó ‘Petite Maman’, una increíble película que acerca la sensibilidad infantil al espectador, y que ha sido galardonada con el Premio del Público recientemente en la sección Perlas del Festival de San Sebastián, el Premio del Público en el festival de Berlín, y el Premio a Mejor Película Internacional Independiente en los BIFA.
La obra cinematográfica de Céline Sciamma nos ha mostrado la representación en los últimos años a la experiencia mujer desde diferentes perspectivas, feminismos y vivencias.
‘Petite Maman’
La autora de impecables cintas como ‘Tomboy’, ‘Bande de filles’ o la reciente ‘Portrait de la jeune fille en feu’ (presente en la sección oficial del Festival de Cine Francés de Málaga en 2019), presenta un drama que narra la historia de Nelly, que a los 8 años acaba de perder a su abuela. Mientras ayuda a sus padres, explora los alrededores de la casa donde su mamá, Marion, solía jugar cuando era pequeña. Allí descubre la casa del árbol de la que tanto había oído hablar. Un día, su madre se marcha de repente. Es entonces cuando Nelly conoce a otra niña de su edad en el bosque y juntas construyen una casa en el árbol. Su nueva amiga se llama Marion.
Sciamma (Pontoise, Francia. 1980) ha trabajado la escritura y dirección de proyectos de cine y televisión. Entre sus creaciones destacan ‘La naissance des pieuvres’ (2007), su primer largo con el que ganó el premio Louis Delluc a la mejor ópera prima; ‘Tomboy’ (2011), que se estrenó en la sección Panorama del Festival de Berlín; y ‘Bande de filles’ (Girlhood, Perlak), que inauguró la quincena de Realizadores de Cannes en 2014 (disponible en Filmin). Coronó esta sucesión de reconocimientos en este mismo certamen con el premio al mejor guión para su anterior película, ‘Portrait de la jeune fille en feu’ (2019).
Emociones infantiles
Preestrenada en la sección oficial del Festival de Berlín, ‘Petite Mama’ es una obra que narra las grandes historias de personas pequeñas. En esta película, la directora propone expresiones desconocidas del universo de las emociones infantiles; es tan importante su mirada hacia la infancia como la que ésta devuelve al espectador.
Su destreza para generar identificación con el papel de Nelly, la pequeña protagonista de esta historia, nos acerca a una perspectiva inocente desde la que entender las relaciones amistosas entre mujeres. Las majestuosas interpretaciones de Josephine y Gabrielle Sanz son clave en el resultado final de la cinta.
La cinta se convierte en un alegato contra la extendida niñofobia que ronda el imaginario mediático actual, y convierte a dos menores en ejes de las relaciones que comunica a tres mujeres; abuela, madre e hija.
‘Petite Maman’ ya está en los cines y en Málaga se puede ver en VOSE en el Cine Albéniz.
La 74 edición del Festival de Cannes trae consigo todo lo que nos perdimos el año pasado. El certamen de cine comercial más prestigioso del mundo ha citado a los artistas a sus puertas para el próximo 6 de julio. Tal y como avanzan las vacunaciones (especialmente entre colectivos privilegiados), no creemos que nadie se salte la invitación. Sabéis que, si algo nos gusta en la Alianza Francesa, es el cine. Por eso queremos amenizar la espera de tan anticipado evento repasando la lista de actrices francesas que se han ido a casa con un premio a la Mejor Actriz en lo que llevamos de siglo.
Las actrices francesas de Cannes: de Huppert a Bercot
El siglo XXI inauguraba el Olimpo de actrices coronadas en Cannes con dos papeles escritos por los dos directores europeos más inquietantes. En el año 2000, Lars von Trier estremecía a medio mundo con Bailando en la oscuridad, película que presentó a Björk como actriz revelación.
La artista islandesa se hizo con la Palma de Oro a la Mejor Actriz por su interpretación en el oscurísimo musical.
Al año siguiente, (fruto de una relación artística bastante más amable), Isabelle Huppert encarnaba a la profesora de piano más memorable del cine europeo, en la laureada cinta de Michael Haneke. Se inauguró así la serie de actrices francesas premiadas en el Festival de Cannes con el Premio a la Mejor Actriz.
Isabelle Huppert, el único doblete galo
La pianista, considerada una de las obras cumbres del austríaco Haneke, cuenta la retorcida relación entre Erika Kohut, una profesora de piano del conservatorio de Viena que vive una doble vida de inestabilidad emocional y depravaciones sexuales, y su alumno Walter, un aspirante a músico que siente tanta admiración y deseo como repulsión por ella.
Isabelle Huppert es la única actriz francesa en haber conseguido dos premios de interpretación en el Festival de Cannes
Cuando recibió su reconocimiento por La pianista, Isabelle Huppert se convirtió en la única actriz francesa en la historia de los premios del Festival de Cannes en hacerse con la Palma de Oro a la Mejor Actriz en dos ocasiones. Ya había sido premiada anteriormente por la cinta Violette Nozière, en 1978.
Isabelle Huppert es una de las artistas más queridas de su generación. Además de su inmenso talento, su trato cordial con la prensa y el perfil bajo que ha mantenido en su vida privada le han congraciado el favor del público. Su carrera como actriz es una de las más internacionales de su generación, y la diversidad de los roles que ha interpretado ha suscitado la comparación honrosa de la Meryl Streep europea.
Charlotte Gainsbourg
Ocho años más tarde, en el 2009, Charlotte Gainsbourg se llevaba la Palma a casa por la película Anticristo, otra vez, de Lars von Trier. En esta película, Charlotte Gainsbourg y Willem Dafoe interpretan a una pareja que intenta sobrevivir a la muerte de su hijo pequeño mientras su realidad se vuelve cada vez más estremecedora e inquietante.
Charlotte Gainsbourg es hija del compositor Serge Gainsbourg y la actriz Jane Birkin, aunque se ha ganado su sitio en el palmarés de Cannes por méritos propios. Ha aparecido en varias decenas de películas, y ha publicado cinco discos como cantante solista.
Juliette Binoche
Uno de los rostros más queridos del cine francés, dentro y fuera de las fronteras de la República. Juliette Binoche es, junto a Isabelle Huppert y Marion Cotillard, uno de los rostros más internacionales del séptimo arte galo. Un año después de la victoria de Charlotte Gainsbourg, Juliette Binoche recibía su primera Palma de Oro por su interpretación sin nombre en Copia certificada.
Esta producción franco-italo-iraní fue dirigida por el autor iraní Abbas Kiarostami. En ella, Binoche interpreta a una coleccionista de arte que pasa un día con un escritor, interpretado por William Shimell, en el que se reflexiona sobre el arte y la vida mientras la línea entre ficción y realidad se difumina paulatinamente.
Juliette Binoche es uno de los rostros más queridos del cine francés, dentro y fuera de las fronteras de la República
Desde que comenzara su carrera, Juliette Binoche ha recibido premios y nominaciones de todos los certámenes y festivales importantes de Europa y Latinoamérica, incluyendo los Premios Oscar (dos nominaciones), Premios Goya, César, British Independent Film Awards, Premios del Sindicato de Actores…
Bérénice Bejo
Conocida internacionalmente por su papel de Peppy Miller en el exitazo The artist, de Michel Hazanavicius, esta actriz franco-argentina se convirtió en sucesora de Juliette Binoche en el palmarés de Cannes. En 2013, Bérénice Bejo protagonizó El pasado, una película francesa dirigida por el iraní Asghar Farhadi. Bejo interpreta a Marie, una mujer conflictuada por sus relaciones a punto de casarse por cuarta vez.
La película recibió críticas muy positivas por parte de la prensa, y cosechó premios y reconocimientos en toda la temporada de festivales. Desde entonces, Bérénice Bejo ha participado en catorce películas. Así suma más de sesenta proyectos en su currículum.
Actualmente, tiene cuatro proyectos en posproducción.
Emmanuelle Bercot
La actriz Emmanuelle Bercot se hizo con el premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cannes e el año 2015. Consiguió la Palma de Oro gracias a la película Mi amor, firmada por la artista Maïwenn.
Emmanuelle Bercot es un nombre muy conocido dentro de las fronteras francesas. La actriz ha estado nominada en cinco ocasiones a los premios César, tanto en calidad de actriz como en calidad de directora.
En la película Mi amor, Bercot interpreta a Tony, una paciente que se recupera de una lesión en una clínica junto al mar. Desde allí rememora su matrimonio con Giorgio, interpretado por Vicent Cassel, intentando encontrar el momento en el que todo se estropeó.
Con el reconocimiento que la intérprete recibió en el festival, se convirtió en la última intérprete francesa en llevarse la Palma de Oro a casa.
2021, ¿por fin el año de Marion Cotillard?
Si hay un nombre que resulta familiar en casi todas partes es el de Marion Cotillard. La actriz más internacional de Francia, de lejos. Ganadora de un premio Oscar a la Mejor Actriz por la película La Môme, Marion Cotillard es una de las grandes ausencias en el Olimpo de las actrices francesas ganadoras de una Palma de Oro.
Fuera de las fronteras francesas, conocimos a Cotillard por primera vez en la pantalla internacional interpretando a Geneviève, la dulce mujer de Billy Crudup en la fábula Burtoniana Big fish. Desde entonces, Cotillard ha trabajado con -casi- todos los directores y directoras más influyentes de nuestro tiempo.
¿Seguirá Marion Cotillard (por fin) la línea de actrices francesas premiadas en Cannes?
Este año, sin embargo, el Festival se inaugura con Anette, una película de Leos Carax protagonizada por Cotillard y Adam Driver. Según adelanta la prensa, la trama de Anette versa sobre la relación entre Herny (Adam Driver) y Ann (Marion Cotillard), una exitosa pareja de reconocidos artistas que ve su existencia dada vuelta con el nacimiento de su primogénita, Anette.
¿Será este el año en el que los ojos más famosos de Francia se lleven la Palma de Oro a casa? Tendremos que esperar hasta el 17 de julio para saberlo.
¿Dónde puedo ver estas pelis online?
La plataforma Filmin tiene estas películas en su catálogo online: te dejamos una lista para que solo tengas que hacer clic sobre cada título:
Nos adentramos en abril. El buen tiempo se hace más intenso, y también los regímenes de estudio. Los exámenes de verano están a la vuelta de la esquina, DELF Junior incluido. Sin embargo, concentrarse en la lectura cuando el mundo fuera está en estado de ebullición puede ser una tarea engorrosa. Si eres estudiante de Secundaria (o si tienes alguno en casa) y estás estudiando francés, te recomendamos películas francesas para adolescentes que harán el estudio un poco más agradable y la práctica más amena.
Si no eres estudiante pero, sencillamente, estás buscando buenas películas para ver en familia, esta lista te sirve lo mismo.
Películas francesas para adolescentes, de menor a mayor edad
Que el mundo del cine es una parte fundamental en el ADN cultural de la Alianza Francesa no es ningún secreto. Por eso nos hace especial ilusión recomendar a nuestros jóvenes estudiantes películas francesas, perfectas para ver en familia, con amigos, o al final de una tarde de estudio.
La comprensión oral es una de las secciones que comprende el examen DELF Junior. Dependiendo del nivel al que nos presentemos, la complejidad será mayor o menor. Irse a aprender francés a un área francófona no siempre es posible, pero sea cual sea la competencia lingüística del estudiante, cuanta más exposición haya al idioma en su contexto naturalizado, mejor. Estudiar con profesores nativos y ver películas francesas en versión original y subtituladas en una excelente segunda opción.
Además, en la Alianza creemos que la cultura siempre es un refugio. Por eso, si eres madre, padre o profe de estudiantes de DELF Junior, cada una de las cintas que te vamos a recomendar (¡ya llegamos!) puede servir para, además de practicar la competencia de comprensión oral del francés, iniciar una conversación con los adolescentes sobre los temas que tratan las cintas. Eso por no hablar de que se trata, en su mayoría, de clásicos contemporáneos del cine francés, que han conseguido y cosechado éxitos de crítica y taquilla en salas para todos los públicos.
Ordenamos estas películas francesas para adolescentes de menor a mayor, según recomendación de edad. ¡Que las disfrutéis!
La Nouvelle Guerre des boutons
Dirigida por Christophe Barratier, estrenada en 2011 para todos los públicos. Con la ternura a la que Christophe Barratier nos tiene acostumbrados, esta historia se emplaza en la campiña francesa durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial. Los adultos viven en un ambiente de tensión y miedo casi constante que los niños terminan traduciendo en una pelea paralela: la guerra de los botones.
Los niños de Velrans se enfrentan a los de Longeverne en una competición tan pilla como inocente: gana la tropa que consiga robar, recolectar y almacenar tantos botones como sea posible de las ropas del pueblo vecino. El maestro de la escuela, interpretado por Guillaume Canet, y la costurera del pueblo, interpretada por Laetitia Casta, observan el desarrollo de ambas guerras desde una discreta distancia.
Fotograma de «La guerre des boutons» la pelicula original de Yves Robert en 1962.
Esta cinta es un remake de otra película anterior de 1962, que a su vez se basa en la novela homónima de Louis Pergaud. Una película perfecta para ver con los adolescentes más jóvenes y abordar el tema del fascismo y la Resistencia desde una perspectiva diferente.
Bienvenues chez les Ch’tis
Dany Boon, uno de los grandes rostros de la comedia francesa, firma y protagoniza esta desternillante cinta estrenada en el año 2008. Como en casi todos los países del mundo, en Francia la idiosincrasia de diferentes regiones difiere.
En esta película, las particularidades de la región Nord-Pas-De-Calais se exageran hasta el esperpento para contar las peripecias de Philippe Abrams, un funcionario de correos interpretado por Kad Mérad que es castigado por sus superiores con un destino en la ciudad de Bergues cuando es descubierto fingiendo discapacidad para conseguir un puesto en la costa.
La práctica del char à voile es típica de la región de Nord-pas-de-Calais, donde se desarrolla Bienvenue chez les Ch’tis.
El escéptico de Philippe, que llega a Bergues con la resignación de quien acepta un castigo divino, es recibido por el entrañable Antoine, un repartidor local de correo, interpretado por Dany Boon, que recibe a Philippe con un dicho ch’timi: en el norte se lloran dos veces: cuando uno llega, y cuando uno se va.
Esta es una peli estupenda para ver con toda la familia y disfrutar de un humor adulto que en absoluto deja a los niños fuera. A través de Bienvenues chez les Ch’tis podemos hablar de prejuicios, diferencias culturales y el peligro de las ideas preconcebidas. Pero, sobre todo, es un ejemplo estupendo para entender las variedades dialectales.
Les choristes
El gran clásico de Christophe Barratier, y una de las películas francesas más queridas en lo que llevamos de siglo. En el año 2004, Gérard Jugnot emocionó a medio mundo como Monsieur Mathieu, un músico fracasado que a finales de los años cuarenta acepta un trabajo de vigilante en un internado para niños en riesgo de exclusión llamado Fondo del Estanque.
El chateâu Ravel sirvió de escenografía para crear el internado Fond de l’etang.
Allí se encuentra con un grupo de chavales casi tan deprimidos como él, que viven una existencia incierta y desazonada bajo el régimen casi dictatorial del autoritario director: las travesuras están a la orden del día y los chicos no tienen la intención de ponérselo nada fácil. Sin embargo, cuando Mathieu escucha a los niños cantando en su habitación antes de dormir, se da cuenta de que los chicos hablan un lenguaje que él conoce bien, y decide conectar con ellos a través de la música.
Una película para todas las edades con la que hablar sobre la ternura, la compasión y la empatía con los más pequeños, y sobre el abandono, la frustración, la autoridad y la justicia con los más mayores.
Intouchables
Esta película de 2011 se convirtió en un éxito de taquilla instantáneo, y no sólo dentro de Francia. François Cluzet interpreta a un millonario tetrapléjico y amargado que contrata a Driss, un descarado joven de barrio obrero interpretado por Omar Sy, como asistente personal. La relación entre los dos personajes, que son polos opuestos, es tan catastrófica como divertida.
Dentro de las películas francesas para adolescentes, esta es ideal para identificar diferentes registros de formalidad en el habla. También hay un amplio muestrario de expresiones coloquiales, muy útiles si lo que estamos buscando es conseguir un nivel de fluidez lo más cercano posible al habla popular de Francia.
Da pie a hablar de temas como la discapacidad, la inmigración y la tolerancia, además de las diferencias entre clases sociales, los privilegios y la pobreza. No está recomendada para menores de siete años, y nosotros la recomendamos especialmente para mayores de catorce.
La famille Bélier
Paula, de dieciséis años, es el único miembro de su familia con capacidad de audición: tanto sus padres como su hermano son sordos de nacimiento. Esta cinta de 2014 dirigida Éric Lartigau explora la transición hacia la edad adulta y la búsqueda de identidad propia fuera de la familia, y es que Paula, interpretada por Louane Emera, tiene un talento (y una pasión) que no puede compartir con su familia: es, según descubre su profesor de música, una excelente intérprete de canción lírica.
Recomendamos esta película para ver con aquellos adolescentes menos acostumbrados al lenguaje cinematográfico: es un entretenido título comercial con el que pasar un buen rato y da pie a tratar temas como la independencia, la diversidad de capacidades, y, de paso, la exposición a un plano de la comunicación que siempre ignoramos cuando pensamos en el idioma: la lengua de signos.
Se puede ver con toda la familia, pero es especialmente jugosa para los coetáneos de la protagonista: adolescentes de entre 14 y 15 años que puedan empatizar con las dificultades de empezar a buscar un discurso propio fuera de las narrativas familiares.
La Môme
Otro éxito internacional del cine francés. Esta cinta de Olivier Dahan, estrenada en el 2006, narra de forma poética la vida de la icónica Édith Piaf, desde su infancia hasta su muerte.
La vida de Édith Piaf, aunque fascinante, también fue trágica y llena de adversidad. Si bien la película provee una mirada poética sobre la biografía de la artista más famosa de Francia, también trata temas delicados como la prostitución, la adicción y la enfermedad.
Por eso no está recomendada para menores de doce años. Sin embargo, para adolescentes más mayores que estén estudiando para un nivel B2 o incluso C1, es una ventana a uno de los iconos más importantes de la cultura popular francófona en el siglo XX.
Edith Piaf hablando con Marlene Dietrich en 1959. Este encuentro se recrea en la película, entre Marion Cotillard como la primera y Caroline Sihol como la segunda.
Marion Cotillard, quien interpretó el papel protagonista, ganó en el 2007 el Oscar a la Mejor Actriz por su Édith Piaf. Se convirtió así en la segunda actriz de la historia de los premios en ganar esa estatuilla por una película no rodada en inglés: hasta entonces, solo lo había conseguido Sophia Loren en 1960 por la película Dos mujeres, que fue rodada en italiano.
Les petits mouchoirs
Tras una noche de fiesta por el centro de París, Ludo se sube en su moto, sufre un grave accidente y queda en coma en el hospital, debatiéndose entre la vida y la muerte. Su grupo de amigos de toda la vida se reúne en el hospital, y deciden que, a pesar de las circunstancias, van a seguir adelante con sus planes. Como cada año, el grupo se traslada a la casa de la costa para pasar las vacaciones, mientras esperan noticias y el accidente de Ludo pone en perspectiva las vidas de los demás.
A pesar de la premisa, Les petit mouchoirs trata sus temas con humor y ligereza, relativizando las desgracias y tratando a los espectadores con respeto y madurez. Es una sorprendente tragicomedia que explora con inteligencia la amistad, las contradicciones de la edad adulta y las dinámicas de grupo. Firmada por Guillaume Canet, la peli se estrenó en el año 2010 y su reparto estelar (Marion Cotillard, François Cluzet, Jean Dujardin, Anne Marivin, Benoît Magimel…) la convirtió en un éxito de taquilla casi instantáneo.
Es el film con los diálogos más relajados de todas nuestras recomendaciones. Esto, junto al reparto coral, convierten la película en una oportunidad estupenda para que estudiantes, a partir de los dieciséis años, sean testigos de el lenguaje oral en su versión más naturalista.
Nous finirons ensemble
Se trata de la secuela de Les petits mouchoirs. Se estrenó en el año 2019. En esta ocasión, el grupo de reúne tras tres años sin verse para celebrar el sesenta cumpleaños de Max, el cabecilla de la banda, interpretado por François Cluzet.
Les Misérables
En 2019, Ladj Ly, director franco-malí, reinterpretó la obra clásica de Víctor HugoLes Misérables en una fábula contemporánea que encuentra las injusticias del sistema en sitios muy parecidos a los de la obra original.
Damien Bónard interpreta a Stephane, un policía que se incorpora a un nuevo precinto y encuentra que la convivencia entre su nueva patrulla y los barrios obreros es de todo menos ideal. Cuando el dueño de un circo ambulante denuncia la desaparición de una cría de león, la investigación apunta a la patrulla hacia Issa, un problemático adolescente de barrio humilde.
Víctor Hugo es el autor original de la obra Los Miserábles que inspira la cinta de 2019.
Es la única película de las recomendadas que tiene escenas explícitas de violencia, por lo que solo la recomendamos para los más mayores que estén preparados para hacer un análisis más adulto de la obra.
Aprovechamos la cuadragésima edición de los Premios César para rescatar la figura de Alice Guy: la mujer que ideó, dio forma y desarrolló la narrativa de ficción en el cine.
Recuerdo de Alice Guy Blaché
Que el cine es un producto cultural que se compra y se vende es algo que todos tenemos claro. En el inconsciente colectivo, la cinematografía está arraigada como una de las disciplinas artísticas más costosas. Probablemente lo sea. Sacar adelante una producción y llevarla hasta una sala de cine es una empresa titánica que termina en disgusto mucho más a menudo de lo que pensamos quienes no nos dedicamos a ello.
La cantidad de personal, esfuerzo, dedicación y entrega que requiere levantar una película es inimaginable, a menos que se trabaje en una. Por eso, cualquier dificultad añadida a una actividad ya de por sí dificultosa parece siempre la gota que colma el vaso. Aunque, después, el vaso sea más hondo de lo que pensamos.
Este fue el espíritu que se respiró en la última gran noche del cine francés. Evidentemente, la pandemia de coronavirus ha estado una vez en el centro de donde nadie querría que estuviera. Y es que los premios César 2021 han tenido como protagonista el fantasma de todas las películas que no se han hecho en el año 2020.
Los premios César 2021 piden un poco de norte
En los premios César, homólogos a los premios Goya en España, se premian las mejores películas de temporada anterior. Uno de los requisitos para optar a cualquiera de los galardones es que la película en cuestión haya sido estrenada en cines francesas durante el periodo previo. Esta es una de las dificultades añadidas que mencionábamos antes, ya que, de los doce meses de 2020, las salas de cine francesas han estado cerradas ocho.
El malestar por las estrictas restricciones impuestas sobre el sector cultural y las discrepancias con Roselyne Bachelot, Ministra de Cultura, se hicieron con el protagonismo de la gala. El cine francés pide un poco de norte para navegar la tormenta de la pandemia sin naufragar en el intento.
Al igual que todos los demás sectores sociales, las artes también están sufriendo las consecuencias de lo que ya es el segundo año de pandemia. Más allá de medidas políticas y sanitarias, lo único que podemos hacer los consumidores de cultura y amantes del cine, es esperar.
Mientras esperamos a que la industria recupere su ritmo para seguir disfrutando de uno de los mejores cines del mundo, aprovechamos para traer a la luz a la madre del cine. La primera persona que vio un cinematógrafo y pensó en filmar algo salido de su imaginación en lugar de simplemente documentar la realidad fue una mujer francesa.
Alice Guy en el país del cine
Resulta que Francia es el país más cinéfilo de Europa. Hasta el año 2019, tenían el mayor número de salas de cine, de espectadores y de estrenos anuales: hasta 700 cintas estrenadas cada temporada. Podemos, por el bien de la narración, pensar que no es casualidad que la primera persona en dirigir una película de ficción nació en Saint-Mandé, a las afueras de París, en 1873.
Decir que Alice Guy fue una pionera resulta reduccionista. El diccionario define el adjetivo pionera como persona que da los primeros pasos en alguna actividad humana. Alice Guy no dio los primeros pasos en la ficción cinematográfica: se inventó el cine. No exploró ni descubrió un territorio desconocido: lo dibujó ella misma, sin brújula ni mapa ni rastro de migas que seguir para volver en caso de pérdida.
Descubrir una cámara de cine como objeto de creación es algo que interpretamos como la propia naturaleza del artefacto. Lente y creación parecen dos conceptos indivisibles que se definen el uno al otro. Y, sin embargo, en la concepción del aparato tan solo se escondía la intención de documentar el movimiento, en el marco de una época positivista que si bien veía su fin todavía encontraba nicho y refugio en los avances tecnológicos de finales del siglo XIX.
Para saber si el uso de una cámara como realizadora de sueños fue serendipia o intención, habría que leer las memorias de Alice. La edición original reposa en la Biblioteca Pública de Boston, la versión en papel es difícil de conseguir, y la traducción al castellano más todavía.
Alice fue la única de los hermanos Guy en nacer en Francia. Su padre tenía una editorial en Chile, y su madre era una pequeño-burguesía parisina. Se casaron en 1865. La familia vivía en Valparaíso cuando una epidemia de viruela los convenció rápido para mudarse a París, donde nació Alice en 1873.
Probablemente fue hija ilegítima, o al menos eso pensaba su padre, que se volvió a Chile unos días después de su nacimiento. Su madre lo siguió unos meses más tarde, y Alice fue enviada a vivir con la abuela materna a Suiza.
Las circunstancias o indecisiones paternales llevaron a la joven Alice en barcos de ida y vuelta de Sudamérica a Europa durante varios años, hasta que en 1879 fue internada en el colegio de monjas donde estudiaban sus hermanas mayores, a los pies de los Alpes franceses.
Cuando tenía dieciocho años, en 1891, estudió mecanografía para apoyar a su recién enviudada madre, y encontró trabajo enseguida como secretaria de un tal Léon Gaumont, que trabajaba entonces en la Comptoir général de la photographie.
Para cuando Gaumont se hizo con la empresa, Alice ya había demostrado que el puesto de secretaria le venía tan pequeño como un dedal de sombrero. Había cultivado relaciones con los Lumière, Georges Demenÿ, Gustave Eiffel, y, en definitiva, con cualquiera que estuviera inventando cosas en la Belle Époque.
En 1895, pidió permiso a Gaumont para grabar su primera película. Este, por suerte, se lo concedió. Guy filmó La fée aux choux, y desde entonces se convirtió en la directora de producción de Gaumont. Compaginaba su labor de productora con la dirección de ficción. En sus primeras cintas, se dedicó a explorar las posibilidades estéticas que el movimiento y la imagen ponían al servicio de la narrativa.
En 1906 hizo su primera película de gran presupuesto, empezó a usar el cronófono, y se inventó algunos de los efectos especiales que se usaron durante décadas posteriores.
Blaché, Simone, y The Solax Company
En 1907, cuando ya llevaba más de diez años trabajando para Gaumont, Alice se casó con Herbert Blaché. El joven matrimonio se trasladó a Estados Unidos, donde ambos trabajaban para la sede norteamericana de la compañía.
Tres años más tarde, la pareja Guy-Blaché decidió armar su propia fiesta y abandonaron la madre nodriza para fundar su propio estudio. The Solax Company se convirtió en el estudio más grande de la América pre-Hollywood.
Con la sede de su compañía en Nueva York, Blaché era el jefe de producción del estudio, mientras que Alice era la directora artística y creativa. La pareja tuvo dos hijos, Simone y Reginald, y Alice los criaba mientras seguía dirigiendo entre dos y tres películas a la semana.
En 1913, hizo a su marido presidente de The Solax Company, con la intención de concentrarse en la escritura y la dirección. A finales de la década, sin embargo, Blaché dejó a su familia en Nueva York para irse a perseguir una carrera en Hollywood.
Sola y con dos niños pequeños, Alice casi pierde la vida por la gripe española en 1919. Ese mismo año, la nave donde The Solax Company almacenaba todo su material se incendió, y en 1921 tuvo que subastar todo lo que tenía para poder salir de la bancarrota.
La deuda que tenemos con el hada de los repollos
La primera película de ficción de la Historia de la Humanidad se llama «La fée aux choux» (o «El hada de los repollos»), y se filmó en 1896. Representa una leyenda popular francesa, según la cual los niños nacen de los repollos, y las niñas de las rosas.
Fotograma de «La fée aux choux», la primera película de ficción de la Historia.
Fue la primera vez que se empleó a una actriz para ser filmada con un guion previo. El trabajo de producción artística no tiene nada que envidiarle al audiovisual del siglo XXI. Alice Guy inauguró la figura que hoy conocemos como Dirección de Producción. Experimentó con la ciencia ficción. Dirigió más de 1.000 cintas. Estrenó el primer film con un casting íntegro de actores afroamericanos.
El 14 de marzo de 1920 se estrenó Tarnished Reputations, la última película de Alice Guy. Tras perder su estudio, volvió con sus hijos a Francia en 1922. Nunca volvió a trabajar en cine.
En 1930, Gaumont publicó una historia de la compañía donde no la mencionaba. Alice le pidió que enmendara el error, cosa a la que Gaumont accedió. Tardó dieciséis años en publicar la versión corregida. Su hijo, Louis, trató de enmendar las omisiones del padre, organizando en 1954 un discurso titulado: Madame Alice Guy Blaché, la primera mujer cineasta.
Como suele ocurrir con las narrativas que dejan un poso lejano de justicia poética, la historia de Alice terminó siendo fijada para la posteridad por su hija Simone. Esta la ayudó a escribir sus memorias y tradujo el manuscrito al inglés. Además, cuidó de ella hasta su muerte, en 1968, a la edad de 95 años.
Alice Guy llegó a ser una artista reconocida durante sus años en activo. Pero en cuanto apagó la cámara, los Méliès, Griffiths y Lumières del mundo extendieron sus imágenes de genios pioneros sobre la figura de Alice, que se pasó los últimos treinta años de su vida intentando infructuosamente recuperar las primeras cintas de su carrera, perdidas por los archivos de Europa y Norteamérica.
La constancia que nos queda de su obra se encuentra en su mayoría en crónicas de la prensa. Imaginamos que para la paz de su credibilidad, los periódicos y revistas de la época dejaron un registro escrito de las proezas de esta genia, que no fue la primera mujer cineasta, sino la primera cineasta, a secas.
Un repaso por el cine francés con las películas para el verano que más refrescan.
Las tardes estivales son largas y están pensadas para desconectar entre chapuzones y siestas. Las vacaciones, tan esperadas y merecidas, llegan siempre con numerosas propuestas de ocio y es buen momento para ponernos al día con aquellos disfrutes que siempre dejamos para «cuando tengamos más tiempo». El cine siempre es un buen aliado y ahora que por fin le podemos dedicar horas y energía, os proponemos un repaso por seis películas para el verano con acento francés.
Pauline en la playa
El cine que transcurre en escenarios puramente estivales siempre tiene un enorme componente nostálgico. Esto se acentúa cuando la historia nos la cuenta Eric Rohmer, uno de los grandes de la Nouvelle Vague. Pauline en la playa (Pauline à la plage, 1983) es una joya de la nueva ola ambientada en las playas de la Bretaña francesa.
A modo de vodevil encantador conocemos a la quinceañera Pauline (Amanda Langlet), que pasa sus vacaciones con su prima Marion (Arielle Dombasle), quien pronto llamará la atención de Henri (Féodor Atkine) y Pierre (Pascal Greggory), un antiguo amigo que lo pasará fatal advirtiendo a Marion sobre sus malas elecciones. Los celos y el engaño son la clave de este triángulo amoroso al que Pauline asiste como mera espectadora mientras ella misma conoce a un chico en la playa que también se verá enredado por este peculiar trío. Es inevitable que al ver a Pauline sintamos añoranza por esos días veraniegos de nuestra adolescencia.
La piscina
Porque el verano no solo sucede en las playas, añadimos en esta lista de títulos una de las películas de más éxito de la carrera de Alain Delon. Jacques Deray estrenó Le piscine en 1969, un thriller psicológico firmado por el guionista Jean-Claude Carrière, gran colaborador de Luis Buñuel.
Este oscuro filme cuenta la historia de una pareja formada por Jean-Paul (Delon) y Marianne (Romy Schneider), que disfrutan de unas pasionales vacaciones en una casa de campo en St. Tropez, en la Costa Azul. Todo marcha de manera tranquila hasta que Marianne invita a su antiguo amante Harry (Maurice Ronet) y a su hija Penélope (Jane Birkin) de 18 años para que pasen unos días con ellos. A fuego lento la tensión entre los cuatro personajes va aumentando hasta que una atmósfera cargada de celos, miradas y sospechas desembocará inevitablemente en tragedia.
Un verano en la Bretaña
Esta película de verano dirigida por Jean-Loup Hubert en 1987 resultó ser una de las comedias más exitosas de la década de los 80. Bajo el título original Le grand chemin y con más de 3 millones de espectadores en Francia, la cinta arrasó en los Premios César consiguiendo hasta 5 premios, incluyendo el de Mejor Guión, Mejor Dirección y Mejor Película, galardón que también recibió en el Festival de Montreal.
En ella conocemos a Louis (Antoine Hubert), un niño de 9 años que deja temporalmente a su madre para pasar los largos días de verano en un pueblecito de la Bretaña francesa junto a una amiga de su madre y su marido. Allí, Louis conocerá a la adorable Martine (Vanessa Guedj), una niña de 10 años que le enseñará grandes cosas de la vida, incluyendo el significado del amor y del desamor a través de la relación de los adultos.
Les combattants
Damos un salto hacia películas para el verano más recientes. Les combattants es una comedia romántica dirigida por Thomas Cailley en 2014, año en el que recibió numerosas nominaciones y premios en los festivales de cine más prestigiosos, entre los que destaca el FIPRESCI de la Quincena de los realizadores de Cannes y el de Mejor Ópera Prima en los César.
Considerada una rara avis adorable, la cinta nos lleva a la pequeña localidad de Landas, en Aquitania, para asistir al verano del joven Arnaud (Kévin Azaïs). Cargado de obligaciones al tener que ocuparse del negocio familiar, todo indica que le espera un verano aburrido más hasta que conoce a Madeleine (Adèle Haenel), una chica obsesionada con el fin del mundo, la supervivencia y los comandos de élite militar. Mientras Arnaud la sigue con calma a todas partes, ella solo piensa en hacer el curso para entrar en el ejército. Por supuesto esta es una historia de amor, pero sobre todo es un canto a la libertad juvenil.
Lolo
Todos recordamos a July Delpy como Céline, la estudiante francesa que charla apasionadamente con un joven Ethan Hawke en la mítica trilogía de Richard Linklater. Sin embargo, la actriz también cuenta con una trayectoria interesante como directora de cine. En 2016 estrenó Lolo, su cinta más sólida hasta la fecha; una comedia romántica muy personal.
En ella nos topamos con Violette (Delpy), sofisticada parisina de vacaciones en el sur de Francia. Allí conoce a Jean-René (Dany Boon), un informático apasionado y un poco freak. Por supuesto, terminan enamorándose el uno de la otra y una vez terminadas las vacaciones, Jean-René no tarda en reunirse con ella en París. Sin embargo, las diferencias sociales y el posesivo y celoso hijo de 19 años de Violette no le ponen las cosas fáciles a la pareja.
La casa de verano
En una lista de películas francesas para el verano no podía faltar una reunión de fin de semana de amigos y familiares. Les Estivants es la multipremiada comedia que estrenó la directora y actriz Valeria Bruni-Tedeschi en 2018. Con un guión excesivo, estridente e hilarante, la cineasta se ríe de ella misma y de su familia en esta entretenida autoparodia sin complejos.
De nuevo con la Costa Azul como escenario, conocemos a Anna (Bruni-Tedeschi) que llega a una idílica casa junto a su hija para descansar junto a sus seres queridos. Rodeada de ellos trata de recuperarse de su reciente ruptura sentimental mientras prepara el guión de su próxima película, perdiendo los nervios en sobremesas que se alargan y lidiando con sus demonios internos de una manera muy cómica.
El pasado sábado 14 de diciembre le dijimos adiós a la mítica Anna Karina, una de las actrices más importantes de la nueva ola francesa.
Imagina que tienes 17 años y decides abandonar tu Dinamarca natal para alejarte de la violencia de tu padrastro. Imagina que haces autoestop y llegas hasta París a finales de la década de los 50 sin saber qué será de ti. Imagina que entonces te descubren como modelo y que la mismísima Coco Chanel decide rebautizarte, eligiendo para ti un nombre tolstiano con mucho gancho. Imagina que Godard te quiere en sus películas y que en poco tiempo te conviertes en el icono de la Nouvelle Vague. Imagina que eres Anna Karina, la leyenda de mirada verdiazul del cine francés.
Y el cine se topó con su musa
Una joven e irresistible Anna Karina se encontraba cubierta de espuma y metida en una bañera cuando Jean-Luc Godard se fijó en ella mientras rodaba un anuncio de jabón. Totalmente prendado, decidió que la quería en Al final de la escapada (À bout de soufflé, 1960) y se apresuró en ofrecerle el papel protagonista. Sin embargo, para fortuna de Jean Seberg, la actriz rechazó la propuesta.
Pero Godard no se rindió. Ocho meses después, el cineasta volvió a contactar con ella para ofrecerle de nuevo ser la actriz principal de su nuevo proyecto, El soldadito (Le petit soldat, 1963), y en esta ocasión la joven promesa del celuloide aceptó sin saber que no sólo trabajaría con el director, sino que uniría su vida sentimentalmente al cineasta durante muchos años.
Esta cinta supuso el inicio de una colaboración profesional y personal que culminó con siete títulos -y un divorcio traumático-, la mayoría de ellos imprescindibles para entender la historia del cine europeo. Una mujer es una mujer (Une femme est une femme, 1961) –película con la que Karina ganó el premio de interpretación en la Berlinale de 1962–, Vivir su vida (Vivre sa vie: Film en douze tableaux, 1962), Banda aparte (Bande à part 1964) o Pierrot, el loco (Pierrot le fou, 1965) fueron algunos de ellos.
La década de los 60 resultó gloriosa para ella, pero no todo fue Godard. También participó en producciones tanto francesas como de otros países, proyectando su carrera internacionalmente.
Trabajó, por ejemplo, con Jacques Rivette en La religiosa (Suzanne Simonin, la Religieuse de Diderot, 1966); con el mítico Luchino Visconti en la adaptación al cine de la obra de Albert Camus El extranjero (Lo straniero, 1967); con el americano George Cukor en Justine (1969), adaptación de la novela homónima de Lawerence Durrell. Más tarde, durante los 70 y los 80 llegó a participar en las películas La ruleta china (Chinesisches Roulette, 1976) del alemán R.W. Fassbinder o en La isla del tesoro (L’Île au trésor (1985) del chileno Raoul Ruiz, película de la que Anna Karina dijo textualmente que nunca entendió nada.
Anna Karina, cantante
Como si triunfar en el cine no fuera suficiente, Anna Karina también dedicó espacio en su trayectoria profesional a la música. Aunque su carrera como cantante nunca llegó a ser prolífica, teniendo en cuenta la belleza de su voz y el carisma innato que siempre la caracterizaron, era inevitable que destacara también en este ámbito.
En las películas Una mujer es una mujer y Pierrot el loco pudimos disfrutar de su voz por primera vez en dos escenas míticas que cualquier cinéfilo tiene grabadas a fuego en su retina. Pero fue en el 67 cuando obtuvo un éxito real con la comedia musical. La televisión francesa emitió Anna, un musical realizado por Pierre Koralnik. Poco después llegó a grabar un LP, de nuevo bajo el título Anna, compuesto y realizado por el emblemático icono de la canción francesa Serge Gainsbourg, con quien interpretó a dúo algunos de los temas.
Ya en la década de los 2000 el también cantante y compositor Philippe Katerine produjo y compuso para Anna Karina el disco Une histoire d’amour, que fue acompañado de una gira de conciertos. Pero esto seguía sin ser suficiente para todo el talento que contenía en su interior. Llegó a dirigir dos películas: Vivre ensemble (1973) y Victoria (2008); y escribió cuatro novelas (aunque no demasiado buenas, ¡algo se le tenía que dar mal!).
El cine de la nueva ola se mantiene vivo
Durante esta década que llega a su fin hemos asistido a la pérdida de otras figuras imprescindibles de la Nouvelle Vague (sin ir más lejos, ocurrió con la incomparable Agnès Varda durante marzo de este mismo año).
Aunque suene paradójico, con cada una de estas desapariciones el cine clásico revive un poco más. Los sentidos homenajes y el espacio que se dedica en los medios a repasar filmografías y biografías vuelve a poner de relieve la creación y el trabajo de todos aquellos cineastas que se atrevieron a cambiar el paradigma del cine francés durante la década de los 60.
Sirva, pues, esta despedida a Anna Karina para ver de nuevo sus películas; para volver a verla llena de juventud y vitalidad delante de la cámara. Solo hay una manera de otorgarle la inmortalidad: revisitando y recomendando sus películas a las nuevas generaciones:
Anna, seguiremos cayendo rendidos a tus pies desde el otro lado de la pantalla por muchos, muchos años más.
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