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No todo es estudiar: películas francesas para adolescentes que se están preparando el DELF

Nos adentramos en abril. El buen tiempo se hace más intenso, y también los regímenes de estudio. Los exámenes de verano están a la vuelta de la esquina, DELF Junior incluido. Sin embargo, concentrarse en la lectura cuando el mundo fuera está en estado de ebullición puede ser una tarea engorrosa. Si eres estudiante de Secundaria (o si tienes alguno en casa) y estás estudiando francés, te recomendamos películas francesas para adolescentes que harán el estudio un poco más agradable y la práctica más amena.

Si no eres estudiante pero, sencillamente, estás buscando buenas películas para ver en familia, esta lista te sirve lo mismo.

Películas francesas para adolescentes, de menor a mayor edad

Que el mundo del cine es una parte fundamental en el ADN cultural de la Alianza Francesa no es ningún secreto. Por eso nos hace especial ilusión recomendar a nuestros jóvenes estudiantes películas francesas, perfectas para ver en familia, con amigos, o al final de una tarde de estudio.

La comprensión oral es una de las secciones que comprende el examen DELF Junior. Dependiendo del nivel al que nos presentemos, la complejidad será mayor o menor. Irse a aprender francés a un área francófona no siempre es posible, pero sea cual sea la competencia lingüística del estudiante, cuanta más exposición haya al idioma en su contexto naturalizado, mejor. Estudiar con profesores nativos y ver películas francesas en versión original y subtituladas en una excelente segunda opción.

Además, en la Alianza creemos que la cultura siempre es un refugio. Por eso, si eres madre, padre o profe de estudiantes de DELF Junior, cada una de las cintas que te vamos a recomendar (¡ya llegamos!) puede servir para, además de practicar la competencia de comprensión oral del francés, iniciar una conversación con los adolescentes sobre los temas que tratan las cintas. Eso por no hablar de que se trata, en su mayoría, de clásicos contemporáneos del cine francés, que han conseguido y cosechado éxitos de crítica y taquilla en salas para todos los públicos.

Ordenamos estas películas francesas para adolescentes de menor a mayor, según recomendación de edad. ¡Que las disfrutéis!

La Nouvelle Guerre des boutons

Dirigida por Christophe Barratier, estrenada en 2011 para todos los públicos. Con la ternura a la que Christophe Barratier nos tiene acostumbrados, esta historia se emplaza en la campiña francesa durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial. Los adultos viven en un ambiente de tensión y miedo casi constante que los niños terminan traduciendo en una pelea paralela: la guerra de los botones.

Los niños de Velrans se enfrentan a los de Longeverne en una competición tan pilla como inocente: gana la tropa que consiga robar, recolectar y almacenar tantos botones como sea posible de las ropas del pueblo vecino. El maestro de la escuela, interpretado por Guillaume Canet, y la costurera del pueblo, interpretada por Laetitia Casta, observan el desarrollo de ambas guerras desde una discreta distancia.

Fotograma de «La guerre des boutons» la pelicula original de Yves Robert en 1962.

 

Esta cinta es un remake de otra película anterior de 1962, que a su vez se basa en la novela homónima de Louis Pergaud. Una película perfecta para ver con los adolescentes más jóvenes y abordar el tema del fascismo y la Resistencia desde una perspectiva diferente.

Bienvenues chez les Ch’tis

Dany Boon, uno de los grandes rostros de la comedia francesa, firma y protagoniza esta desternillante cinta estrenada en el año 2008. Como en casi todos los países del mundo, en Francia la idiosincrasia de diferentes regiones difiere.

En esta película, las particularidades de la región Nord-Pas-De-Calais se exageran hasta el esperpento para contar las peripecias de Philippe Abrams, un funcionario de correos interpretado por Kad Mérad que es castigado por sus superiores con un destino en la ciudad de Bergues cuando es descubierto fingiendo discapacidad para conseguir un puesto en la costa.

La práctica del char à voile es típica de la región de Nord-pas-de-Calais, donde se desarrolla Bienvenue chez les Ch’tis.

 

El escéptico de Philippe, que llega a Bergues con la resignación de quien acepta un castigo divino, es recibido por el entrañable Antoine, un repartidor local de correo, interpretado por Dany Boon, que recibe a Philippe con un dicho ch’timi: en el norte se lloran dos veces: cuando uno llega, y cuando uno se va. 

Esta es una peli estupenda para ver con toda la familia y disfrutar de un humor adulto que en absoluto deja a los niños fuera. A través de Bienvenues chez les Ch’tis podemos hablar de prejuicios, diferencias culturales y el peligro de las ideas preconcebidas. Pero, sobre todo, es un ejemplo estupendo para entender las variedades dialectales.

Les choristes

El gran clásico de Christophe Barratier, y una de las películas francesas más queridas en lo que llevamos de siglo. En el año 2004, Gérard Jugnot emocionó a medio mundo como Monsieur Mathieu, un músico fracasado que a finales de los años cuarenta acepta un trabajo de vigilante en un internado para niños en riesgo de exclusión llamado Fondo del Estanque.

El chateâu Ravel sirvió de escenografía para crear el internado Fond de l’etang.

 

Allí se encuentra con un grupo de chavales casi tan deprimidos como él, que viven una existencia incierta y desazonada bajo el régimen casi dictatorial del autoritario director: las travesuras están a la orden del día y los chicos no tienen la intención de ponérselo nada fácil. Sin embargo, cuando Mathieu escucha a los niños cantando en su habitación antes de dormir, se da cuenta de que los chicos hablan un lenguaje que él conoce bien, y decide conectar con ellos a través de la música.

Una película para todas las edades con la que hablar sobre la ternura, la compasión y la empatía con los más pequeños, y sobre el abandono, la frustración, la autoridad y la justicia con los más mayores.

Intouchables

Esta película de 2011 se convirtió en un éxito de taquilla instantáneo, y no sólo dentro de Francia.  François Cluzet interpreta a un millonario tetrapléjico y amargado que contrata a Driss, un descarado joven de barrio obrero interpretado por Omar Sy, como asistente personal. La relación entre los dos personajes, que son polos opuestos, es tan catastrófica como divertida.

Dentro de las películas francesas para adolescentes, esta es ideal para identificar diferentes registros de formalidad en el habla. También hay un amplio muestrario de expresiones coloquiales, muy útiles si lo que estamos buscando es conseguir un nivel de fluidez lo más cercano posible al habla popular de Francia.

Da pie a hablar de temas como la discapacidad, la inmigración y la tolerancia, además de las diferencias entre clases sociales, los privilegios y la pobreza. No está recomendada para menores de siete años, y nosotros la recomendamos especialmente para mayores de catorce.

La famille Bélier

Paula, de dieciséis años, es el único miembro de su familia con capacidad de audición: tanto sus padres como su hermano son sordos de nacimiento. Esta cinta de 2014 dirigida Éric Lartigau explora la transición hacia la edad adulta y la búsqueda de identidad propia fuera de la familia, y es que Paula, interpretada por Louane Emera, tiene un talento (y una pasión) que no puede compartir con su familia: es, según descubre su profesor de música, una excelente intérprete de canción lírica.

Recomendamos esta película para ver con aquellos adolescentes menos acostumbrados al lenguaje cinematográfico: es un entretenido título comercial con el que pasar un buen rato y da pie a tratar temas como la independencia, la diversidad de capacidades, y, de paso, la exposición a un plano de la comunicación que siempre ignoramos cuando pensamos en el idioma: la lengua de signos.

Se puede ver con toda la familia, pero es especialmente jugosa para los coetáneos de la protagonista: adolescentes de entre 14 y 15 años que puedan empatizar con las dificultades de empezar a buscar un discurso propio fuera de las narrativas familiares.

La Môme

Otro éxito internacional del cine francés. Esta cinta de Olivier Dahan, estrenada en el 2006, narra de forma poética la vida de la icónica Édith Piaf, desde su infancia hasta su muerte.

La vida de Édith Piaf, aunque fascinante, también fue trágica y llena de adversidad. Si bien la película provee una mirada poética sobre la biografía de la artista más famosa de Francia, también trata temas delicados como la prostitución, la adicción y la enfermedad.

Por eso no está recomendada para menores de doce años. Sin embargo, para adolescentes más mayores que estén estudiando para un nivel B2 o incluso C1, es una ventana a uno de los iconos más importantes de la cultura popular francófona en el siglo XX.

Edith Piaf hablando con Marlene Dietrich en 1959. Este encuentro se recrea en la película, entre Marion Cotillard como la primera y Caroline Sihol como la segunda.

 

Marion Cotillard, quien interpretó el papel protagonista, ganó en el 2007 el Oscar a la Mejor Actriz por su Édith Piaf. Se convirtió así en la segunda actriz de la historia de los premios en ganar esa estatuilla por una película no rodada en inglés: hasta entonces, solo lo había conseguido Sophia Loren en 1960 por la película Dos mujeres, que fue rodada en italiano.

Les petits mouchoirs

Tras una noche de fiesta por el centro de París, Ludo se sube en su moto, sufre un grave accidente y queda en coma en el hospital, debatiéndose entre la vida y la muerte. Su grupo de amigos de toda la vida se reúne en el hospital, y deciden que, a pesar de las circunstancias, van a seguir adelante con sus planes. Como cada año, el grupo se traslada a la casa de la costa para pasar las vacaciones, mientras esperan noticias y el accidente de Ludo pone en perspectiva las vidas de los demás.

A pesar de la premisa, Les petit mouchoirs trata sus temas con humor y ligereza, relativizando las desgracias y tratando a los espectadores con respeto y madurez. Es una sorprendente tragicomedia que explora con inteligencia la amistad, las contradicciones de la edad adulta y las dinámicas de grupo. Firmada por Guillaume Canet, la peli se estrenó en el año 2010 y su reparto estelar (Marion Cotillard, François Cluzet, Jean Dujardin, Anne Marivin, Benoît Magimel…) la convirtió en un éxito de taquilla casi instantáneo.

Es el film con los diálogos más relajados de todas nuestras recomendaciones. Esto, junto al reparto coral, convierten la película en una oportunidad estupenda para que estudiantes, a partir de los dieciséis años, sean testigos de el lenguaje oral en su versión más naturalista.

Nous finirons ensemble

Se trata de la secuela de Les petits mouchoirs. Se estrenó en el año 2019. En esta ocasión, el grupo de reúne tras tres años sin verse para celebrar el sesenta cumpleaños de Max, el cabecilla de la banda, interpretado por François Cluzet.

Les Misérables

En 2019, Ladj Ly, director franco-malí, reinterpretó la obra clásica de Víctor Hugo Les Misérables en una fábula contemporánea que encuentra las injusticias del sistema en sitios muy parecidos a los de la obra original.

Damien Bónard interpreta a Stephane, un policía que se incorpora a un nuevo precinto y encuentra que la convivencia entre su nueva patrulla y los barrios obreros es de todo menos ideal. Cuando el dueño de un circo ambulante denuncia la desaparición de una cría de león, la investigación apunta a la patrulla hacia Issa, un problemático adolescente de barrio humilde.

Víctor Hugo es el autor original de la obra Los Miserábles que inspira la cinta de 2019.

 

Es la única película de las recomendadas que tiene escenas explícitas de violencia, por lo que solo la recomendamos para los más mayores que estén preparados para hacer un análisis más adulto de la obra.

 

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Alice Guy: el faro del cine francés

Aprovechamos la cuadragésima edición de los Premios César para rescatar la figura de Alice Guy: la mujer que ideó, dio forma y desarrolló la narrativa de ficción en el cine.

Recuerdo de Alice Guy Blaché

Que el cine es un producto cultural que se compra y se vende es algo que todos tenemos claro. En el inconsciente colectivo, la cinematografía está arraigada como una de las disciplinas artísticas más costosas. Probablemente lo sea. Sacar adelante una producción y llevarla hasta una sala de cine es una empresa titánica que termina en disgusto mucho más a menudo de lo que pensamos quienes no nos dedicamos a ello.

La cantidad de personal, esfuerzo, dedicación y entrega que requiere levantar una película es inimaginable, a menos que se trabaje en una. Por eso, cualquier dificultad añadida a una actividad ya de por sí dificultosa parece siempre la gota que colma el vaso. Aunque, después, el vaso sea más hondo de lo que pensamos.

Este fue el espíritu que se respiró en la última gran noche del cine francés. Evidentemente, la pandemia de coronavirus ha estado una vez en el centro de donde nadie querría que estuviera. Y es que los premios César 2021 han tenido como protagonista el fantasma de todas las películas que no se han hecho en el año 2020.

Los premios César 2021 piden un poco de norte

En los premios César, homólogos a los premios Goya en España, se premian las mejores películas de temporada anterior. Uno de los requisitos para optar a cualquiera de los galardones es que la película en cuestión haya sido estrenada en cines francesas durante el periodo previo. Esta es una de las dificultades añadidas que mencionábamos antes, ya que, de los doce meses de 2020, las salas de cine francesas han estado cerradas ocho.

El malestar por las estrictas restricciones impuestas sobre el sector cultural y las discrepancias con Roselyne Bachelot, Ministra de Cultura, se hicieron con el protagonismo de la gala. El cine francés pide un poco de norte para navegar la tormenta de la pandemia sin naufragar en el intento.

Al igual que todos los demás sectores sociales, las artes también están sufriendo las consecuencias de lo que ya es el segundo año de pandemia. Más allá de medidas políticas y sanitarias, lo único que podemos hacer los consumidores de cultura y amantes del cine, es esperar.

Mientras esperamos a que la industria recupere su ritmo para seguir disfrutando de uno de los mejores cines del mundo, aprovechamos para traer a la luz a la madre del cine. La primera persona que vio un cinematógrafo y pensó en filmar algo salido de su imaginación en lugar de simplemente documentar la realidad fue una mujer francesa.

Alice Guy en el país del cine

Resulta que Francia es el país más cinéfilo de Europa. Hasta el año 2019, tenían el mayor número de salas de cine, de espectadores y de estrenos anuales: hasta 700 cintas estrenadas cada temporada. Podemos, por el bien de la narración, pensar que no es casualidad que la primera persona en dirigir una película de ficción nació en Saint-Mandé, a las afueras de París, en 1873.

Decir que Alice Guy fue una pionera resulta reduccionista. El diccionario define el adjetivo pionera como persona que da los primeros pasos en alguna actividad humana. Alice Guy no dio los primeros pasos en la ficción cinematográfica: se inventó el cine. No exploró ni descubrió un territorio desconocido: lo dibujó ella misma, sin brújula ni mapa ni rastro de migas que seguir para volver en caso de pérdida.

Descubrir una cámara de cine como objeto de creación es algo que interpretamos como la propia naturaleza del artefacto. Lente y creación parecen dos conceptos indivisibles que se definen el uno al otro. Y, sin embargo, en la concepción del aparato tan solo se escondía la intención de documentar el movimiento, en el marco de una época positivista que si bien veía su fin todavía encontraba nicho y refugio en los avances tecnológicos de finales del siglo XIX.

Para saber si el uso de una cámara como realizadora de sueños fue serendipia o intención, habría que leer las memorias de Alice. La edición original reposa en la Biblioteca Pública de Boston, la versión en papel es difícil de conseguir, y la traducción al castellano más todavía.

Chile, Suiza, Francia, internados, y Gaumont

Alice fue la única de los hermanos Guy en nacer en Francia. Su padre tenía una editorial en Chile, y su madre era una pequeño-burguesía parisina. Se casaron en 1865. La familia vivía en Valparaíso cuando una epidemia de viruela los convenció rápido para mudarse a París, donde nació Alice en 1873.

Probablemente fue hija ilegítima, o al menos eso pensaba su padre, que se volvió a Chile unos días después de su nacimiento. Su madre lo siguió unos meses más tarde, y Alice fue enviada a vivir con la abuela materna a Suiza.

Las circunstancias o indecisiones paternales llevaron a la joven Alice en barcos de ida y vuelta de Sudamérica a Europa durante varios años, hasta que en 1879 fue internada en el colegio de monjas donde estudiaban sus hermanas mayores, a los pies de los Alpes franceses.

Cuando tenía dieciocho años, en 1891, estudió mecanografía para apoyar a su recién enviudada madre, y encontró trabajo enseguida como secretaria de un tal Léon Gaumont, que trabajaba entonces en la Comptoir général de la photographie.

 

Para cuando Gaumont se hizo con la empresa, Alice ya había demostrado que el puesto de secretaria le venía tan pequeño como un dedal de sombrero. Había cultivado relaciones con los Lumière, Georges Demenÿ, Gustave Eiffel, y, en definitiva, con cualquiera que estuviera inventando cosas en la Belle Époque.

En 1895, pidió permiso a Gaumont para grabar su primera película. Este, por suerte, se lo concedió. Guy filmó La fée aux choux, y desde entonces se convirtió en la directora de producción de Gaumont. Compaginaba su labor de productora con la dirección de ficción. En sus primeras cintas, se dedicó a explorar las posibilidades estéticas que el movimiento y la imagen ponían al servicio de la narrativa.

En 1906 hizo su primera película de gran presupuesto, empezó a usar el cronófono, y se inventó algunos de los efectos especiales que se usaron durante décadas posteriores.

Blaché, Simone, y The Solax Company

En 1907, cuando ya llevaba más de diez años trabajando para Gaumont, Alice se casó con Herbert Blaché. El joven matrimonio se trasladó a Estados Unidos, donde ambos trabajaban para la sede norteamericana de la compañía.

Tres años más tarde, la pareja Guy-Blaché decidió armar su propia fiesta y abandonaron la madre nodriza para fundar su propio estudio. The Solax Company se convirtió en el estudio más grande de la América pre-Hollywood.

Con la sede de su compañía en Nueva York, Blaché era el jefe de producción del estudio, mientras que Alice era la directora artística y creativa. La pareja tuvo dos hijos, Simone y Reginald, y Alice los criaba mientras seguía dirigiendo entre dos y tres películas a la semana.

En 1913, hizo a su marido presidente de The Solax Company, con la intención de concentrarse en la escritura y la dirección. A finales de la década, sin embargo, Blaché dejó a su familia en Nueva York para irse a perseguir una carrera en Hollywood.

Sola y con dos niños pequeños, Alice casi pierde la vida por la gripe española en 1919. Ese mismo año, la nave donde The Solax Company almacenaba todo su material se incendió, y en 1921 tuvo que subastar todo lo que tenía para poder salir de la bancarrota.

La deuda que tenemos con el hada de los repollos

La primera película de ficción de la Historia de la Humanidad se llama «La fée aux choux» (o «El hada de los repollos»), y se filmó en 1896. Representa una leyenda popular francesa, según la cual los niños nacen de los repollos, y las niñas de las rosas.

Fotograma de «La fée aux choux», la primera película de ficción de la Historia.

 

Fue la primera vez que se empleó a una actriz para ser filmada con un guion previo. El trabajo de producción artística no tiene nada que envidiarle al audiovisual del siglo XXI. Alice Guy inauguró la figura que hoy conocemos como Dirección de Producción. Experimentó con la ciencia ficción. Dirigió más de 1.000 cintas. Estrenó el primer film con un casting íntegro de actores afroamericanos.

El 14 de marzo de 1920 se estrenó Tarnished Reputations, la última película de Alice Guy. Tras perder su estudio, volvió con sus hijos a Francia en 1922. Nunca volvió a trabajar en cine.

En 1930, Gaumont publicó una historia de la compañía donde no la mencionaba. Alice le pidió que enmendara el error, cosa a la que Gaumont accedió. Tardó dieciséis años en publicar la versión corregida. Su hijo, Louis, trató de enmendar las omisiones del padre, organizando en 1954 un discurso titulado: Madame Alice Guy Blaché, la primera mujer cineasta.

Como suele ocurrir con las narrativas que dejan un poso lejano de justicia poética, la historia de Alice terminó siendo fijada para la posteridad por su hija Simone. Esta la ayudó a escribir sus memorias y tradujo el manuscrito al inglés. Además, cuidó de ella hasta su muerte, en 1968, a la edad de 95 años.

Alice Guy llegó a ser una artista reconocida durante sus años en activo. Pero en cuanto apagó la cámara, los Méliès, Griffiths y Lumières del mundo extendieron sus imágenes de genios pioneros sobre la figura de Alice, que se pasó los últimos treinta años de su vida intentando infructuosamente recuperar las primeras cintas de su carrera, perdidas por los archivos de Europa y Norteamérica.

La constancia que nos queda de su obra se encuentra en su mayoría en crónicas de la prensa. Imaginamos que para la paz de su credibilidad, los periódicos y revistas de la época dejaron un registro escrito de las proezas de esta genia, que no fue la primera mujer cineasta, sino la primera cineasta, a secas.

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Maryse Condé: la deseada

Si la sensibilidad del sujeto europeo va un poco más allá de lo básico, al pensar en la palabra Caribe, además de una playa, puede aparecer en la mente del pensador, como mucho, un puesto de fruta, una plaza ocupada, o una abuela que riñe como riñen todas las del mundo templado. No somos capaces de llegar mucho más allá si no hemos viajado a conocer otras realidades, en avión, en barco o a través del lenguaje.

Por eso, cuando Maryse Condé habla de tierra yerma, vientres vacíos y maternidades no deseadas, a quien desafía es a nuestra conciencia europea, que ha intentado redimirse reclamando el Caribe como territorio paradisíaco, libre de todo sufrimiento, antes de reconocer que fue un punto caliente en la compraventa de nuestros esclavos durante varios siglos.

Para los que nos planteamos desde hace tiempo dónde está la identidad y la memoria de las personas vendidas, La Deseada es un alivio. Para los que nos paramos a pensar por primera vez en la voz interior de los esclavos afrodescendientes como si fuesen seres humanos, La Deseada es una bofetada que se debe recibir con los ojos en alto y las manos en los bolsillos.

Con el foco cenital puesto sobre Marie-Noëlle, la protagonista de la obra, en esta novela Maryse Condé nos cuenta las Antillas a través de la historia de tres mujeres de tres generaciones diferentes. La editorial Impedimenta trae el libro a España, mucho mejor tarde que nunca. Y es que La Deseada se publicó por primera vez en 1997.

La Deseada, una isla del archipiélago de Guadalupe

Cuando la novela fue escrita, la sociedad de Guadalupe no era lo que es ahora, según relata la propia autora. En una isla de estructura y jerarquía poscolonial, marcada por la compraventa de esclavos, el mestizaje criollo, y colonizada por Francia desde el siglo XVI, la figura del padre era un privilegio reservado a las clase alta criolla y a la burguesía negra, a la cual pertenece nuestra autora.

Condé cuenta a El Cultural que (…) solamente en estos círculos se veían familias con un padre y una madre (…) los niños de las demás clases sociales ignoraban en su mayoría quién era su padre: tan solo conocían a su madre, que se mataba a trabajar para mandarlos a la escuela y vestirlos.

Sin embargo, la sociedad guadalupense es ahora más responsable: incluso algunos hombres llevan a sus hijos al colegio, y hasta juegan con ellos. Aunque hemos cambiado mucho, todavía falta un largo camino que recorrer, para salir de la injusticia y para salir de la periferia. Con este libro, quizá, algunos kilómetros se nos hagan más fáciles.

Lo curioso de la periferia es que, estrictamente, solo existe para quien vive fuera de ella. Para todos los demás, los márgenes son el centro. Uno no puede mirar hacia fuera sin antes reconocer que el centro no es una verdad absoluta sino un accidente que podría haber ocurrido en cualquier otro lado. Por eso, para los lectores continentales de Maryse Condé, La Deseada es a partes iguales necesidad pedagógica y disfrute literario.

Maryse Condé, en el centro de la periferia

Maryse Condé nació en Pointe-à-Pitre, Guadalupe. Los títulos geopolíticos que pesan sobre la isla ya resultan quirúrgicos y distantes: departamento de ultramar de la República Francesa. Región Ultraperiférica de la Unión Europea.

Dentro de este territorio RUP hay una familia que da la bienvenida a Maryse en 1937. Los padres de la escritora, funcionarios del gobierno francés pertenecientes a la pequeña burguesía, gozan de cierto estatus social en la isla. Al trabajar para el Estado, la familia tiene derecho a pasar tiempo en la metrópoli continental.

El viaje desde la isla antillana hasta París fue para la familia Boucolon (el apellido original de Maryse) también un traslado del centro al margen que acompaña a toda la obra de esta autora: al viajar a París, los padres se dan cuenta por primera vez de que son negros.

Este centro descentrado se ha traducido después en una especie de sino que parece permear no solo la obra sino la vida de Maryse Condé, que ha recibido el Premio Nobel, pero el Alternativo. Que recibe una reverencia de la comunidad lectora española cuando ya ha perdido la visión. Que ya no necesita volver a Guadalupe, porque Guadalupe ya no existe.

Guadalupe está en mis recuerdos. Ya no necesito volver, porque está conmigo.

Un grito particular

Vive rodeada de sus hijos, nietos y bisnietos en su casa del sur de Francia, y está contenta de que el público español pueda descubrir La Deseada, (a través de la traducción maravillosa de Martha Asunción Alonso). Si no estuviésemos en medio de una pandemia, seguramente habría ido a Barcelona para presentar el libro, como ya hizo en su día con Corazón que ríe, corazón que lloratambién de Impedimenta.

Maryse Condé ya no puede escribir, y sin embargo acaba de terminar su última novela. Tiene párkinson desde hace unos años, y usa sellos en lugar de bolígrafos para firmar autógrafos. Insiste en levantarse para las fotos. Le ha dictado su última novela a su marido, Richard Philcox: traductor y, aparentemente, transcriptor.

Después de leer sus novelas, escritora, lectora y personajes llegan a la misma conclusión: para poder vivir hay que tener palabras propias, metáforas, o identidad, si es que las tres cosas no son lo mismo. Lo cual significa que una parte de Maryse Condé acaba de empezar a vivir en la lengua española, y que una parte de lectores hispanohablantes ha realizado un viaje de ida a una pequeña isla del caribe antillano. Y, por eso, estamos de enhorabuena.

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La Chandeleur: la fiesta de los crêpes

Llega el dos de febrero, y con el la Chandeleur, o, como la llamamos en España, la Candelaria

Esta fiesta de naturaleza católica y origen pagano se celebra en diversas zonas de Europa y América del Sur. Según la tradición católica, la fiesta de la Candelaria celebra el reconocimiento del Niño Jesús como luz del mundo y la purificación de la Virgen María.

Según la tradición pagana, simboliza el comienzo de los días más cortos y la aproximación de la primavera. Y según la Chandeleur, en Francia, Bélgica y Suiza, simboliza crêpes.

Es broma. En Francia, la fiesta de la Candelaria también tiene un significado católico superpuesto a un origen pagano. Sí es cierto que se celebra el advenimiento de la primavera o del Niño Jesús comiendo crêpes.

El origen de esta peculiar tradición se remonta, por lo visto, al papa Gelasio I, quien, en el siglo V, suprimió la fiesta pagana de las Lupercalias para sustituirlas por el culto a la Virgen María. Para consolidar los cambios culturales, mandó repartir crêpes entre los peregrinos que llegasen a Roma para unirse a las nuevas festividades.

Además, era también una forma de librarse del superávit de trigo antes de que empezase la siguiente cosecha, a través de una receta rápida y muy fácil de hacer. Hay quien dice que la forma redonda de los crêpes es también una alegoría del disco solar, que empieza a hacer recorridos cada vez más altos conforme el solsticio de invierno queda atrás y el equinoccio primaveral se acerca.

Una fiesta deliciosa

Con el paso de los siglos, comer crêpes para celebrar las Lupercalias / Candelarias se consolidó como tradición en la Europa francófona, y se perdió en el resto.

Hoy en día, en numerosos hogares de Francia, Bélgica y Suiza se celebra la Chandeleur sin connotaciones religiosas. Es un -delicioso- momento de unión familiar, en el que también se acostumbra a encender velas y luces por toda la casa para despedir al invierno y e invocar a la primavera, que ya está a la vuelta de la esquina.

En este recetario de nuestros alumnos, encontrarás una receta de los crêpes clásicos franceses. Puedes probar a realizar tu propia versión, ya que si algo tienen de bueno los crêpes es que admiten casi todo lo que se te ocurra: dulce, salado, amargo…

Prueba lo que se te ocurra, y cuéntanos cómo te ha ido. ¡Feliz Chandeleur!

 

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Revistas francesas para todos los gustos: cuatro propuestas

Esta es nuestra recomendación de periodismo libre: una revista francesa para cada tipo de lector

Hemos vuelto a pedir nuestro equipo docente una recomendación cultural para empezar bien el año. Sophie, una de nuestras profes, ha querido hablarnos de 4 revues; un colectivo que celebra la revista francesa como ningún otro.

4 revues reúne en su catálogo cuatro publicaciones diferentes que apuestan por un periodismo independiente, libre y comprometido. También se trata de publicaciones diversas de la revista francesa que se adaptan a todo tipo de lectores.

Dentro de esta aglutinación de publicaciones, encontramos cuatro títulos: La Revue Dessinée, XXI, 6Mois y Topo.

La Revue Dessinée

Esta publicación, que comenzó a distribuirse en el año 2013, nos propone descubrir la actualidad a través del cómic. Publican un número trimestral que se puede conseguir a través de suscripción o en librerías especializadas.

La intención de La Revue Dessinnée es dar más tiempo al procesamiento de la información. La colaboración entre periodistas y dibujantes da como resultado una revista comprometida no solo con la actualidad, sino con la inteligencia de sus lectores. Tocan todo tipo de temas, desde economía a cine, política, ecología o sociedad.

Sus doscientas veintiocho páginas son perfectas para estar al día de la actualidad de manera profunda, y además es una excelente forma de adquirir vocabulario en francés con el que poder unirse a los debates y conversaciones del día a día.

XXI

Con una publicación también trimestral, XXI es una revista francesa que apuesta por la fusión de los géneros. Toman prestados elementos de la fotografía, la ilustración y el periodismo para combinarlos con una escritura que se toma muy enserio la calidad literaria.

XXI es una revista independiente que vive de la financiación que aportan los suscriptores. Además de la perspectiva editorial propia, incorpora elementos sorprendentes en el periodismo, como el tratamiento del cómic como un género periodístico por derecho propio.

XXI retrata la historia de nuestro siglo con dignidad y cercanía, y propone una lectura atenta y cuidada que se funde con una propuesta visual igualmente potente.

6Mois

Como su propio nombre indica, 6Mois es una publicación bienal donde se encuentran la fotografía y el periodismo.

Fotógrafas y fotógrafos de todo el mundo convergen en esta revista, que se distribuye, al igual que XXI, en todo el mundo a través de librerías y superficies culturales. 6Mois capta la imagen de nuestro siglo en el mundo entero, explorando todas sus formas y manifestaciones.

Tampoco tiene financiación externa ni publicidad. Es, según la propia publicación, el lugar donde la foto recupera su significado.

Topo

Siguiendo la estela de La Revue Dessinnée, Topo es una publicación que descifra el mundo contemporáneo pensada para jóvenes lectores menores de 20 años.

Esta publicación contextualiza lo que pasa en el mundo dentro de un marco histórico y cultural que facilite la comprensión de la actualidad, y promueve la adquisición de herramientas para desarrollar un sentido crítico y cívico en los más jóvenes.

Además, la revista francesa Topo celebra el mundo de la imagen, enseñando a los lectores a leer, dibujar y pensar por sí mismos.

Más allá de la revista francesa: partager c’est aimer

En nuestra newsletter, a la que puedes suscribirte rellenando este formulario de contacto, encontrarás recomendaciones periódicas sobre cultura francófona.

Ya sea a través de nuestro blog, newsletter, asistiendo a nuestros cursos online de francés o las clases presenciales, a través de la Alianza podrás descubrir todos los aspectos de una lengua y cultura fascinantes.

Además, te damos recomendaciones para aprender francés desde casa, sacar el máximo partido a la enseñanza online, y brindamos a nuestro alumnado la oportunidad de pertenecer a un universo estudiantil cohesionado que pone la experiencia por encima del academicismo y el aprendizaje individualizado por encima del estandarizado.

Todas las imágenes que ilustran este artículo son propiedad de © 2020 QUATRE REVUES INDÉPENDANTES y © Benjamin Adam

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Consejos para aprender francés online desde cero

¿Quieres aprender francés online desde cero y no sabes cómo? Te damos algunos consejos

Aprender francés online desde cero no solamente es posible, sino que en la Alianza te lo ponemos fácil. Estudiar una segunda lengua es una necesidad para muchas personas. Hoy en día nos exigen tener titulaciones oficiales para obtener un título universitario, para acceder a puestos de trabajo, para ganar puntos en oposiciones…

Pero también hay mucha gente que estudiaría otro idioma por puro placer. Sin embargo, muchas veces estudiar una lengua extranjera desde cero, y además a través de Internet, parece una tarea imposible. Debemos desterrar la noción de que el aprendizaje online es patrimonio exclusivo de estudiantes avanzados.

Estudiar francés desde casa no significa aprender en soledad

El problema de la enseñanza a distancia es que tenemos la sensación de que estamos solos ante el peligro. Puede que esta idea provenga de lo que hasta hace unos años sí que suponía la enseñanza a distancia. El alumnado, solo en casa frente al libro, quedándose con todas las dudas sin resolver.

Hoy, la enseñanza a distancia es muy diferente. Las herramientas de las que disponemos actualmente nos permiten llevar a cabo un modelo docente completamente distinto de educación a distancia: un modelo en el que, paradójicamente, no hay distancia.

En los cursos de francés online que ofrecemos en la Alianza hay distancia física entre alumnado y profesorado, claro. Pero la comunicación es fluida, constante, y exitosa en un porcentaje altísimo de los casos.

Hemos preguntado a nuestros docentes acerca de las diferencias entre las clases presenciales y las online. Y su respuesta es clara: no hay muchas diferencias entre las dos modalidades. Las clases pueden ser muy dinámicas, y gracias a las nuevas tecnologías, tenemos más recursos, nos cuenta Juliette Tessaire, nuestra Coordinadora Pedagógica.

Empezar desde cero

Cuando empezamos a estudiar cualquier materia desde cero, la cantidad de cosas que no sabemos puede resultar abrumadora. Cuando dicha materia es una lengua extranjera, la frustración es parte del trato para muchos nuevos estudiantes.

Y es que, cuando comenzamos la tarea de aprender un idioma desde cero, tenemos que empezar a desarrollar lo que llamamos competencias lingüísticas. Estas competencias se dividen en dos grandes ámbitos: la competencia escrita y la competencia oral. A su vez, estas dos competencias se subdividen en comprensión y producción.

Ser capaces de entender, hablar, escribir y leer en un idioma nuevo no es fácil. Pero hay cosas que podemos hacer para facilitar el aprendizaje, evitar frustraciones, y, en general, hacer el proceso ameno y disfrutable.

Hemos pedido a nuestros docentes y pedagogos consejos para personas que empiecen a estudiar francés online desde cero. Sus recomendaciones incluyen imbuirse en la cultura de la lengua meta: ver películas en francés, escuchar música francófona, leer publicaciones, cómics, libros…

Aprender francés online a través de la cultura

El francés tiene una estructura fonética muy particular. Aunque no podamos entenderlo, todos podemos reconocerlo. Y, sin embargo, aunque creamos estar familiarizados con el sonido del francés, no lo estamos con su fonética si nunca le hemos prestado la debida atención.

Puedes ver series en francés con subtítulos, buscar tu cine VOSE local para ir a ver cine francés, o empezar a escuchar a los grandes clásicos de la música francesa. También puedes releer las grandes obras de la literatura francófona. Si no estás en el punto de leer libros, los cómics son una excelente opción.

Por suerte, el acervo de cómics francófonos es fantástico y conocido por todos. Astérix y Obélix, Tintín, los Pitufos, Lucky Luke… todos estos títulos son franco-belgas en su origen y constituyen una fuente de incalculable valor para estudiantes neófitos.

Cuando estamos expuestos de forma activa a otro idioma durante un período suficiente de tiempo, nuestro cerebro empieza a distinguir de forma natural los diferentes sonidos y que lo conforman. Lo mismo ocurre con el lenguaje escrito: aunque leer sin entender sea una actividad inicialmente frustrante, si lo hacemos durante el suficiente tiempo y sin expectativas de traducción instantánea, terminamos adquiriendo la capacidad de extrapolar significados, descifrar estructuras sintácticas y realizar asociaciones entre significante y significado.

Por lo que, si estás empezando a aprender francés online desde cero, exponerte a la cultura francófona te hará las cosas mucho más fáciles en tu adquisición de competencias lingüísticas. Cuando el profe de tu curso online de francés comience a enseñar la pronunciación de las vocales, o las fórmulas de presentación, o las estructuras sintácticas del francés, reconocerás lo que ya has visto y oído. Esto te dará un sentido de familiaridad que reducirá las probabilidades de frustración, que suele ser el principal problema de los estudiantes novatos.

Participación y valentía contra la timidez y el miedo

Otra de las recomendaciones de nuestros docentes es la participación activa. Nuestros cursos online de francés están diseñados para que los alumnos interactúen entre ellos y con el profesorado con el mismo dinamismo que se daría en una clase presencial.

Sin embargo, cuando estamos detrás de una pantalla podemos tender a participar menos. Los docentes de la Alianza Francesa hacen hincapié en la importancia de participar en clase, independientemente del formato que tenga esta. Ya sea de forma presencial u online, la participación en clase es fundamental.

No solo porque para aprender francés hay que hablar francés, sino porque al tomar parte activa de los ejercicios de clase, nuestros docentes pueden evaluar de forma efectiva nuestro progreso. La enseñanza online, a pesar de ser perfectamente eficaz, presenta una serie de particularidades diferentes a la enseñanza presencial.

Una de estas particularidades es que la evaluación de la producción escrita ocurre en diferido, ya que el profesor o profesora no recibe el resultado de nuestro trabajo escrito de forma inmediata. Por eso es fundamental poner el foco en la competencia oral, que sí es evaluable en directo.

Además de la evaluación, el otro factor fundamental que contribuye a aprender francés online desde cero es la confianza en uno mismo. Esto no es un concepto motivacional vacío de contenido: creer que tenemos habilidad para adquirir fluidez en un idioma es vital para adquirir realmente fluidez en un idioma.

A pesar de la creencia popular de que sólo los niños tienen capacidad para aprender un idioma nuevo con fluidez, la evidencia científica sugiere otra cosa. Expertos lingüistas y neuro lingüistas aseguran que la capacidad para aprender otro idioma con fluidez no cesa en la edad adulta por ninguna razón biológica, sino que tiene más que ver con el entorno y la confianza.

Los adultos tienen tantas posibilidades de éxito como los niños de aprender francés desde cero

Diversos estudios apuntan a que dos de los principales motivos por los cuales los niños parecen ser mejores estudiantes de idiomas que los adultos son la vergüenza y la constancia. Antes de la adolescencia todavía no hemos terminado de desarrollar el sentido del ridículo que nos infunde miedo a equivocarnos, por lo que los pequeños participan más en clase y entre ellos, corrigiendo así más rápido sus errores.

Además, los más pequeños suelen ser también más constantes. Niños y adultos adquirimos conocimiento de formas muy diferentes: los adultos solemos ser aprendices racionales, mientras que los peques interiorizan conocimiento a través del juego.

Cualquiera que observe una clase de cualquier idioma extranjero para niños notará enseguida que las dinámicas lúdicas son una parte importante de la enseñanza. En la Alianza Francesa hacemos un trabajo pedagógico muy importante para asegurarnos de que en nuestros cursos de francés online (y en los presenciales) seguimos métodos que funcionan.

Por eso diseñamos currículums que van enfocados a la adquisición efectiva de competencias lingüísticas, y no a la recitación mecánica de vocabulario, estructuras y reglas. Acercarse al aprendizaje del francés con los ojos de un niño es la mejor manera de conseguirlo: sin expectativas irreales, y sin miedo al ridículo ni a la frustración.

Piensa que en nuestros cursos online de francés para principiantes están formados por, valga la redundancia, principiantes. Todo nuestro alumnado hace un test de nivel, según el cual nuestros expertos pedagógicos asesoran el curso más conveniente para cada estudiante en particular. Nuestros grupos son cuidadosamente conformados. Por lo que tendrás la seguridad de que tus compañeros y compañeras partirán de un nivel muy parecido al tuyo.

En resumen, olvídate de las vergüenzas. El mejor antídoto contra la timidez es la confianza. Y nuestros docentes de la Alianza se encargarán de ayudarte a conseguirla.

Aprovecha nuestros recursos

En la Alianza Francesa de Málaga ponemos a disposición del público numerosos recursos en francés. Programamos actividades, organizamos eventos, y disponemos de nuestra Mediateca, donde encontrarás un amplio catálogo de libros, cómics, CDs y DVDs para alquilar.

En nuestro blog y en nuestra newsletter (a la que te puedes suscribir en este formulario de contacto) publicamos con regularidad nuestras recomendaciones culturales sobre literatura, música, series y cine, que te pueden servir de inspiración para empezar a sumergirte en la fascinante cultura francófona. Además, te contamos los aspectos más interesantes de la cultura general francesa y francófona.

También organizamos, una vez al año, el Festival de Cine Francés en Málaga. La pasada edición se realizó de forma online, debido a la pandemia de coronavirus. Pero si te mantienes al día de nuestras novedades, estamos seguros de que más pronto que tarde podremos volver a disfrutar de la mejor programación de cine francófono en las salas de cine.

Aprender francés online desde cero no sólo es posible, sino que en la Alianza Francesa te lo ponemos fácil. Como dice Pascal Rambert en su obra «Hermanas», a lenguaje limitado, mundo limitado. Amplia tu lenguaje, y se ampliará tu mundo.

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La magdalena de Marcel Proust

«La magdalena» de Marcel Proust según nuestras alumnas

Nuestras alumnas han reinterpretado la magdalena de Marcel Proust en el curso de Christian Ubago.  Después de unas fiestas navideñas atípicas en estos tiempos confusos y desconcertantes, más que nunca necesitamos puntos de referencia.

Por eso el trabajo de la memoria resulta fundamental: para permitir el paso del tiempo de nuestro pasado hacia este futuro incierto.

Del mismo modo que Marcel Proust, que a través de su famoso texto nos relata un recuerdo preciso del narrador, a merced del sabor de un trozo de magdalena mezclado a un poquito de té, estudiantes de la Alianza Francesa han querido escribir sus propias “magdalenas”.

Estas nos demuestran la potencia de los sentidos en el mecanismo de las remembranzas de nuestra vida. Un olor, sabor, color, unas notas de música contienen para siempre, como dice Proust, el inmenso edificio del recuerdo.

Ma Madeleine, par Cristina Romero

Je n’ai jamais aimé le lait. Son odeur me donne la nausée

Quand j’étais petite, ma mère m’emmenait à la maternelle chaque matin.

Là, les nonnes préparaient le petit-déjeuner sur une grande table en bois pleine d’enfants en pleurs parce que leur maman étaient parties au travail.

L’endroit sentait le lait et le pain était beurré. Je pleurais tous les jours parce que je ne voulais pas boire ma tasse de lait ou manger du pain. Je détestais ce moment et cette odeur pénétrante.

Mon souvenir s’arrête là et un jour arrive où nous allons avec l’école visiter une fabrique de chocolat. Je n’aurais jamais pensé que je ressentirais à nouveau cette odeur horrible avec le simple fait d’aller voir comment on fait du chocolat.

En entrant par les portes de la première partie de l’usine, où se trouvent d’énormes machines qui font bouillir le lait pour un peu plus tard commencer le processus de fabrication d’une des choses les plus savoureuses du monde comme le chocolat, j’ai ressenti comment mon esprit s’était tout à coup envolé vers cette table pleine de tasses de lait, malodorant pour moi, que nous avaient versé les nonnes de mon enfance.

Ma Madeleine, par Elena Salguero

Dès ma petite enfance, j’ai toujours eu un sens olfactif très développé. À l’époque je n’arrivais pas à en être tellement consciente, mais j’adorais déjà les odeurs des savons et des parfums, même si je n’avais pas encore l’âge pour les utiliser.

À 15 ans, je suis allée faire un séjour linguistique en Angleterre, je prenais des cours d’anglais et séjournais dans une famille anglaise. Un jour, les professeurs nous ont amenés faire un tour dans la ville de Brighton et cela a été comme ça, par hasard, que j’ai découvert The Body Shop. Evidemment les odeurs qui sortaient du magasin m’ont hypnotisée et j’y suis entrée. Je me suis régalée ! Il n’y avait pas trop de choix à cette époque-là, néanmoins j’ai acheté quelques produits parfumés.

C’est bizarre, mais, malheureusement, je n’ai jamais eu de souvenirs précis par rapport aux endroits que j’ai visités. Cependant, je me suis toujours rappelée assez bien des gens que j’ai rencontrés, c’est-à-dire, les membres de la famille qui m’ont accueillie, les professeurs et les copines du cours avec lesquelles je m’entendais bien. Il faudrait dire que, par contre, je me souvenais de la cuisine parce que, malgré mes bonnes intentions, j’ai préparé une tortilla de patatas absolument horrible et j’ai gaspillé toute une bouteille d’huile d’olive, qui coûte tellement cher hors d’Espagne.

De nombreuses années plus tard, il m’est arrivé une chose vraiment étonnante. Je me promenais avec mes copines à Malaga, quand soudain je suis tombée sur le nouveau magasin qu’ils venaient d’ouvrir récemment au centre-ville : The Body Shop. Quelle belle surprise ! Toujours fanatique des odeurs et des parfums, j’y suis entrée. Mon nez commence à travailler. En premier lieu, j’ai des sensations plutôt physiques, mais au bout d’un moment je commence à ne pas reconnaitre les émotions que mon cerveau produit, et petit à petit je me rends compte qu’il s’agît de ma mémoire, c’est elle qui est en train d’activer quelque chose… des souvenirs très lointains et flous, mais heureux et tendres.

Je me laisse emporter par les perceptions et, sans aucun effort, une image apparaît, comme si quelqu’un allumait la télé devant moi : je vois la salle de bain de la maison où j’ai passé mon séjour en Angleterre. Claire et nette, je vois la vieille baignoire abîmée, le robinet sans pommeau de douche, le sol en bois, la fenêtre par laquelle entrait la lumière grise du ciel toujours couvert, l’atmosphère humide… et mon savon de mûre acheté à The Body Shop, qui a m’a comblée d’émotions et de visions réveillant une partie secrète de mes souvenirs.

La mémoire garde parfois des paysages codifiés, inaccessibles, où on ne peut accéder qu’avec une clé très particulière. Pour moi, le savon de mûre a été la clé magique qui m’a permis de revivre cette belle expérience, si bien cachée.

Ma Madeleine, par Ana Belén Baena

Quand j’étais petite, en raison du travail de mon père, j’habitais dans un petit village de la montagne de Jaén. Ensuite, il a changé de destination de travail et nous sommes retournés dans notre ville. Comme nous vivions dans un petit appartement et que notre famille était nombreuse nous avons déménagé dans une maison plus grande.

Il y a quelque mois, nous sommes allés à notre appartement et nous avons commencé à fouiller dans les objets que nous y avions laissés. Toutes ces choses s’étaient transformées en souvenirs d’un lieu qui avait été notre maison.

En cherchant dans les tiroirs, j’ai trouvé une petite boîte ronde en aluminium et je l’ai ouverte. Dans la boîte j’ai trouvé des petits savons décoratifs avec des motifs de fleurs. A simple vue cela avait beau être familier, je ne les ai reconnus qu’au moment où je les ai sentis. À l’instant où j’ai mis mon nez dans la boîte et que j’ai senti la douce odeur des savons, je me suis transportée comme dans un rêve au petit village où j’ai habité les premières années de ma vie. Je me voyais avec la seule fille qui avait le même âge que moi, mon amie, en train de jouer dans son grenier.

Nous avions passé beaucoup de jours à jouer partout dans sa maison et un jour, le jour où je partais voir ma famille dans ma ville, elle m’avait donné ces petits savons qui étaient très importants pour elle et qu’elle gardait comme un trésor. Je revoyais la cheminée, le toit en bois et tous les meubles qui s’y trouvaient à l’époque, et je la voyais elle en train de me donner cet important cadeau. Elle m’avait donné la moitié de son trésor et moi, je l’avais gardé comme tel pendant des années, même après mon départ, mais je l’avais oublié.

Le suave parfum m’avait fait voyager dans un moment de ma vie où j’étais tellement contente et il m’avait fait sourire en me remémorant ces jours avec ma famille.

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Georges Brassens: 100 años de libertad

Se cumple el centenario de Georges Brassens, el cantautor francés que retrató al siglo XX como nadie

Se han escrito tesis doctorales sobre la obra de Georges Brassens. Su trabajo ha sido traducido a una veintena de idiomas, incluyendo el esperanto. Músicos y artistas de todo el mundo lo homenajean constantemente.

Ciento cincuenta escuelas públicas de Francia llevan su nombre, además de centenares de calles, plazas, parques y salas de concierto. ¿Quién era Georges Brassens? Y, ¿por qué le debemos atención?

Georges Brassens: origen mediterráneo

En el pueblo occitano de Sète, mirando al mar Mediterráneo, nació en 1921 Georges Brassens, quien, varias décadas más tarde, será descrito como uno de los mejores poetas del siglo XX en lengua francesa.

Brassens nació en un barrio popular en el seno de una familia atípica. Su padre, Jean-Louis, era un contratista de albañilería conocido por su anticlericalismo, su generosidad y su libertad de espíritu y pensamiento.

La madre, Elvira, de origen italiano, era una devota católica que quedó viuda en la Gran Guerra, cinco años antes de re-casarse con el padre de Georges. Según contaría después el cantautor, el punto en común de esta familia tan dispar era el amor por la música.

Cualquiera que haya escuchado las canciones de Brassens no se extrañará al saber que no le gustaba ser alumno. «Tuve una infancia feliz, pero desperdiciada por el colegio», dijo a su amigo y biógrafo Victor Laville.

Su madre no le deja asistir a clases de música a no ser que mejoren sus notas, por lo que sus primeras canciones adolescentes fueron compuestas con ignorancia técnica y pura intuición poética.

Pour offrir aux filles des fleurs,
Sans vergogne,
Nous nous fîmes un peu voleurs,
Un peu voleurs

Poesía y mala reputación

En 1936, el joven Georges conoció la poesía gracias a su profesor de francés, Alphonse Bonnafé, quien le enseñó no solo a rimar versos sino a «abrirse a las cosas grandes».

Y en 1938, a los diecisiete años, Brassens conoció por primera vez la mala reputación.

En una jugarreta de chiquillos provincianos, Georges y su grupo de amigos se coordinaron para realizar pequeños hurtos en casas de amigos y familiares y así conseguir algo de dinero rápido. El pueblo de Sète se puso en estado de alerta, y al final, claro, los pillaron.

El padre de Georges, que parecía entender las inconsciencias de juventud, sacó a su hijo del calabozo y se lo llevó a casa sin reprimendas ni reproches. En la canción Les quatre bacheliers, Brassens describe así aquel momento:

Dans le silence on l’entendit, / Sans vergogne, / Qui lui disait : » Bonjour, petit, / Bonjour petit.
On le vit, on le croirait pas, / Sans vergogne, / Lui tendre sa blague à tabac, / Blague à tabac.
Je ne sais pas s’il eut raison, / Sans vergogne, / D’agir d’une telle façon, / Telle façon.
Mais je sais qu’un enfant perdu, / Sans vergogne, / A de la corde de pendu, / De pendu, / A de la chance quand il a, / Sans vergogne, / Un père de ce tonneau-là, / Ce tonneau-là.

París, los nazis y un piano

A pesar del apoyo de su familia, el nombre de Georges quedó teñido en Sète. Recluido en la casa familiar, durante aquel verano empezó a fumar en pipa y se dejó crecer por primera vez su distintivo bigote.

Y en 1940, ya bien entrada la Segunda Guerra Mundial, se mudó al 14ème arrondisement de París, donde vivía su tía materna, que tenía un piano. Allí aprendió el instrumento, a pesar de que no sabía solfeo porque nunca mejoró sus notas de colegio.

Ese mismo verano, el Tercer Reich invadió Francia. Georges pasó la primera parte de la ocupación leyendo en la biblioteca municipal: estudiando poesía y aprendiendo filosofía mientras los nazis se paseaban por las calles de París.

En 1943, el gobierno de Vichy lo destinó a un campo de trabajo en Basdorf, Alemania, donde tenía que trabajar fabricando motores para aviones militares. En el campo de Basdorf hizo algunas de las grandes amistades que le durarían toda la vida.

Tras más de un año en Alemania, consiguió un permiso de quince días para volver a Francia, y llegó a París con la intención de declinar cortésmente la invitación nazi al trabajo forzado. Como no podía quedarse en casa de su tía, por ser el primer sitio en el que la Gestapo iría a buscarlo, se refugió en casa de los Planche, un matrimonio mayor del barrio que vivía en una modesta casita sin luz eléctrica ni gas, con el patio lleno de animales.

La idea era aguardar en la casita de la calle Florimond hasta que acabase la guerra. Terminó quedándose más de veinte años.

Georges Brassens: el genio temprano, el talento tardío

A pesar de que ya es un escritor versado, de que ha publicado su primera novela y de que ha estudiado y producido poesía hasta la extenuación, en los años 40 Brassens todavía no es cantautor.

En esta década conoció a Joha Heinman, el amor de su vida: una inmigrante estonia con la que nunca se casó ni cohabitó, y a la que dedicó numerosas canciones posteriores, entre ellas, la célebre La non demande en mariage: tengo el honor de no pedir tu mano; no grabemos nuestros nombres en un pergamino. 

J’ai l’honneur de ne pas te demander ta main
Ne gravons pas nos noms au bas d’un parchemin

En esta década terminó de conformar su pensamiento político, que ya venía inclinado hacia el antimilitarismo y anticlericalismo de casa. Entró en contacto con los anarquistas y los sindicatos de trabajadores, con quienes nunca dejaría de colaborar durante el resto de su vida.

A finales de los años 40 Brassens ya escribía canciones, pero no se animaba a cantarlas. Intentó colocárselas a otros intérpretes ya consagrados, sin demasiado éxito. Y así entro en los 50.

«¡Un poeta descubierto!»

En la década de 1950, Brassens fue descubierto. Jacques Grello lo escuchó por casualidad y le regaló su guitarra para que la cambiase por el piano. También lo animó a que audicionase en diferentes cabarets y salas de la escena parisina.

Brassens, que ya había entrado en la cuarentena, estaba incómodo en el escenario. Tenía pánico escénico, sudaba la gota gorda y le costaba sacar la voz. Aún así, en 1952 cantó en una audición privada para Patachou, estrella consumada del cabaret francés que se enamoró de sus letras con feliz entusiasmo.

Patachou llevó las canciones de Brassens a la firma Philips, con quien Georges firmó su primer contrato discográfico. Su primer disco causó no pocas controversias y malestares entre los directivos de Philips, para gusto de Brassens, que nunca tuvo intención de agradar a nadie más que a su buena conciencia. Su primera crítica, publicada en el desaparecido diario France-Soir, rezaba: ¡Patachou ha descubierto a un poeta! 

Para 1953 se lo rifaban todos los cabarets de París, y a principios de los años 60 ya gozaba de la notoriedad con la que le conocemos hoy en día. Brassens compró a los Planche la casita de la calle Florimond. Compró también la parcela de al lado, y unió las dos viviendas. Instaló luz eléctrica, calefacción y agua caliente, y cuando estuvo lista, se la regaló de vuelta a la pareja que lo había acogido durante más de veinte años.

El poeta de lo cotidiano

Cien años después de que viese la luz por primera vez, Brassens sigue siendo el poeta de lo cotidiano, el escritor del francés perfecto y el defensor más acérrimo de la decencia humana. Siempre habrá quien mire por la ventana al mundo actual y eche en falta el comentario mordaz de un escritor que tenía más de filósofo que de artista, y más de artista que de filósofo.

Tantôt venant d’Espagne et tantôt d’Italie,
Tous chargés de parfums, de musiques jolies,
Le Mistral et la Tramontane

Georges Brassens cerró los ojos el 29 de octubre de 1981. Sus restos descansan junto a los de su amor en el cementerio de Sète. Es lo más cerca posible que llegamos de cumplir su plegaria. Meses antes de morir, ya enfermo de cáncer, Brassens escribió Súplica para ser enterrado en la playa de Sète:

Justo al borde del mar, a dos pasos del oleaje azul, cavad si es posible un pequeño agujero mullido, un buen nicho pequeño, cerca de mis amigos de la infancia, los delfines, a lo largo de esta playa donde la arena es tan fina(…). Esta tumba es un sándwich entre el cielo y el agua, que no dará una triste sombra al cuadro, sino un encanto indefinible. Los bañistas la usarán de paravientos, y los niños dirán: ¡qué bonito castillo de arena! Si no es mucho pedir, plantad, os lo ruego, alguna especie de pino que de sombra, que sepa proteger de la insolación a los buenos amigos que vengan con afectuosas reverencias a mi sepultura. (…) Pobres reyes faraones, pobre Napoleón, pobres ilustres desaparecidos enterrados en el Panteón, pobres cenizas de consecuencia. Envidiaréis un poco al veraneante eterno, que pedalea sobre las olas mientras sueña, que pasa su muerte de vacaciones.

Sur mon dernier sommeil verseront les échos,
De villanelle, un jour, un jour de fandango,
De tarentelle, de sardane.

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