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Doce recomendaciones francófonas imprescindibles en la cultura actual

En la Alianza Francesa de Málaga hemos recopilado 12 recomendaciones francófonas culturales que hablan de momento contemporáneo de la francofonía en todo el mundo. Más de 300 millones de personas hablan francés a lo largo del planeta. Y hoy observamos esto en la literatura, el arte, la gastronomía o la música, entre otras manifestaciones culturales.

Cada año en marzo se celebra el mes de la Francofonía. Se trata de un evento que reúne a todos los públicos con el objetivo de dar a conocer la creación cultural y artística del mundo francófono, y promover la lengua francesa. Porque estudiar francés no es sólo aprender un idioma, sino descubrir a fondo las culturas de los diferentes países que forman el mundo francófono.

Aquí van nuestras recomendaciones:

Mous Lamrabat, o cómo reinventar la imagen de moda marroquí

Mous Lamrabat es nuestra primera recomendación francófona; un fotógrafo marroquí-belga que, tras finalizar sus estudios de diseño de interiores, se interesó por la fotografía. Un medio que le daba la satisfacción de la creatividad instantánea y los resultados inmediatos.

Autodidacta, fue capaz de reinventar la fotografía de moda, que aborda con ironía, su propia manera de denunciar la sociedad de consumo, mezclando el lujo ostentoso y la falsificación con las referencias culturales marroquíes. Sus modelos, la mayoría con el rostro y el cuerpo enmascarados, aparecen sobre fondos naturales de paisajes marroquíes. Colabora regularmente con varias revistas como Naatal, Tush Magazine y Stylist France. Estos días se dispone a inaugurar una exposición individual en Casablanca. Mous Lamrabat y su Mousganistan están preparados para sorprender a la Galería de Arte Loft de Yasmine Berrada.

 

Fragile, una serie de Claude Desrosiers

Esta es la historia de una amistad muy improbable y eventualmente trágica entre dos hombres muy distintos, Dominic Couture y Félix Bachand, en un pequeño pueblo de provincia. protagonizada por Pier-Luc Funk (Mattias & Maxime) y Marc-André Grondin (Crazy). Juntos desarrollarán una amistad muy singular que desencadenará en una misteriosa muerte. ¿Fue un accidente o un homicidio? Descúbrelo en Filmin, donde puedes ver la serie completa.

 

Piz Gloria, restaurante en los Alpes Suizos

Se trata del primer restaurante giratorio del mundo. Está situado en la cima del Schilthorn, cerca de Mürren en el Oberland bernés, en Suiza, a 2970m. El acceso a la cima solo es posible por medio de un teleférico de 7.000 metros, el más largo del mundo. Este último y el restaurante fueron construido por el arquitecto bernés Konrad Wolf, en 1969.

El revestimiento exterior del piso superior completamente vitrado, está cubierto de paneles de aluminio recubiertos de madera. El mecanismo de rotación está arreglado de tal forma que los invitados tengan una vista hacia el exterior. Un anillo de tres metros efectúa una rotación completa alrededor del eje de 12 metros cada hora, gracias a la energía solar.

Una exposición permanente, otra de nuestras recomendaciones francófonas, es la encargada de revivir y recordar los momentos en los que él restaurante acogió la grabación de James Bond ‘Al servicio secreto de su Majestad’.

 

Lous & the Yakuzah, una popstar de origen congoleño

Con un potente primer single Dilemme, que superó los 55 millones de streams, seguido de prestigiosas colaboraciones internacionales (Joey Bada$$, Tha Supreme & Mara Sattei, Sfera Ebbasta), la belga de origen congoleño Marie-Pierra Kakoma, conocida artísticamente como Lous And The Yakuza, lanzó su primer álbum «Gore» en 2020. El álbum había acumulado más de 130 millones de streams en todo el mundo y 40 millones de visitas en YouTube. Fue elegida en 2019 por Fayard para traducir The Hill We Climb and Other Poems de la poeta estadounidense Amanda Gorman en febrero de 2021. También se convirtió en el rostro de la casa de moda de lujo francesa Chloé durante la Semana de la Moda de París en 2020.

Ahora presenta a Kisé como «un colorido borrón de emociones que expresa el rápido aliento del amor y la impresión que deja una vez pasada la euforia».  Entre el neo-soul, el funk oscuro y el flow delirante, Lous elige el lado delirante de la vida sobre la dura realidad. La cantante es una de las recomendaciones francófonas más cercanas a la Alianza Francesa de Málaga, pues fue la encargada de cerrar la 25 edición del Festival de Cine Francés de Málaga.

 

Héritage, la historia familiar de Miguel Bonnefoy

Con un padre chileno escritor y una madre venezolana amante de la literatura, el destino de Miguel Bonnefoy no podía ser otro. Su tercera novela titulada ‘Héritage’ cuenta la historia de una saga familiar francesa instalada en Chile que abarca desde 1873 a 1973. Sus personajes están marcados por varios acontecimientos trágicos como las dos guerras mundiales y el golpe de Estado de Pinochet. Esta es una historia en la que la fábula y lo extraordinario juegan un papel esencial en el destino de los Lonsonier.

“Quería rendir homenaje a mi padre (Michel Bonnefoy), a la historia terrible que vivió con la tortura en Villa Grimaldi durante la dictadura”, ha declarado el autor a medios parisinos, y añade que el libro también quiere rescatar del olvido a muchos chilenos de origen francés que lucharon en las guerras mundiales.

 

“Bruxelles, je t’aime” canta Angèle a la capital belga

La cantante belga Angèle ha lanzado a principios del año uno de los discos más alabados por la crítica musical del pop internacional. “Bruxelles je t’aime» (Bruselas, te quiero) ha sido la primera canción de este disco que la cantante presentó hace unos meses, y habla del amor Angèle por Bruselas, con un sencillo ritmo de fondo.

Aunque actualmente vive en París, la canción habla de su tristeza por no estar en Bruselas tanto como le gustaría. El vídeo musical está ambientado en un tren entre París y Bruselas. En la canción, la cantante belga se pasa al neerlandés, lo que muchos han interpretado como su intervención en un debate político en el país.

 

La Piscine, un museo único en Roubaix

Pocos lugares han tenido una reconversión tan espectacular como la vieja piscina de Roubaix. Construida en 1932 por el arquitecto Albert Baert, esta joya del art decó reabrió sus puertas transformándose en galería de arte en 2001, y convirtiéndose, en uno de los museos con más solera de Francia. Estamos, posiblemente, ante uno de los museos más bonitos del mundo.

Tras hacer las delicias de los habitantes de Roubaix durante años, finalmente la piscina tiene que cerrar sus puertas en 1985 por un problema de seguridad. Y es que la fragilidad de su bóveda ponía en peligro la seguridad de los bañistas.

Eso, si, se ha respetado toda la decoración interior de la piscina, de estilo neoclásico, e incluso los diferentes símbolos masónicos con los que se dice que cuenta la Piscine. No hay que olvidar que Albert Baert, su constructor, pertenecía a la Logia masónica de la ciudad de Lille. La Piscine de Roubaix acoge en su interior distintas colecciones de pinturas, esculturas, diseño, elementos téxtiles, cerámicas y dibujos, repartidos por sus diferentes alas, aunque es alrededor de la piscina, donde encontramos la mayoría de las esculturas.

 

Neuhaus Outlet, chocolate belga para nuestro disfrute

Es un outlet de chocolate donde puedes probar lo que quieras y comprar al por mayor si quieres Los chocolates Neuhaus existen desde 1857 y son conocidos en todo el mundo por su excelente calidad. Al Lado de la fábrica Neuhaus situada en en Sint-Pieters-Leeuw a las afueras de Bruselas, se encuentra la tienda outlet de Neuhaus, un auténtico paraíso para los amantes del chocolate, no solamente por sus competitivos precios, sino porque además puedes probar cuantos quieras antes de decidir los que quieres comprar.

En esta tienda venden bombones de todo tipo y en diversos formatos, cajas de chocolatinas, tabletas de chocolate, trufas, galletas, cremas de untar, etc… Pensamos que esta puede ser una de las recomendaciones francófonas favoritas de los lectores… ¡qué hambre!

 

Tartiflette, un esencial de la cocina francesa

Una tartiflette es un gratén o gratinado de patatas que, entre otros ingredientes, suele llevar panceta o bacon, cebolla e indispensable, el queso Reblochon, un queso francés que se produce en Saboya y en la Alta Saboya, que cuenta con un sello de calidad equivalente a nuestra Denominación de Origen Protegida (AOP, Appellation d’Origine Protégée), y que se elabora con leche cruda de tres razas de vaca de montaña, ABondance, Tarine y Montbéliarde.

Y es que parece ser que la tartiflette, otra de las recomendaciones francófonas favoritas del equipo, se creó en los años 1980 por el Syndicat Interprofessionnel du Reblochon con el objetivo de promover las ventas y consumo de queso Reblochon, siendo una elaboración culinaria inspirada en un plato tradicional conocido como Péla, un gratén de patatas, cebolla y queso que se preparaba en una sartén con un mango largo llamada Péla en arpitano (lengua románica también denominada franco-provenzal, usada en Francia, Italia y Suiza).

El nombre de tartiflette se inventó a principios de 1990, siendo un término que deriva de tartiflâ, nombre que recibe la patata en arpitano saboyano. Tampoco ha tardado mucho este plato moderno de la cocina francesa en extenderse por otros países, la tartiflette se ha hecho popular en muchos rincones del mundo, y es que es un plato rico y fácil de hacer.

Te recomendamos esta receta de Bon Viveur.

 

Les cités obscures, la saga de cómic de Schuiten et Peeters

Nacida en 1982 de la colaboración de François Schuiten y Benoît Peeters, Les Cités obscures es una serie mítica de cómic contemporáneo. Publicados en francés por Casterman, y traducidos a la mayoría de las lenguas europeas, estos trece álbumes han ganado numerosos premios. Aunque están llenos de referencias a nuestro mundo, sobre todo en cuanto a la arquitectura, estos diferentes libros forman parte de un universo paralelo al nuestro, cada vez más coherente.

Ocho de estos álbumes son auténticos cómics; los demás exploran diferentes formas de narración: cuento ilustrado, diario imaginario, guía de viajes, vídeo DVD, etc. Cada libro de la serie puede leerse de forma independiente, y podríamos considerlos todos recomendaciones francófonas.

 

L’art de perdre, una novela de Alice Zeniter

La Argelia de la que es su familia ha sido durante mucho tiempo para Naima un telón de fondo de poco interés. Sin embargo, en una sociedad francesa atravesada por cuestiones de identidad, todo parece querer regresar a sus orígenes. Pero, ¿qué conexión podría tener con una historia familiar que nunca le contaron? Su abuelo Ali, un alpinista Kabyle, murió antes de que ella pudiera preguntarle por qué la historia lo había convertido en un «harki». Yema, su abuela, quizás podría responder, pero no en un idioma que Naima entienda. En cuanto a Hamid, su padre, que llegó a Francia en el verano de 1962 en campamentos de tránsito instalados apresuradamente, ya no habla de Argelia desde su infancia. ¿Cómo traer de vuelta un país de silencio? En un atrevido y novelista fresco, Alice Zeniter cuenta la historia del destino, entre Francia y Argelia, de generaciones sucesivas de una familia atrapada en un pasado tenaz. Pero este libro, la última de nuestras recomendaciones francófonas, es también una gran novela sobre la libertad de ser uno mismo, más allá de las herencias y los mandamientos íntimos o sociales.

 

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Los cinco carnavales francófonos más espectaculares

Estamos en plena semana de celebración del Carnaval de Málaga, y nuestros profesores han estado desarrollando y trabajando material pedagógico sobre esta celebración, para nuestros cursos de francés. Además de mucho vocabulario, hemos repasado los espectaculares carnavales que se celebran en distintos países francófonos.

Por eso hoy en el blog de Alianza Francesa Málaga, vamos a conocer algo más sobre ellos, a través de impresionantes imágenes. El origen de la palabra “carnaval” procede del latín carnelevare, compuesto de carne ‘carne’ y levare ‘quitar’, por alusión a la tradición de no comer carne durante el ayuno de Cuaresma. El término tradicional castellano carnestolendas procede de la elisión de la frase latina (dominica antes) carnes tollendas ‘(domingo antes de) quitar las carnes’.

Cuando pensamos en el Carnaval se nos vienen a la cabeza imágenes de ciudades españolas como Cádiz o Tenerife, y de celebraciones emblemáticas como las de Venecia o Río de Janeiro. Pero hoy nos vamos a centrar en cinco lugares de geografía francófona con interesantes, desconocidas y muy divertidas aproximaciones a la fiesta del carnaval.

CARNAVALES FRANCÓFONOS

MARTINICA

Martinica es una pequeña isla francesa cerca de Sudamérica, lo que supone una mezcla de cultura caribeña y francesa. Durante la celebración de uno de los carnavales francófonos más célebres hay música sin parar y fiestas en la calle.

Su importancia está profundamente arraigada en la historia de Martinica y casi todos los días del carnaval se dedica a un tema único. Por ejemplo, el lunes es reconocido como el día de las bodas burlescas porque todos los hombres se visten con trajes de novia, y el martes es el día del diablo.

BINCHE

El Carnaval de Binche, en Bélgica, posee una larga historia, aunque alrededor de esta se han construido muchas leyendas que a menudo deforman su realidad. Su origen parece datar de 1549. Los «Gilles de Binche» fueron presentados a la reina de Francia, María Teresa de Austria, esposa de Luis XIV, e hija del rey Felipe IV de España, después de la victoria de Arras, y de la anexión a Francia de las antiguas provincias españolas del norte.

Los Gilles personificaron a los indígenas andinos, algo similar a lo que puede encontrarse en el folklore boliviano, y sobre todo en Tarija. Los “máscaras blancas” de los «Gilles» tenían razones estéticas, ya que escondían los rostros «sucios» del pueblo, en su mayoría carboneros. En 2003, el Carnaval de Binche fue declarado Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la Unesco, siendo inscrito en 2008 en la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

NIZA

El Carnaval de Niza es una de las manifestaciones invernales más importantes de la Costa Azul. Durante más de quince días, la ciudad vive al ritmo de los festejos. Humor, burla y poesía se dan cita en esta gran cita popular. El Carnaval se articula en torno a dos manifestaciones bien distintas: el corso carnavalesco, de día y de noche, y la Batalla de flores. En la plaza Masséna, las carrozas alegóricas o burlescas desfilan acompañadas de elementos de animación, artes de calle y grupos musicales internacionales.

Estos corsos carnavalescos adoptan la apariencia de viajes iniciáticos… Frente al mar, la gracia y la elegancia de las batallas de flores evocan la importancia de las flores y realzan el patrimonio floral de la región. Este es la parte del Carnaval más poética, que no puede disociarse de la parte más irónica.

QUEBEC

Quebec, la primera de las grandes ciudades canadienses que aparecen en la parte oriental del país, a lo largo del curso del río San Lorenzo, acoge cada año – y ya van más de sesenta ediciones – una gran fiesta cuya celebración se prolonga normalmente entre finales de enero y mediados de febrero.

Fue allá por el año 1894 cuando comenzó esta tradición, en la ciudad de Quebec, como una manera de poner buena cara al duro frío invernal. Una tradición que solo fue interrumpida por las dos Guerras Mundiales y el Crac del 29, y que fue refundada en 1954 como Carnaval y Festival. Un año después, en 1955, aparecería el símbolo de la fiesta: un gran muñeco de nieve vestido con un gorro rojo y el icónico cinturón multicolor con bandas en forma de flecha.

A partir de entonces, solo se puede hablar de una historia de éxito, hasta el punto de haberse convertido, en la actualidad, en uno de los carnavales francófonos con mayor impulso turístico de la ciudad durante el invierno, con figuras de hielo, mercados de comida y mucha fiesta en la calle.

 

DUNKERQUE

El carnaval de la ciudad portuaria del norte de Francia, Dunkerque, se lleva a cabo durante seis semanas, y hacia la mitad se celebran las »Trois Joyeuses», cuatro días seguidos de fiesta. Aunque no están muy claros sus orígenes, se considera que las celebraciones del carnaval de Dunkerque provienen de la fusión de una fiesta pagana con la conmemoración de la partida de los pescadores de este puerto hacia Islandia.

En las tradiciones del carnaval se incluyen cantos de marineros y los músicos se visten con impermeables amarillos como los pescadores de bacalao. Además, se lanzan arenques delante del ayuntamiento para recordar las grandes campañas de pesca de antaño. Por las calles, personajes propios de este carnaval interpelan a los viandantes.

Además de gigantes (llamados “reuze”), en las calles puedes ver personajes típicos de este carnaval como los “intrigueurs” y “figuemen”, que asustan a los viandantes con su caña de pescar, de la que cuelga un trozo de pescado ahumado o de queso. La gente suele llevar coloridos paraguas como complemento: cuentan que la gente de la ciudad empezó a usarlos para mofarse de los campesinos que acudían con ellos a la fiesta y esta costumbre pervive hasta hoy. Otro de los aspectos distintivos de la fiesta son los paraguas; cuentan que la gente de la ciudad empezó a usarlos para mofarse de los campesinos que acudían con ellos a la fiesta y esta costumbre pervive hasta hoy.

 

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Las intimidades de Sophie Calle, en Málaga

Hay algo increíblemente familiar que nos invade cuando nos acercamos a la obra de Sophie Calle. La artista desafía al a veces inaccesible mundo de lo expositivo en el momento en el que el espectador pone un pie en la sala y comienza a leer algunos de sus textos. Son historias que conmueven, por su naturaleza, pero sobre todo por cómo están contadas o fotografiadas. Y algunas de ellas las podemos ver actualmente en el Centre Pompidou Málaga.

La artista ha puesto su vida en su obra; su intimidad. Pero no como un diario, más bien como pequeñas historias que decide revelar, algunas de sus vivencias. Es sólo la parte que ella “acepta contar”. A finales de 2021 inauguró una exposición retrospectiva en el Centre Pompidou Málaga, que se puede visitar hasta el próximo 17 de abril de 2022, y que supone un repaso por grandes momentos y piezas artísticas de toda su carrera.

Su obra, su estilo

Sophie declaró recientemente que, aunque su obra no contiene un alegato específicamente feminista, se toma como un cumplido cuando la gente le dice que lo tiene. Su trabajo sobre la intimidad es específicamente particular, y multidisciplinar; principalmente trabaja con textos y fotografías, pero también con vídeo y performance. En su obra se aprecia la oposición de lo público frente a lo privado, y los diversos registros que adopta en cuanto a identidad.

En el proceso de investigación en secreto, reconstruyendo o documentando las vidas de extraños, Calle manipula las situaciones y las personas. Así, en el acto de invitar a un extraño dormir con ella en Venecia, o trabajar como camarera de piso del hotel para observar subrepticiamente los invitados, Calle condiciona y refunde su propia identidad. Los documentos o “pruebas” que se derivan de estos proyectos conceptuales se presentan como fotografías, instalaciones foto-texto, video y libros de trabajo.

La exposición

La muestra, comisariada por Christine Macel, jefa del departamento de creación contemporánea y prospectiva del Centre Pompidou, repasa en seis obras -Las autobiografías; El Marido; El hotel; Dolor exquisito; No Sex Last Night; Souris Calle (álbum) y Souris Calle (vídeo)- los trabajos por Sophie Calle (9 de octubre de 1953 París, Francia) a lo largo cuatro décadas y en la que intenta plasmar sus temas recurrentes, como son la intimidad, la ausencia, muerte o las relaciones de pareja.

La exposición arroja luz sobre los casi cuarenta años de creación, a través de algunas de sus obras emblemáticas presentes en la colección del Centre Pompidou, e ilustrando los temas que son más recurrentes en su trabajo, como son retratar la intimidad, las relaciones sentimentales y la ausencia o la muerte.

El recorrido expositivo se abre con la serie El marido (1995) en la que nueve paneles narran las etapas de la historia de Sophie Calle con su exmarido Greg Shephard, como un diario que recoge sus palabras y las imágenes de aquella época. En la siguiente sala se exhibe El Hotel (1981), una serie fotográfica en la que Sophie Calle se desliza en la piel de una camarera de piso de un hotel veneciano para detallar su experiencia, aproximándose a la vida de extraños, durante tres semanas.

El recorrido continúa con Dolor exquisito (1984-2003), una obra creada tras una ruptura romántica. En nueve dípticos, cada uno compuesto por dos fotografías y dos textos bordados en un panel de lino, las palabras de Sophie Calle se codean con las de los anónimos a los que el artista preguntó ¿Cuál fue tu mayor dolor? La ruta finaliza con Souris Calle (2018), uno de sus proyectos más recientes y que se puede ver por primera vez en España. Este conjunto de obras visuales y sonoras se produjo tras la muerte de Souris, el gato de Sophie Calle, para quien pidió a cuarenta músicos que compusieran una pieza en su homenaje (entre los que se encontraban Bono, Laurie Anderson, Pharrell Williams y entre otros).

La exposición se completa con la proyección de la película No Sex Last Night (1992) en el auditorio. Se trata de una road movie a modo de diario, que está en el límite entre el arte y la vida, y que narra un momento de la relación con su exmarido.

Una artista única

Sophie Calle nació en París en 1953 y a principios de la década de 1970 emprendió un largo viaje alrededor del mundo. A su regreso a Francia, inició su primer trabajo fotografiando a desconocidos que perseguía en la calle y describiendo con palabras sus movimientos. Fueron sus primeras creaciones en las que la fotografía y el texto se funden y entrelazan en la pieza artística. En sus trabajos combina estos dos elementos, dando como resultado una narrativa artística muy personal y única. Calle es una artista conceptual, fotógrafa, operadora de cámara e incluso, en ocasiones, ha hecho de detective.

La muestra se puede visitar hasta el próximo 17 de abril de 2022, en Centre Pompidou Málaga, los lunes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo, de 9:30 a 20:00 horas (incluyendo festivos).

 

 

 

 

 

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París Photo convierte a la capital francesa en el corazón de la fotografía internacional

Paris Photo es la feria internacional de arte dedicada la fotografía más importante del mundo. Se celebra cada mes de noviembre en el corazón de París desde 1997, y su misión es promover el trabajo de creadores, galerías y espacios de trabajo.

La imagen elegida para el cartel de esta edición es “American Document (Trio), 1983’ de la artista Barbara Morgan. Hasta el 14 de noviembre se celebra este gran evento de la fotografía en el Grand Palais Ephémère de París, con un programa que incluye muchas actividades y exhibiciones online.

Para su edición número 24 contará con 177 expositores de 25 países. La feria se plantea con una sección principal y otra llamada ‘Curiosa’ con lo más destacado de la fotografía emergente a nivel mundial.

Sección principal

La feria da la bienvenida a 29 nuevas galerías del sector principal que en sus distintos expositores mostrarán obras recientes de jóvenes fotógrafas sudafricanas como Mounir Fatmi, Tania Mouraud, Orla, Aurélie Pétrel o el trabajo multimedia de Joana Choumali.

Destaca, además, la presencia de galerías internacionales que mostrarán las obras de Paul Mpagi Sepuya, que exploran la política corporal; y de Tomasz Machcinski, que presenta un proyecto sobre identidad. Los trabajos experimentales de Douglas Mandry que reflexionan sobre el cambio climático y abordan cuestiones ambientales y geopolíticas; Latif Al Ani analiza el panorama sociopolítico en la década de 1950-70 en Irak; se podrán ver por primera vez en cuatro décadas fotografías inéditas de Bill Brandt, Brassaï e Irving Penn. Completan la propuesta de la feria en 2021 las imágenes de compromiso social de Pilar Albarracín; y una exposición dedicada al fundador del movimiento NO! art, Boris Lurie.

Reconocida por su selección de alto nivel que ofrece lo mejor de la fotografía, desde sus orígenes hasta sus formas más contemporáneas, Paris Photo presentará 17 exposiciones individuales y 10 exposiciones a dúo. De esta forma se podrá conocer de cerca a la artista Ilit Azoulay y su trabajo sobre fotografía e histeria; la investigación de los viajes por el Mediterráneo del icónico fotógrafo Herbert List; la serie sobre identidad brasileña de Claudio Edinger; la nueva serie con carga política “Allegoria” de Omar Victor Diop; y una presentación única de fotografías de Cy Twombly.

Los aspectos más inesperados de las exposiciones colectivas incluyen obras nuevas y raras, como las de Tod Papageorge, Carrie Mae Weems, o Bruce Davidson. Entre las características sobre las mujeres en la fotografía se incluyen propuestas de Kicken (Berlín) con las «heroínas» Diane Arbus, Gertrud Arndt y Sibylle Bergemann, entre otras; y Bruce Silverstein (Nueva York) con las modernistas Berenice Abbott, Ilse Bing, Germaine Krull y Helen Levitt.

Se presentan los nuevos trabajos que exploran el género y la identidad de Zanele Muholi, así como los de Yolanda Andrade, quien documentó el movimiento LGBT de los 80 en México.

Artistas emergentes y Foto Elle

La sección Curiosa, inaugurada en 2018 y dedicado a artistas emergentes, presenta una selección de 20 proyectos comisariados por Shoair Mavlian, director de Photoworks y excomisario asistente de fotografía en la Tate Modern.

La selección de Mavlian incluye presentaciones individuales de veinte artistas de once países diferentes, algunos de los cuales exponen en Francia por primera vez, como Maisie Cousins, y Jošt Dolinšek. Este año Curiosa destaca las nuevas tendencias en la práctica fotográfica contemporánea, incluyendo nuevos enfoques y temas documentales centrados en la identidad y el medio natural.

La feria continúa su compromiso con las mujeres en la fotografía con Elles x Paris Photo, un programa iniciado en 2019 en asociación con el Ministerio de Cultura francés y apoyado por Kering / Women in Motion para promover la visibilidad de las mujeres artistas y su contribución a la historia de fotografía. Para esta edición de 2021, Nathalie Herschdorfer, historiadora del arte especializada en fotografía y directora del Musée du Locle, Suiza, presenta una selección de obras elegidas entre las propuestas de las galerías.

 

Fotolibros y feria online

Finalmente, para completar esta edición en el Grand Palais Ephémère, Paris Photo lanza su primera Sala de exposiciones online, que se abre al público hasta el 17 de noviembre. Una oportunidad para adquirir fácilmente obras de arte, enumerar las favoritas, descubrir nuevos talentos, examinar las selecciones de los curadores y forjar nuevas conexiones con galerías y distribuidores de libros de arte de cualquier parte del mundo. Esta sección incluye encuentros con artistas como Hinde Haest, Victoria Pidust, Shoair Mavlian, Zoë Ghertner, Simon Lehner o John Yuyi.

Así mismo, la feria presentará este fin de semana a los ganadores de su certamen de Fotolibro, que se podrán conocer en su web, dónde se puede acceder a todas las actividades online y más información de la feria internacional.

 

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Suburbia recomienda cinco esenciales de la filosofía francófona en el Día de las Librerías

Hoy desde el blog de la Alianza Francesa en Málaga nos acercamos a conocer un poco mejor el nuevo espacio literario de referencia en nuestra ciudad: la librería Suburbia.

Y es que hoy se celebra el Día de las Librerías en España, una iniciativa en la que el Ministerio de Cultura apuesta por reivindicar el carácter cultural y la capacidad de resistencia y de arraigo de estos espacios. Las librerías son lugares de adaptación y de atracción de lectores con sus recomendaciones y su atención personalizada.

Abierta al público en C/ Ana Bernal desde el pasado 23 de abril, esta librería asociativa está especializada en pensamiento crítico, filosofía política, (trans)feminismos, LGTBIQ+, antirracismo, arte/ciudad y movimientos. Se trata de un espacio común de producción de conocimientos alrededor y a través de los libros.

Filosofía y ensayo

Gilles Deleuze, Michel Foucault, Anne Querrien, Henri Lefebvre… La base conceptual de las publicaciones que trabajan es la filosofía postestructuralista francesa, pero también los estudios urbanos. Hace unos días nos acercamos a visitar el espacio, y sus creadores nos hicieron estas recomendaciones indispensables:

El hecho de que sea una librería asociativa supone que el sostenimiento y el sentido de la librería depende de sus socios. Se trata de una forma de cuidar este espacio de pensamiento y debate, dónde además se celebran seminarios, grupos de lectura y presentaciones.

Colaboran con el EIPCP (European Institute for Progressive Cultural Policies) y con Transversal. Situados de forma adyacente a La Casa Azul, el espacio está en plena evolución y en los próximos meses prevé desarrollar su parte más lúdica, con un fantástico espacio de encuentro y experimentación artística.

Un espació común de producción cultural

Además, la librería comenzará en breve a vender libros escritos en francés, y trabajará con editoriales como La Fabrique. De esta forma pretenden potenciar una línea ensayos, con un posicionamiento europeo. Suburbia cuenta, también, con su propia editorial: Subtextos, que ya tiene publicado “Lo absoluto de la democracia”, de Raúl Sánchez Cedillo, editado el pasado mes de mayo.

Una buena oportunidad para conocerlos es visitar el stand nº 43 de la Feria del Libro de Málaga, dónde Suburbia participa con su propio expositor hasta el próximo domingo 14 de noviembre.

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Monográficos Arte

Los veranos de Malika Favre

Dicen que es la ilustradora viva más plagiada de nuestro tiempo. Malika Favre ha diseñado portadas e ilustraciones para las publicaciones más importantes del mundo moderno. Miramos la estación del año que se acerca a través de sus ojos.

Malika Favre, o el éxito en la vida

Hay virtud en saber identificar (y admitir) que la máxima expresión de privilegio es no tener que poner nunca el despertador. Malika Favre reconoció en El País que lo ha conseguido: hace cinco años que se despierta cuando se lo pide el cuerpo.

Este cuerpo en cuestión nació en París, en 1982, de una madre que pintaba y que puso empeño en que ella también lo hiciera. A Malika le apasionaba dibujar, pero lo que le decía la experiencia familiar era que los artistas no ganan dinero.

Así que, cuando tuvo edad de estudiar, puso rumbo a las ciencias puras, destino: Ingeniería Cuántica. Pone un pie en el mundo de las decisiones prácticas le bastó para darse cuenta de que tenía que abandonarlo todo y encontrar una escuela de arte en París.

«Sunshine gets me in the flow» © Malika Favre para WeTransfer

 

Cuando terminó de estudiar en l’École nationale supérieure des arts appliqués et des métiers d’art, se mudó a Londres. Allí descubrió el diseño gráfico, a través de unas prácticas con el estudio Airside (que cerró en 2012), donde, dice, desarrolló su estilo.

De Airside echó a volar sola como freelance, y como se suele decir, el resto es historia.

No se le conocen grandes ostentaciones, además del apartamento ideal y la ropa impecable. Es difícil encontrar información sobre ella que no haya sido cuidadosamente cedida por la misma artista.

Y es que es lógico que cuando una cura y protege con tanto mimo su obra haga lo mismo con su imagen pública.

Formas, color, mujeres y síntesis

Dicen algunos teóricos que todos los artistas son interpretados desde donde ellos quieren que los interpretemos, y que para eso las entrevistas y reportajes son un escaparate a través del cual construir no solo una imagen sino un imaginario.

«Rendez vous» © Malika Favre para Domain Hollywood

 

Si es así, el imaginario que Favre ha construido alrededor de sí misma es uno cuidadosamente seleccionado. De su vida privada se sabe poco o nada, y sin embargo transmite con nitidez la sensación de tener los pies bien puestos en la tierra.

Es fácil envidiarla pero difícil que no caiga bien inmediatamente. Reclama sus orígenes con frecuencia, no le quita mérito a la suerte, y reconoce que el éxito es la capacidad de elegir cuándo trabajas y para quién.

Dice  que empezó a sentirse a gusto en su propia obra cuando se animó a trasladar a la pantalla lo que había en sus cuadernos de sketch: mujeres desnudas y sugerencias eróticas. Pensó en tratar sus ideas desde la perspectiva del diseño gráfico, y jugar con las formas y la síntesis para buscar la mezcla perfecta entre dibujo y logo.

La traducción de todas estas intenciones unos pocos años más tarde es un portafolio lleno de figuras femeninas, estampadas en un estilo único que, sin embargo, parecemos conocer desde siempre.

No es que el estilo de Malika no sea original, es que, de unos años a esta parte, lo hemos visto en todos sitios. Por eso, cuando una se asoma a su portafolio poniendo por fin nombre a una combinación conocida tiene la sensación de leer por primera vez la letra de una canción que ya se sabe de memoria.

Un equipo de abogados defiende a capa y espada los derechos de la obra de Favre cada vez que se usan de forma ilícita. Por lo visto, tienen mucho trabajo.

«Bigger Splash» © Malika Favre para The Newyorker

Los veranos de Malika Favre

Al igual que la mayoría de su obra, las ilustraciones veraniegas de esta diseñadora (que ahora, por cierto, vive en Barcelona, dice que por las horas de sol) son sorprendentemente capaces de contar historias.

O, más bien, de pintar postales completas. Playas, piscinas, montañas o terrazas: en todas las escenas se comparten los elementos justos para identificar no sólo una estación del año sino toda la simbología poética y visual que la acompaña.

Una optimización máxima del espacio que usa positivos y negativos en cada contraposición de colores sirve en las ilustraciones de Malika Favre para crear un universo que se expande más allá de los márgenes de la pantalla. Es imposible no imaginarse qué hay más allá del bordillo de la piscina, hacia dónde navega el velero o quién vive en esa terraza.

«On the draw» series © Malika Favre para la Junta de Turismo de las Islas Canarias

 

En los veranos de Favre hace calor, pero siempre nos los presenta desde un refugio. No hay un sofoco sin escapatoria como al que estamos acostumbrados en el sur. Personajes y lectores están siempre a salvo de la incomodidad, porque ese es el reino que nos regala Malika Favre, y para qué vamos a sufrir en él.

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Brassaï: Paris de nuit

El Museo Picasso de Málaga trae para el invierno de 2021 las fotografías de Brassaï; uno de los testimonios sobre París más icónicos y sensibles del siglo XX. Descubrimos la figura del fotógrafo húngaro que capturó la esencia de la capital francesa mejor que ningún parisino.

El apátrida de Brassó

El 9 de Septiembre de 1899 alguna campana sonaría en Brassó para anunciar el nacimiento Gyula Hálasz. Cuando abriera los ojos por primera vez, debió de enfocar la vista en las múltiples fronteras que rodearon su nacimiento: el Imperio Austrohúngaro estaba a punto de desaparecer, y el siglo XX a la vuelta de la esquina.

Tanto cambiarían el tiempo y el espacio que el suelo húngaro que vio nacer a Hálasz es ahora territorio rumano. Algunas décadas después de su nacimiento, Guyla Hálasz firmaría por primera vez su trabajo con el patronímico de una ciudad que hoy se escribe de forma diferente y en una lengua diferente.

El padre era profesor de literatura en la universidad y de su madre es difícil encontrar algo más de información que «de origen armenio«. Guyla, a quien a partir de ahora nos referiremos como Brassaï por el bienestar de la claridad, pisa París por primera vez cuando es demasiado joven para recordarla. En 1903 la familia se traslada a la capital francesa, mientras su padre enseña en la Sorbona.

Unos años más tarde, cuando tiene que ser estudiante, un joven Brassaï se traslada a Budapest para estudiar en la Escuela de Bellas Artes. Cuando empezó la Primera Guerra Mundial, se alistó en la caballería del Imperio Austrohúngaro y luchó hasta el final de la guerra (para entonces tendría apenas 19 años).

Al fin de la Gran Guerra se trasladó a Berlín, donde siguió estudiando artes aplicadas. Allí empezó a trabajar como reportero y es entonces donde comienza a hacer fotografías para ilustrar sus propios artículos. En 1924, se mudó a Francia.

París, periodismo, personajes

Cuando Brassaï llegó a París, tenía veinticuatro años y continuaba con su incipiente carrera de periodista. Si hay algún período en el que el arte y la cultura hayan bullido con furia es el París de los años veinte. Pronto descubre que su amor por París necesita ser documentado más allá de los retratos ocasionales y planeados que toma para el periodismo.

En un contexto de efervescencia creativa, donde convergieron la mayoría de grandes nombres artísticos del siglo XX, el underground parisino debía ser tan excitante y bohemio como quepa imaginar.  Lo fascinante de la obra de Brassaï salta a la vista, y no es necesario tener un ojo experto en fotografía ni conocimientos historiográficos para apreciar que la inmensísima variedad de personajes que aparecen entre las páginas de sus libros de fotografía es en sí misma un valor propio.

A lo largo de la carrera de Brassaï, podemos encontrar retratos a casi todas las grandes personalidades artísticas del siglo XX, y también las caras anónimas de los márgenes de la sociedad respetable. Las calles de París son tan protagonistas como los rostros que los habitan, y la niebla, el agua, las luces y las sombras terminan componiendo a cuatro manos el primer libro que Gyula Hálasz publicó, en 1933, bajo el pseudónimo Brassaï: París de noche.

Para finales de la década de los años 30, ya se lo conocía como «el ojo de París» (dicen que gracias a Henry Miller), y llegó a mediados de siglo siendo uno de los fotógrafos más reconocidos de su tiempo. Trabajó para Haper’s Bazar, expuso su obra en todos los grandes museos de Europa y Estados Unidos, y viajó por todo el mundo (incluyendo a la Semana Santa de Sevilla en los años 50).

Como es muy raro encontrar un artista tan brillante que no traspase las fronteras de las disciplinas, Brassaï publicó cerca de una veintena de libros y en 1956 ganó una estatuilla del Festival de Cannes por el cortometraje «Tant qu’il y aura des bêtes».

Gilberte y Pablo

En 1948 contrajo matrimonio con Gilberte Boyer, una figura fundamental en el desarrollo de su carrera. Gracias a ella, y después de dos años como apátrida, Brassaï adquirió la nacionalidad francesa en 1948. Además de ayudarlo con sus habilidades sociales, que según cuenta Henry Miller, eran por demás flacas, Gilberte lo ayudaba a revelar fotografías y componer sus exposiciones, álbumes y libros.

Entre ellos, se encuentra «Conversaciones con Picasso«; un libro publicado por la editorial Gallimard en 1964 que recoge, desde el objetivo y la pluma de Brassaï, la relación de amistad que unió a los dos artistas durante más de treinta años.

Brassaï en Málaga

El Museo Picasso inaugura el 18 de octubre la exposición temporal «El París de Brassaï. Fotos de la ciudad que amó Picasso«, que podrá verse hasta abril del año que viene.

La exposición estará compuesta por más de dos centenares de fotografías de la ciudad que ayudó a inmortalizar en la memoria colectiva como la capital mundial de la bohemia y el arte. Estas se podrán en diálogo permanente con otras piezas de Picasso, además de dibujos y esculturas del propio Brassaï.

La relación entre ambos artistas se ve inevitablemente intricada por la acogida de una ciudad que, salvo el lamentable paréntesis de las ocupaciones fascistas, dio cobijo y cabida durante todo el siglo XX a personas de todo el mundo.

Pablo nació en España, y Gyula en Hungría, pero ambos murieron siendo parisinos, el primero en 1973, y el segundo en 1984. Ahora se reencuentran en Málaga para que podamos ver las conversaciones entre Brassaï y Picasso a través del eco de la historia.

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Alice Guy: el faro del cine francés

Aprovechamos la cuadragésima edición de los Premios César para rescatar la figura de Alice Guy: la mujer que ideó, dio forma y desarrolló la narrativa de ficción en el cine.

Recuerdo de Alice Guy Blaché

Que el cine es un producto cultural que se compra y se vende es algo que todos tenemos claro. En el inconsciente colectivo, la cinematografía está arraigada como una de las disciplinas artísticas más costosas. Probablemente lo sea. Sacar adelante una producción y llevarla hasta una sala de cine es una empresa titánica que termina en disgusto mucho más a menudo de lo que pensamos quienes no nos dedicamos a ello.

La cantidad de personal, esfuerzo, dedicación y entrega que requiere levantar una película es inimaginable, a menos que se trabaje en una. Por eso, cualquier dificultad añadida a una actividad ya de por sí dificultosa parece siempre la gota que colma el vaso. Aunque, después, el vaso sea más hondo de lo que pensamos.

Este fue el espíritu que se respiró en la última gran noche del cine francés. Evidentemente, la pandemia de coronavirus ha estado una vez en el centro de donde nadie querría que estuviera. Y es que los premios César 2021 han tenido como protagonista el fantasma de todas las películas que no se han hecho en el año 2020.

Los premios César 2021 piden un poco de norte

En los premios César, homólogos a los premios Goya en España, se premian las mejores películas de temporada anterior. Uno de los requisitos para optar a cualquiera de los galardones es que la película en cuestión haya sido estrenada en cines francesas durante el periodo previo. Esta es una de las dificultades añadidas que mencionábamos antes, ya que, de los doce meses de 2020, las salas de cine francesas han estado cerradas ocho.

El malestar por las estrictas restricciones impuestas sobre el sector cultural y las discrepancias con Roselyne Bachelot, Ministra de Cultura, se hicieron con el protagonismo de la gala. El cine francés pide un poco de norte para navegar la tormenta de la pandemia sin naufragar en el intento.

Al igual que todos los demás sectores sociales, las artes también están sufriendo las consecuencias de lo que ya es el segundo año de pandemia. Más allá de medidas políticas y sanitarias, lo único que podemos hacer los consumidores de cultura y amantes del cine, es esperar.

Mientras esperamos a que la industria recupere su ritmo para seguir disfrutando de uno de los mejores cines del mundo, aprovechamos para traer a la luz a la madre del cine. La primera persona que vio un cinematógrafo y pensó en filmar algo salido de su imaginación en lugar de simplemente documentar la realidad fue una mujer francesa.

Alice Guy en el país del cine

Resulta que Francia es el país más cinéfilo de Europa. Hasta el año 2019, tenían el mayor número de salas de cine, de espectadores y de estrenos anuales: hasta 700 cintas estrenadas cada temporada. Podemos, por el bien de la narración, pensar que no es casualidad que la primera persona en dirigir una película de ficción nació en Saint-Mandé, a las afueras de París, en 1873.

Decir que Alice Guy fue una pionera resulta reduccionista. El diccionario define el adjetivo pionera como persona que da los primeros pasos en alguna actividad humana. Alice Guy no dio los primeros pasos en la ficción cinematográfica: se inventó el cine. No exploró ni descubrió un territorio desconocido: lo dibujó ella misma, sin brújula ni mapa ni rastro de migas que seguir para volver en caso de pérdida.

Descubrir una cámara de cine como objeto de creación es algo que interpretamos como la propia naturaleza del artefacto. Lente y creación parecen dos conceptos indivisibles que se definen el uno al otro. Y, sin embargo, en la concepción del aparato tan solo se escondía la intención de documentar el movimiento, en el marco de una época positivista que si bien veía su fin todavía encontraba nicho y refugio en los avances tecnológicos de finales del siglo XIX.

Para saber si el uso de una cámara como realizadora de sueños fue serendipia o intención, habría que leer las memorias de Alice. La edición original reposa en la Biblioteca Pública de Boston, la versión en papel es difícil de conseguir, y la traducción al castellano más todavía.

Chile, Suiza, Francia, internados, y Gaumont

Alice fue la única de los hermanos Guy en nacer en Francia. Su padre tenía una editorial en Chile, y su madre era una pequeño-burguesía parisina. Se casaron en 1865. La familia vivía en Valparaíso cuando una epidemia de viruela los convenció rápido para mudarse a París, donde nació Alice en 1873.

Probablemente fue hija ilegítima, o al menos eso pensaba su padre, que se volvió a Chile unos días después de su nacimiento. Su madre lo siguió unos meses más tarde, y Alice fue enviada a vivir con la abuela materna a Suiza.

Las circunstancias o indecisiones paternales llevaron a la joven Alice en barcos de ida y vuelta de Sudamérica a Europa durante varios años, hasta que en 1879 fue internada en el colegio de monjas donde estudiaban sus hermanas mayores, a los pies de los Alpes franceses.

Cuando tenía dieciocho años, en 1891, estudió mecanografía para apoyar a su recién enviudada madre, y encontró trabajo enseguida como secretaria de un tal Léon Gaumont, que trabajaba entonces en la Comptoir général de la photographie.

 

Para cuando Gaumont se hizo con la empresa, Alice ya había demostrado que el puesto de secretaria le venía tan pequeño como un dedal de sombrero. Había cultivado relaciones con los Lumière, Georges Demenÿ, Gustave Eiffel, y, en definitiva, con cualquiera que estuviera inventando cosas en la Belle Époque.

En 1895, pidió permiso a Gaumont para grabar su primera película. Este, por suerte, se lo concedió. Guy filmó La fée aux choux, y desde entonces se convirtió en la directora de producción de Gaumont. Compaginaba su labor de productora con la dirección de ficción. En sus primeras cintas, se dedicó a explorar las posibilidades estéticas que el movimiento y la imagen ponían al servicio de la narrativa.

En 1906 hizo su primera película de gran presupuesto, empezó a usar el cronófono, y se inventó algunos de los efectos especiales que se usaron durante décadas posteriores.

Blaché, Simone, y The Solax Company

En 1907, cuando ya llevaba más de diez años trabajando para Gaumont, Alice se casó con Herbert Blaché. El joven matrimonio se trasladó a Estados Unidos, donde ambos trabajaban para la sede norteamericana de la compañía.

Tres años más tarde, la pareja Guy-Blaché decidió armar su propia fiesta y abandonaron la madre nodriza para fundar su propio estudio. The Solax Company se convirtió en el estudio más grande de la América pre-Hollywood.

Con la sede de su compañía en Nueva York, Blaché era el jefe de producción del estudio, mientras que Alice era la directora artística y creativa. La pareja tuvo dos hijos, Simone y Reginald, y Alice los criaba mientras seguía dirigiendo entre dos y tres películas a la semana.

En 1913, hizo a su marido presidente de The Solax Company, con la intención de concentrarse en la escritura y la dirección. A finales de la década, sin embargo, Blaché dejó a su familia en Nueva York para irse a perseguir una carrera en Hollywood.

Sola y con dos niños pequeños, Alice casi pierde la vida por la gripe española en 1919. Ese mismo año, la nave donde The Solax Company almacenaba todo su material se incendió, y en 1921 tuvo que subastar todo lo que tenía para poder salir de la bancarrota.

La deuda que tenemos con el hada de los repollos

La primera película de ficción de la Historia de la Humanidad se llama «La fée aux choux» (o «El hada de los repollos»), y se filmó en 1896. Representa una leyenda popular francesa, según la cual los niños nacen de los repollos, y las niñas de las rosas.

Fotograma de «La fée aux choux», la primera película de ficción de la Historia.

 

Fue la primera vez que se empleó a una actriz para ser filmada con un guion previo. El trabajo de producción artística no tiene nada que envidiarle al audiovisual del siglo XXI. Alice Guy inauguró la figura que hoy conocemos como Dirección de Producción. Experimentó con la ciencia ficción. Dirigió más de 1.000 cintas. Estrenó el primer film con un casting íntegro de actores afroamericanos.

El 14 de marzo de 1920 se estrenó Tarnished Reputations, la última película de Alice Guy. Tras perder su estudio, volvió con sus hijos a Francia en 1922. Nunca volvió a trabajar en cine.

En 1930, Gaumont publicó una historia de la compañía donde no la mencionaba. Alice le pidió que enmendara el error, cosa a la que Gaumont accedió. Tardó dieciséis años en publicar la versión corregida. Su hijo, Louis, trató de enmendar las omisiones del padre, organizando en 1954 un discurso titulado: Madame Alice Guy Blaché, la primera mujer cineasta.

Como suele ocurrir con las narrativas que dejan un poso lejano de justicia poética, la historia de Alice terminó siendo fijada para la posteridad por su hija Simone. Esta la ayudó a escribir sus memorias y tradujo el manuscrito al inglés. Además, cuidó de ella hasta su muerte, en 1968, a la edad de 95 años.

Alice Guy llegó a ser una artista reconocida durante sus años en activo. Pero en cuanto apagó la cámara, los Méliès, Griffiths y Lumières del mundo extendieron sus imágenes de genios pioneros sobre la figura de Alice, que se pasó los últimos treinta años de su vida intentando infructuosamente recuperar las primeras cintas de su carrera, perdidas por los archivos de Europa y Norteamérica.

La constancia que nos queda de su obra se encuentra en su mayoría en crónicas de la prensa. Imaginamos que para la paz de su credibilidad, los periódicos y revistas de la época dejaron un registro escrito de las proezas de esta genia, que no fue la primera mujer cineasta, sino la primera cineasta, a secas.

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